Con música, oraciones, flores y misas recuerdan a la madre amada en los panteones que ayer lucieron a reventar y donde se reforzó la vigilancia, hasta con elementos de seguridad privada.
Los vendedores de flores hicieron “su agosto” incrementando los precios. Las rosas que por lo general tienen un precio de 10 pesos la pieza, las vendieron hasta en 25 pesos cada una.
“Tenemos flores para todos los bolsillos. Hay ramos de 30 pesos con flores más económicas como las nubes”, dijo Eugenia López, vendedora.
Ante la poca vigilancia que hubo de Profeco, en esta ocasión no estaban a la vista los precios de los artículos que expendían los comerciantes en las calles de acceso a los diversos camposantos públicos y privados.
En el interior de los cementerios, grupos musicales ofrecieron cantar en la tumba de la madre amada, a 30 pesos la pieza, o con mariachi a 100 pesos.
“Por el Amor a Mi Madre” y “Amor Eterno” fueron las más solicitadas.
En las capillas de los cementerios hubo Misa de Intención por el eterno descanso de las madrecitas que en vida lo dieron todo. El costo fue de 50 pesos.
Decenas de familias visitaron los cementerios donde oraron y recordaron al ser querido.
Personal de Protección Civil y elementos de seguridad reforzaron la vigilancia en los cementerios y calles aledañas.
Personal que se identificó como de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) estuvo realizando inspección en los puestos que se instalaron en los accesos de los panteones, sobre todo aquellos que ofrecieron nieves de hielo raspado en barras, con poca higiene a simple vista.
“Estamos llevando a cabo inspección en comercios ambulantes y semifijos para que cumplan con las normas sanitarias”, dijo una de las inspectoras.
Sin embargo, muchas tumbas están olvidadas, sobre todo en San Nicolás, como la de María de la Luz Gutiérrez viuda de Ramírez, quien nació en 1884, y murió en 1921. Junto con otras, la tumba está en el abandono.

Da la vida por hijos

A 59 años de la tragedia, familiares recuerdan a María del Carmen Pérez Muñoz, la “La Madre Mártir” que perdió la vida arrojándose al fuego para tratar de salvar la vida de su pequeño de dos años que estaba atrapado dentro de su vivienda que se incendió.
Esta conmovedora historia ocurrió el 3 de abril de 1957 en la casa de Carmen, de 24 años, en un terreno que había comprado en la colonia Los Olivos.
Sus familiares no la olvidan y cada año le rezan y le dejan flores a su tumba en el panteón de San Nicolás. Está frente a la tumba del insigne constructor Luis Long.
“No le quisieron decir a mi mamá de la tragedia que conmocionó al pueblo leonés”, relata María de Jesús mientras, con lágrimas en los ojos, coloca flores en la tumba de su hermana.
Dicen que no hay amor más grande que el de una madre que da la vida por sus hijos.
“Mi padre (Rosalio Pérez), que era camionero, le prestó una lona que servía de techo en el jacal. Ese 3 de abril de 1957 mi hermana hirvió leche en una estufa de petróleo y se fue a comprar maicena para hacer atole, dejando a su niño en la cuna. La leche se tiró en la estufa, provocó el incendio y las llamas alcanzaron la lona petrolizada del techo.
“Le avisaron a mi hermana que se estaba quemando el cuarto; nada le importó para meterse, ni tener tres meses de embarazo.
“Entró a rescatar del fuego a su hijo que le gritaba desesperado”.
Testigos relataron que Carmen salió desnuda luego de que el fuego consumió su vestimenta y se sentó en una piedra con su hijo en brazos.
Carmen duró en agonía un día y su hijo dos. Los tres yacen en la tumba que levantaron en San Nicolás.
Dicen que con el tiempo no queda ni la tumba, ni la cruz.