El doctor Humberto Álvarez Machain: El caso que puso a Guanajuato en el foco mundial
En 1990, un rapto similar al de Ismael ‘El Mayo’ Zambada, el del doctor Humberto Álvarez Machain, sacudió las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos. Una buena parte de aquella trama, hoy casi olvidada, transcurrió en Guanajuato. Esta es la historia
Guanajuato.- La confirmación de que Ismael “El Mayo” Zambada fue secuestrado con la intervención de Estados Unidos y ahora su ultimátum al gobierno mexicano, actualizan un caso ocurrido en 1990 y que fue un escándalo mayúsculo, no solo por la arrogancia de los norteamericanos, sino porque Guanajuato jugó un papel fundamental en la historia.
Todo comenzó en 1985, cuando los narcos sinaloenses que se habían asentado en Guadalajara y ahora son conocidos en el mundo entero, secuestraron a Enrique Camarena Salazar, agente de la DEA, la agencia antidrogas norteamericana.
La operación mostró la impunidad que creía había alcanzado el grupo encabezado por Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Amador, pues Camarena fue secuestrado el 7 de febrero a unas cuadras del Consulado de Estados Unidos, a la una de la tarde, en una maniobra en que participaron narcos y agentes de la Dirección Federal de Seguridad, que ya para entonces eran la misma cosa en algunas regiones del País.
El agente fue llevado a una residencia de Guadalajara, torturado hasta la muerte y su cuerpo, junto con el del piloto Alfredo Zavala Avelar, apareció un mes después, el 5 de marzo, en un área rural próxima al poblado de La Angostura, en Michoacán.
La relación de ambos personajes con el decomiso de millones de kilogramos de marihuana en el rancho “El Búfalo”, en Chihuahua, ocurrida en noviembre de 1984 -las versiones van de las 2 mil a las 8 mil toneladas-, se ha discutido hasta el cansancio: lo que es un hecho es que Camarena había afectado los intereses del Cártel de Guadalajara y Zavala participado en vuelos de exploración antidrogas.
La imagen de los cadáveres envueltos en bolsas de plástico y acomodados de cualquier manera en la caja de una camioneta azul dio la vuelta al mundo y enojó a las fuerzas de seguridad y al Gobierno de Estados Unidos de una forma tal que el rencor sigue latente, 40 años después, como demuestra sobre todo el empecinamiento en llevar a juicio en alguna corte de EU a Rafael Caro Quintero.
La reacción de Washington fue enérgica: puso en marcha la Operación Intercepción, que desquició las actividades en la frontera por las maratónicas revisiones y anunció la reducción de la cooperación bilateral con México por la falta de interés de nuestro gobierno en controlar el tráfico de drogas. ¿Les suena conocido?. Drones no había todavía, en cambio, arrancó también la “Operación Leyenda”, que buscaba llevar ante la justicia a los implicados en el caso.
Pasó el tiempo, hubo incontables novedades, capturas y versiones. Y el caso revivió en 1990, cuando fue secuestrado, también en Guadalajara, el gineco-obstetra Humberto Álvarez Machain, que apareció acusado en Los Angeles de haber mantenido con vida a base de inyecciones al agente Camarena, para permitir que se extendiera su interrogatorio.
Hasta aquí la historia es de sobra conocida. Se han escrito sobre el tema decenas de libros, miles de artículos y las series sobre narcos tomaron el relevo para difundirla. Pero el complemento de la participación de Guanajuato en el insólito traslado del doctor es menos conocida.
La vida no vale nada
“Secuestran a Machain 4 judiciales de Guanajuato” fue la cabeza del AM del jueves 26 de abril de 1990. La nota firmada por los periodistas Arturo Tavarez y Verónica Espinosa contaba que estaban detenidos y confesos en los separos de la Procuraduría General de la República Jesús García Moreno, jefe de la Policía Judicial de Silao; Rodolfo Escobar Carrillo, jefe de la Policía Judicial de Irapuato, y los agentes Pedro Moreno, del grupo de autos robados y Urbano Cervantes. Todos, por su colaboración en el secuestro de Camarena.
Las autoridades informaron que también se encontraban detenidos Alvaro Antonio Arreguín Ordiales y Nabor González Sánchez, dueño y velador del hotel El Cubilete, en Silao, donde se estuvieron los secuestradores.
“Se hospedaron en la habitación 6 dos personas el lunes 2 de este mes a las 13:00 horas. Uno de ellos era alto, moreno, de mal aspecto, mientras que su compañero era güero y bien vestido. Parecía extranjero, pero no habló para nada”, platicó afligida a AM la señora María Guadalupe Ortega, esposa del dueño del hotel, ubicado en Prolongación 5 de mayo sin número.
Con justificado temor a lo que pudiera pasar, la señora sostuvo que lo único que había hecho su marido fue recibir a un grupo que le había enviado el jefe judicial Rodolfo Ecobar Carrillo.
“Dijo el hombre de tez morena que los mandaba el comandante Rudy. Ni siquiera pagaron el hospedaje ni la comida que se les sirvió en la recámara”.
