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Hoteles de alta montaña

Hoteles al rededor del mundo disponen rincones a miles de metros sobre el nivel del mar que ofrecen escape de aire puro y seductores paisajes.

Escrito en Guanajuato el

Están a otro nivel, y no sólo por su altura, sino por las condiciones que se generan en este natural entorno: aire puro y silencio. Los viajeros sacan su espíritu más aventurero y recorren los alrededores en bicicleta, con esquíes, a bordo de una lancha o caminando. Otros prefieren estar resguardados y desde la ventana admirar cómo cae la nieve o el río pasar mientras beben un chocolate caliente y comen carne asada.
Las experiencias estéticas en este tipo de lugares comienzan desde el trayecto: abandonar las áreas urbanas y los tonos grises paulatinamente, mientras se aprecia el cambio a tonos que reflejan sitios con menos seres humanos pone de buen humor. Apenas a la llegada se ha olvidado por qué uno vive en la ciudad y no acá arriba, donde el trascurrir del tiempo es diferente.
Ya sea que se tenga vena de explorador o no, estos hoteles resultan la sede perfecta del reencuentro con la naturaleza.
Ruta sudamericana

El Valle de Uco, en Mendoza, Argentina, es un paraje que, nada más por la vista que ofrece a los Andes nevados, bien vale una visita. Si a eso se le suma que es casa de algunas de las máximas experiencias gastronómicas y de vinos en el mundo, tiene que considerarse como un destino a visitar al menos una vez en la vida.
The Vines of Mendoza resulta el hotel ideal para hospedarse, ya que junta ambas cualidades de la región, y de ahí pueden tomarse tanto tours por las montañas como caminatas por los viñedos.
La lujosa finca está rodeada por miles de hectáreas de viñedos y bodegas de distinguidos productores de vino, que abren sus puertas a los visitantes para probar la uva arrancada de la mata, luego el jugo que se extrae para iniciar el proceso, un vino reposando en la barrica, esperando el punto ideal, y las joyas más exquisitas ya terminadas.
El recorrido a caballo en los Andes, las salidas de rafting por ríos de aguas heladas, las caminatas interminables por senderos de uva y el esquí en invierno harán que los visitantes consideren éste como un posible hogar en el futuro.

Aislado del mundo

Fiordos, lagunas congeladas, ríos, volcanes activos, bosques que terminan en el mar, y praderas llenas de ovejas presume este rincón en la isla sur de Nueva Zelanda, en la región de Otago.
Blanket Bay es uno de los lodges más especiales del país, con un doble lujo, el que brinda en sus habitaciones y el que la naturaleza le regaló a Nueva Zelanda: Los Alpes del Sur, una de las cadenas montañosas más espectaculares del mundo.
Quedarse todo el día en esta propiedad, rústica pero refinada, descansando en la alberca o caminando en los alrededores puede resultar un plan agradable para un par de días en el lodge. Sobra decir que cada alimento consumido aquí, realizado por chefs locales e internacionales, posee una soberbia calidad.
Tours en lanchas jet (jetboat) se pueden tomar por los cañones del río Shotover; recorridos por helicóptero en Milford Sound, clases de astronomía aprovechando un paisaje con nula contaminación de luz y paseos por viñedos completan la experiencia.

De frío y sol

La nieve es el mejor de sus atributos. Cada invierno Deer Valley, en Park City, Utah, a una hora de Salt Lake City, se convierte en un elegante y refinado pueblito de esquiadores, exigentes en gastronomía, cultura, diversión y, desde luego, hospedaje.
Stein Eriksen Lodge posee una ubicación privilegiada, con enormes suites que dan justo a las Rocallosas. La propiedad tiene, apenas a la salida, descensos para esquiar; los huéspedes salen equipados desde el lobby.
En este lujoso pueblo, el transporte entre los resorts es gratuito, la cocina es impresionante tanto en las cabañitas de la montaña como en los restaurantes del centro y las boutiques de alta gama se esparcen por todos lados.
Para las temporadas de verano Park City no pierde encanto, ya que ofrece rutas de ciclismo y pesca en ríos y lagos, además de sus negocios distintivos: destilerías, heladerías artesanales, librerías y tiendas de arte y diseño.

A la mitad de la Tierra

Unos 70 kilómetros al sur de Quito, la capital ecuatoriana, se revelan los secretos de la sierra andina, tierra de aves y ríos que llegan hasta el Amazonas. Estamos en Termas Papallacta, un lujoso resort con cabañas y suites rodeadas de albercas de aguas termales y spas cuya fama ha colocado este pueblito en el mapa.
Las aguas, cuya temperatura fluctúa entre los 36 y 42 grados, son ligeramente saladas pero inodoras, una característica rara entre las aguas de este tipo. Los visitantes gozan de las propiedades termales y minerales de esta pura corriente.
Además, en este valle hay que aprovechar los senderos que discurren junto a los ríos, diseñados para que el viajero elija el tiempo que quiere pasar en ellos, ya sea una, dos, cuatro o hasta ocho horas de caminata. En el camino es posible encontrar tapires, llamas, cóndores, águila y armadillos.

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