Ser maestro en el sur de Guanajuato: historias para aprender de una vida en las aulas
AM te presenta dos historias que demuestran que ser maestro es más que una labor, es algo que se vuelve una vocación de por vida.
Con información de Diana Martínez.
Guanajuato.- Jesús Martínez Muñoz, maestro de química en el CBTis 217 de Uriangato, creció entre las aulas acompañando a sus padres, maestros de profesión, lo cual lo inspiró a dedicarse a lo mismo, pese haber estudiado ingeniería química. Ya tiene 30 años en la labor que sigue amando.
Tiene 25 años activos como docente, pero solicitó permiso cerca de seis años para desempeñarse como Secretario de Ayuntamiento en las pasadas dos administraciones.
He tenido unos 3 mil estudiantes que hoy son profesionistas, el orgullo que siente uno es que a la mayoría de las instituciones o negocios a los que voy hay algún exalumno que me atiende y me sigue diciendo profe, que me sigue hablando con respeto y cariño”, expresó Jesús.
El profe ha transitado desde las aulas de pizarrón verde con gis blanco, hasta las aulas con proyector y es por ello que, para él, la profesión de la enseñanza debe ir evolucionando, conocer el contexto sociocultural de los alumnos, sus intereses y cómo funcionan las estructuras mentales para aprender, lo cual le ha valido para mantenerse vigente.
“Hoy el reto es la tecnología y las inteligencias artificiales, porque si bien la IA te resuelve el problema y te lleva de donde estás a donde quieres estar, pero te quita de caminar el trayecto y en ese caminar es donde se aprenden cosas nuevas. Es donde tenemos que trabajar para que los alumnos se quiten la tentación de resolver todo de la manera fácil”, agregó Martínez Muñoz.
Durante toda su carrera cuenta con diversas experiencias, que afirma, recordará siempre y que además han forjado su carácter como docente en las aulas, en concreto, la creación de la escuela para padres en 1998, luego de un conflicto que tuvo con alumnos de la especialidad de alimentos.
Antes no había tantas restricciones para el trato de los alumnos como hoy. Antes podíamos jalar las orejas a los alumnos y los papás lo agradecían. Tuve un grupo que eran un desastre, muchos problemas, una vez acomodaron butacas y se pusieron a jugar futbol, los saqué de la escuela”, comenta.
“Los padres, cuando acudieron, lo agradecieron, porque ya no sabían qué hacer con sus hijos. Con ellos se hizo la escuela para padres, para la disciplina de sus hijos en situación de vulnerabilidad y fue un éxito, tan así que esos exalumnos ahora son profesionistas con alguna licenciatura o ingeniería. Compusieron el camino”, concluyó Jesús.
Finalmente, destacó que desde un inició le gustó la labor docente y sigue amando ser maestro de las nuevas generaciones de alumnos de bachillerato.
'Enseñar no es solo transmitir conocimientos'

El profesor Juan Francisco Hinojosa Navarro, quien a sus 54 años y con casi 23 años de experiencia en la docencia, ha marcado profundamente la vida de cientos de estudiantes, especialmente en la Escuela Secundaria Federal “Alfonso Reyes” de Salvatierra, donde ha impartido la materia de Formación Cívica y Ética durante los últimos 17 años.
Originario de Silao, Guanajuato, el profesor Hinojosa encontró su vocación desde la infancia, en pequeños momentos que marcaron su camino. “No hubo un instante exacto en el que decidí ser maestro. Fueron chispazos: cuando me pedían cuidar el grupo en primaria, o al dirigir la banda en el rancho. Ahí descubrí que ayudar me hacía feliz”, recuerda.
Su trayectoria inició en la Ciudad de México, en instituciones como CONALEP, CETIS y universidades particulares. Tras cinco años en el sector privado, decidió ingresar al sistema público. Desde entonces, ha hecho de la secundaria Alfonso Reyes su segunda casa. “Aquí he vivido algunos de los momentos más importantes de mi vida profesional. Me gusta pensar que soy un instrumento para formar a los futuros profesionistas del país”.
A lo largo de los años, ha visto egresar a generaciones que hoy son médicos, abogados, emprendedores. “Saber que puse mi granito de arena en su camino es un orgullo inmenso”, afirma. Una de las anécdotas más significativas ocurrió en un día complicado: una alumna se acercó y le entregó un vaso de unicel con dos caritas dibujadas —una triste y una alegre— acompañado de un mensaje: “Maestro, ánimo, estoy con usted”. Ese gesto, dice, iluminó su día y reafirmó su vocación.
El profesor Hinojosa ha sido testigo de grandes cambios en la educación, especialmente con la llegada de la tecnología. “Ahora los alumnos buscan todo fácil, casi digerido. Pero no podemos olvidar lo esencial: formar seres humanos sensibles, éticos y comprometidos”.
Más allá de los contenidos académicos, ha buscado inculcar valores. Para él, el más importante es el amor: “El amor como valor ético es dar lo mejor de ti, de forma desinteresada. Es útil, bueno, bello y verdadero. Nos perfecciona como seres humanos”.
Para él, ser maestro es acompañar, escuchar, guiar. “No es solo dar clases, es ser un apoyo, celebrar triunfos y consolar en momentos difíciles. Eso es lo que más valoro”.
Asimismo envió un mensaje a las nuevas generaciones de docentes: “Sean felices con su vocación. Enseñar no es solo transmitir conocimientos, es ayudar a otros a descubrir su valor, sus virtudes, y dejar huella. Hemos venido a este mundo a ser felices y a trascender. Como maestros, podemos guiar a otros en ese camino”.
Por último dijo, “Honestamente me gustaría seguir enseñando a que todos podemos ser felices, que debemos ser muy humildes, que no solamente en este mundo estamos para adquirir conocimientos, no solamente eso, sino, sobre todo, también ser personas virtuosas, personas de bien, que realmente sepamos que podemos dejar huella. Hemos venido a este mundo a ser felices y a trascender, y por supuesto que me gustaría seguir aprendiendo de todos los demás, de sus valores y sus virtudes”, finalizó.
AAK
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