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Entregan labor con empatía

Ayer en su día, se reconoció el trabajo de las enfermeras que ayudan sin medida.

Escrito en Guanajuato el

El momento más difícil para una enfermera es cuando su paciente, lejos de mejorar, pierde la vida; así, cuando se van dejan una huella triste en sus vidas también. Así coinciden Miriam Ortiz y Ana María Silva, enfermeras del Hospital Materno.
Tras celebrar su día este 6 de enero, señalaron que es innegable sufrir con sus pacientes.
Miriam es jefa de Enfermería del Hospital Materno Infantil de Celaya, donde laboran 152 enfermeros divididos en seis turnos, de los cuales 10 son hombres y el resto mujeres.
Ahí en el Hospital Materno celebraron capacitándose con el tema “Actívate play”, con una rosa y un pequeño distintivo.
Para esta joven jefa de enfermeras, a ellas las define el cuidado de sus pacientes, la responsabilidad, trabajar en equipo coordinado entre diversas áreas y su pasión por servir.
“Lo más difícil son los momentos críticos donde perdemos la vida de los pacientes, es el momento que nos pega más, cuando las cosas no marchan bien, cuando algo se complica, cuando por situaciones de salud se nos van”, expone.
La enfermera Ana María Silva coincide en los momentos de dificultad por los que pasan sufren también.
“Lo más difícil es cuando alguien por diferentes causas nos toca estar en sus últimos momentos, trata uno con sentimientos de las personas que están conscientes de que van a pasar a otra vida como con los familiares, y sentir el dolor de la familia cuando pierde a un ser querido, o sentir el dolor de una mamá cuando tiene la pérdida de un bebé que no logra a terminar su gestación o pierden al bebé casi cuando debe nacer.
“Para mí es muy difícil estar cerca de las mamás jóvenes que por alguna complicación obstétrica que en un momento deben decidir entre su vida o la posibilidad de no volver a ser madres, a veces son muy jovencitas y tienen alguna complicación, es difícil imaginarnos estar en el lugar de las personas”.
Pero también hay buenos momentos: cuando terminan su carrera e ingresan a un hospital, o cuando sus pacientes salen adelante.
El estar en la jefatura de Enfermería -dice Ortiz- lo asume con responsabilidad en búsqueda junto con los directivos de la acreditación del Hospital Materno.
“No hemos tenido muertes maternas, nos ha ido muy bien, las pacientes han salido en pie del hospital, han regresado a darnos las gracias. El hospital se encuentra fuerte, trabajando con un equipo muy comprometido”.
No perder la sensibilidad ante el trabajo constante y pesado -dijo- es posible.
“Nosotros como profesionales elegimos ser enfermeros por nuestras actitudes y conocernos a nosotros mismos, un profesional de enfermería habla de una persona con mucha pasión, noble, con actitud de servicio; si perdemos el compromiso, la responsabilidad y la nobleza que nos caracteriza perdemos la esencia de ser enfermeros”.

Dos décadas de servicio

Ana María Silva López le tiene amor a su profesión, tanto que lleva ya 22 años como enfermera.
Es enfermera quirúrgica de profesión, y no se quedó ahí, estudió también Administración y una maestría.
Es originaria de Celaya y comenzó su trabajo en el ISSSTE, su primera experiencia fue en el área de Hospitalización, y luego en Tococirugía.
“Veía la necesidad de apoyar en las cirugías para las cesáreas y es cuando decido ser enfermera instrumentista; me fuí a México a hacer un curso postécnico de enfermería quirúrgica y regreso a Celaya, donde me ofrecen el puesto de jefatura de Enfermería en el ISSSTE el cual desempeñé por tres años, después regresé al área operativa al quirófano, central de urgencias”.
Actualmente es supervisora en el Hospital Materno y la responsabilidad -dice- siempre es la misma: luchar por las vidas.
“Creo que lo más importante es no perder el humanismo, no perder ese sentir en el dolor de las otras personas, no hay una manera de prepararse y decir: a mí no me va a doler o no lo voy a sentir; es acompañar a las personas en ese momento y ponernos en su lugar, pensar cómo quisiéramos que nos atendieran en un momento así”.
Ana María decidió ser enfermera porque cuando era niña se enfermaba con frecuencia y eran frecuentes las visitas al hospital.
“Yo veía el trato de las enfermeras con las personas, siento que de mis visitas a los hospitales fue mi decisión de estar en el lugar de las personas que a mí me apoyaron”.
Dice que lo más feliz es ver salir a sus pacientes recuperados.
“El pago más grande que podemos tener es que nuestros pacientes se recuperen, se vayan por su propio pie”.

Dos décadas de servicio

Ana María Silva López le tiene amor a su profesión, tanto que lleva ya 22 años como enfermera.
Es enfermera quirúrgica de profesión, y no se quedó ahí, estudió también Administración y una maestría.
Es originaria de Celaya y comenzó su trabajo en el ISSSTE, su primera experiencia fue en el área de Hospitalización, y luego en Tococirugía.
“Veía la necesidad de apoyar en las cirugías para las cesáreas y es cuando decido ser enfermera instrumentista; me fuí a México a hacer un curso postécnico de enfermería quirúrgica y regreso a Celaya, donde me ofrecen el puesto de jefatura de Enfermería en el ISSSTE el cual desempeñé por tres años, después regresé al área operativa al quirófano, central de urgencias”.
Actualmente es supervisora en el Hospital Materno y la responsabilidad -dice- siempre es la misma: luchar por las vidas.
“Creo que lo más importante es no perder el humanismo, no perder ese sentir en el dolor de las otras personas, no hay una manera de prepararse y decir: a mí no me va a doler o no lo voy a sentir; es acompañar a las personas en ese momento y ponernos en su lugar, pensar cómo quisiéramos que nos atendieran en un momento así”.
Ana María decidió ser enfermera porque cuando era niña se enfermaba con frecuencia y eran frecuentes las visitas al hospital.
“Yo veía el trato de las enfermeras con las personas, siento que de mis visitas a los hospitales fue mi decisión de estar en el lugar de las personas que a mí me apoyaron”.
Dice que lo más feliz es ver salir a sus pacientes recuperados.
“El pago más grande que podemos tener es que nuestros pacientes se recuperen, se vayan por su propio pie”.

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