Buscar

Madre de Dios, un lugar para perderse

Viajar sin expectativas es el más grande acto de libertad; es una forma de honrar a la existencia y la mejor manera de disfrutar la imparcialidad de l

Escrito en Irapuato el

No sé bien a dónde me dirijo ni lo que significará llegar a lo desconocido.
Pero sí sé que el río Amazonas es el más caudaloso del mundo al acarrear el 6 por ciento del agua dulce del planeta. Incluso, que lleva más agua que los ríos Nilo, Misisipi y Yangtsé juntos. Nace en la cordillera de los Andes --que admiro desde la ventanilla del avión-- y desemboca en el Océano Atlántico luego de lamer 6 mil 800 kilómetros de tierra e irrigar a nueve países con sus más de mil tributarios.
Uno de esos afluentes es mi destino: el río Madre de Dios. Así exclamó uno de los miembros de la primera expedición española que penetró las entrañas de la selva y arribó a sus riberas. “¡Madre de Dios! ¿Dónde estamos?”, supongo que habrá dicho. Y desde entonces, lleva ese nombre, aun cuando sus nativos le llaman Amaru-mayu, el “río serpiente”.
Al corazón de la selva
Para navegar el río Madre de Dios y penetrar al Parque Nacional del Manu hay que ser biólogo especializado o estar un poco loco, pues debes realizar una travesía de, cuando menos, dos días alternando tres vuelos, seis traslados terrestres y de ocho a 14 horas a bordo de diferentes embarcaciones con motor fuera de borda para alcanzar este destino, uno de los que tiene más diversidad en el planeta.
También reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Manu es el lugar donde la leyenda colonial, y algunos investigadores, sugieren que se encuentra Paitití o “El Dorado”, la ciudad perdida de los incas. Desde 1538 se han emprendido más de 30 expediciones; la más reciente sucede a cargo del francés Thierry Jamin desde mediados de año.
Resulta innegable que en las zonas vírgenes del Manu aún radican unas 50 tribus de indígenas “no contactadas”, como los mashco-piro, quienes se mantienen al margen de todo lo que hoy llamamos civilización.
Sin embargo, el narcotráfico y la tala clandestina han alterado su hábitat, provocando que se susciten avistamientos más frecuentes de estas personas que viven con la tecnología que han logrado desarrollar por mérito propio tras siglos en la selva, como arcos y flechas de caña brava con las que fácilmente derriban un tapir de 200 kilos, o cerbatanas con dardos de palma envenenados para cazar suculentos monos araña.
Manu Wildlife Center
Luego de recorrer medio planeta en la postura de una momia inca logro llegar al albergue eco turístico en el que haremos base y dormiremos con el arrullo de la selva en camas impecables dentro de cabañas de madera y techo de palma, con agua caliente e iluminadas por veladoras.
Ahí me recibe un grupo de guías expertos, cocineros y entusiastas de la conservación ambiental con quienes los siguientes días realizaré expediciones a la copa de árboles milenarios, caminatas nocturnas y navegaciones en busca de encuentros cercanos con los 200 mamíferos, las mil aves y los cientos de reptiles, mosquitos y garrapatas que habitan en la selva del Manu.
Muchas fueron las experiencias en la Amazonia peruana y el mundo en general, ya serán suyas. Mientras tanto, gracias y hasta la próxima.

Escrito en Irapuato el

AManece Irapuato

Mantente al día con las últimas noticias de Irapuato, suscríbete gratis con tu correo

Amanece Irapuato