La señora aseguró que los sujetos se fueron al día siguiente, el martes 3, en un automóvil color beige.
No fueron los únicos rastros que dejaron los responsables de la maniobra. De acuerdo con detalles que nunca se confirmaron oficialmente, al ginecobstetra se lo llevaron desde el aeropuerto de Los Infantes, ubicado a la altura del kilómetro 7 de la carretera Guanajuato-Irapuato. Nuestro diario recogió testimonios de campesinos de los alrededores que aseguraron que varios hombres habían vigilado el lugar durante días, incluso se quedaban a dormir por las noches.
También surgieron reportes de que eran frecuentes los vuelos que llegaban y salían de aquella pista, oficialmente fuera de uso, seguramente con drogas y contrabando. Colegas recuerdan que la pista era también utilizada por funcionarios, incluso el que fuera gobernador Enrique Velasco Ibarra.
Un día después de aquella publicación de AM, el Procurador General de la República, Enrique Álvarez del Castillo, dio la versión oficial de los hechos. Aseguró que Álvarez Machain estaba escondido en Guadalajara porque sabia que lo buscaban pero intempestivamente el 3 de abril, llamó a su asistente para decirle que iría al consultorio a fin atender a “la señora Rodríguez”: le pidió que hiciera preparativos para realizar un aborto.
A pocos minutos de haber comenzado la revisión de la supuesta paciente, cuatro hombres armados que dijeron ser agentes judiciales detuvieron al doctor.
El procurador aseguró que fue llevado al aeropuerto de Guadalajara y luego en un avión matrícula XA-PEW trasladado a León, con dos pasajeros de nombre Antonio Zamora y Jesús Buendía.
En León, añadió el procurador, sin precisar dónde, abordaron el aparato Jorge Covarrubias, Marco Suárez, Franciso Zuluaga y el propio Álvarez Machain y despegaron con un plan de vuelo que señalaba Ciudad Juárez como destino.
Pero a medio camino, le exigieron al piloto que se dirigiera a El Paso y cuando respondió que no era posible, le gritaron que era un operativo internacional de la DEA y la Interpol y lo hicieron modificar el rumbo.
Álvarez del Castillo confirmó la participación de los agentes guanajuatenses en el operativo, que según dijo, fue patrocinado por el agente o informante de la DEA Antonio Gárate Bustamante y organizado por el comandante policiaco Jorge Covarrubias Martínez, “El Coquis” o “El Chiquilín”, un ex mayor de la Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia.
Esta fuerza policiaca, conviene recordar, fue desaparecida a causa de sus excesos, como ocurrió más tarde con la Dirección Federal de Seguridad, de la cual tenían credenciales los principales narcos de Jalisco y cuya continuidad fue insostenible después de que su director, el hidalguense José Antonio Zorrilla Pérez, resultó involucrado en el asesinato del periodista Manuel Buendía. Por cierto, “El Chiquilín” fue comandante de la Policía Judicial en Hidalgo.
Sin disimulo, agentes de la DEA recibieron a Álvarez Machain en los Estados Unidos y lo llevaron a la cárcel. Pese al deterioro de la relación entre México y Estados Unidos, su proceso siguió.
Al fin, en diciembre de 1992 fue declarado inocente, aunque seis meses antes, el 15 de junio, el Tribunal Supremo de Estados Unidos aprobó que el Gobierno podía secuestrar en el extranjero a cualquier persona reclamada por la justicia norteamericana sin respetar los tratados de extradición ni cualquier otra legislación internacional. La medida dividió a los miembros del más alto tribunal, la votación fue de 6-3 a favor de la intervención: Musks ha habido siempre.
México insistió en sus reclamos y uno de los frutos fue el Tratado entre México y Estados Unidos para Prohibir los Secuestros Transfronterizos, que ahora esgrime la defensa de Zambada para pedir al gobierno mexicano que apoye la causa de su cliente, un tema que pone a nuestras autoridades en una situación muy delicada. Estados Unidos jamás ratificó el tratado.
Hasta donde pudimos averiguar en nuestra hemeroteca, no se publicaron más novedades sobre la historia de los policías guanajuatenses implicados en el caso. Autoridades federales catearon sus casas para buscar su parte del botín, pero no se informó que hallaran nada.
El secretario de Gobierno de Guanajuato, Luis Felipe Sánchez, aseguró optimista que la conducta de los judiciales involucrados en el secuestro “no afecta la imagen del estado, porque su actuación fue a título personal y no oficial”.
Por su parte, el procurador de Justicia del Estado, Antonio Hernández García, ofreció toda la colaboración de la dependencia en las investigaciones e informó que realizaban pesquisas internas para saber cuáles habían sido las actividades de todos sus agentes en los últimos 30 días.
Finalmente, el director de la Policía Judicial del Estado, Héctor González González, dijo que “jamás” había sido informado de la presencia de agentes de la DEA en Guanajuato. Eso, seguro.
AAK
AManece Guanajuato
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