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NIKITO NIPONGO

¡Friedrich Trumpf suplicaba en su carta que no lo deportaran!

NIKITO NIPONGO

Escrito en Hidalgo / Opinión el
¡Friedrich Trumpf suplicaba en su carta que no lo deportaran!

Nunca debemos olvidar de dónde venimos, para ser lo que somos, ya lo dijo el gran Lucas Alamán, “nosotros somos gracias a los que fueron, si no, no fuéramos nada”.

En medio de las polémicas deportaciones de la nueva administración Trump, que separa familias, obligando a padres y madres a exiliarse, resurge con ironía esta histórica carta de su abuelo mostrando un dolor similar. La carta es un ruego al príncipe Luitpold de Bavaria, quien por aquel entonces gobernaba Kallstadt, para no ser deportado de nuevo a los Estados Unidos.

La carta no funcionó y el abuelo de Trump se vio obligado a regresar a los Estados Unidos porque su propio país, Alemania, lo estaba deportando. Esta carta que fue sacada de los archivos alemanes ahora da la vuelta al mundo mostrando los motivos que argumentó el abuelo de Donald Trump para no ser deportado de su país natal.

“¡Su serenísimo y poderosísimo Príncipe Regente! ¡El más gracioso regente y señor!

Nací en Kallstadt el 14 de marzo de 1869. Mis padres eran trabajadores de los viñedos honestos y piadosos. Ellos me condujeron estrictamente a todo lo que es bueno, con diligencia y piedad, a asistir regularmente a la escuela y a la iglesia, a la completa obediencia de la autoridad.

Después de mi confirmación en 1882, aprendí el oficio de barbero. Emigré en 1885, cuando cumplí 16 años. En América llevé mi negocio con diligencia, discreción y prudencia. La bendición de Dios estaba conmigo, y me volví rico. Obtuve la ciudadanía estadounidense en 1892. En 1902 conocí a mi esposa. Tristemente, ella no podía tolerar el clima de Nueva York, por eso regresé con mi adorada familia a Kallstadt.

El pueblo me recibió con gusto como un ciudadano capaz y productivo. Mi anciana madre estaba feliz de ver a su hijo y a su nuera, así como a su nieta; ella sabe que cuidaré de ella cuando sea mayor.

Pero fuimos confrontados, como si cayera un rayo, con las noticias de que el ministerio del Estado Real decidió que debemos dejar nuestra residencia en el reino de Bavaria. Quedamos paralizados, nuestra familia sufrió de terrible ansiedad y mi amada hija se enfermó.

¿Por qué deberíamos ser deportados? Esto es muy, muy difícil para una familia. ¿Qué pensarán nuestros conciudadanos si sujetos honestos son tratados así? Sin mencionar las grandes pérdidas materiales que sufriremos. Quisiera volver a ser un ciudadano bávaro de nuevo.

En esta situación urgente, no tengo otro recurso que volver los ojos a nuestro adorado, noble, sabio y justo señor, nuestro gobernante, altísima excelencia, quien ha llorado muchas lágrimas, quien ha gobernado tan benéfica y justamente, y dulcemente amado, con la petición más humilde de que el señor tenga piedad y permita a su siervo quedarse en el más gracioso reino de Bavaria.

Su más humilde siervo,

Friedrich Trumpf”.

Caprichos del destino: a Friederich Trump le impidieron regresar a su Alemania natal. Tuvo que quedarse, contra su voluntad, en los Estados Unidos.

Escrito en Hidalgo / Opinión el