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Hablan las esclavas sexuales de la Segunda Guerra Mundial en Filipinas

Más de 70 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, las llamadas "mujeres de consuelo" filipinas, siguen pidiendo justicia.

Escrito en León el
Hablan las esclavas sexuales de la Segunda Guerra Mundial en Filipinas

Esta semana, la mujer de 89 años estaba parada bajo el sol abrasante afuera del palacio presidencial Filipino, con la esperanza de enfatizar su punto.

Adentro, los dignatarios locales le daban la bienvenida al emperador de Japón y la mujer, Hilaria Bustamante, quería que él conociera su historia.

En 1943, ella transitaba a pie por un camino en la provincia, durante la ocupación japonés de las Filipinas, contó, cuando la secuestraron tres soldados japoneses que la lanzaron dentro de un camión y la golpearon. Tenía 16 años de edad.

La llevaron a una guarnición japonesa cercana y la metieron en una choza con otras tres mujeres. Ahí, lavaba ropa y cocinada durante el día, y seis o más soldados la violaron cada noche. Durante 15 meses.

“El gobierno japonés es responsable de lo que me pasó”, dijo. “Nunca le dije a nadie, excepto por mi madres, sobre lo que me pasó. Me sentía demasiado avergonzada. Pero ahora quiero que la gente sepa”.

Las historias de las mujeres de Corea a las que el ejército japonés obligó a ser esclavas sexuales antes y durante la Segunda Guerra Mundial son notorias en todo el mundo. La mayoría de las aproximadamente de 80,000 a 200,000 o más esclavas sexuales eran de Corea, donde el tema ha sido un trauma nacional no resuelto, que ha entorpecido las relaciones con Japón desde hace mucho.

Sin embargo, las mujeres, eufemísticamente llamadas mujeres de solaz, provenían también de otras partes, pero eran los países ocupados por Japón los que proporcionaban a la mayoría, incluidos China, Corea y Filipinas.

Investigadores en Filipinas dicen que fueron más de mil chicas y mujeres en el país a las que los japoneses esclavizaron sexualmente durante la Segunda Guerra Mundial. Aún viven unas 70.

El mes pasado, Japón ofreció una disculpa formal y un pago de 8.3 millones de dólares a las coreanas obligadas a ser esclavas sexuales. Sin embargo, el gobierno japonés no se ha disculpado oficialmente, ni ha pagado alguna indemnización a las de las Filipinas y otros países.

“El gobierno japonés hizo algo por las mujeres en Corea, ¿por qué no puede hacer algo por las mujeres aquí?”, dijo Rechilda Extremadura, la directora ejecutiva de la Liga de Mujeres Filipinas, una organización de ex esclavas sexuales de las Segunda Guerra Mundial. El presidente Benigno S. Aquino III “se está postrando para no tener que plantear el tema”, dijo ella.

Contó que, como algo rutinario, el ejército japonés estableció “estaciones de solaz” en las guarniciones, las cuales esclavizaban sexualmente a las niñas y mujeres filipinas. Sin embargo, las víctimas en las Filipinas no recibieron la atención que se les dio a otras mujeres en otros países, en parte, debido a la mala defensa por parte del gobierno filipino, añadió.

Así es que un puñado de las que fueron mujeres de solaz que sobrevivieron, las que podían hacerlo, organizaron varias protestas tranquilas esta semana, durante la visita de Estado de cinco días del emperador Akihito de Japón. La visita concluyó el sábado y estuvo adornada con el simbolismo de la, a menudo, violenta historia que comparten ambos países.

El emperador de 82 años quien estuvo en Filipinas en 1962, se reunió en privado con Aquino y visitó los monumentos dedicados a soldados japoneses y filipinos que pelearon durante la Segunda Guerra Mundial.

Durante su reunión con Aquino, el emperador expresó remordimiento por las atrocidades que cometió el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial, pero, para decepción de algunas de las sobrevivientes filipinas, no mencionó específicamente a las víctimas de la esclavitud sexual.

En 1993, el gobierno japonés emitió una disculpa, conocida como la declaración Kono, en la cual reconocía, por primera vez, que su ejército había estado, por lo menos, indirectamente involucrado en coaccionar a las mujeres para ser esclavas sexuales durante la Segunda Guerra Mundial. Después, se estableció un fondo con donaciones particulares en Japón para hacerles pagos a algunas mujeres de solaz en países asiáticos.

Sin embargo, muchas de ellas rechazaron los pagos porque no provenían del gobierno y encontraron que la disculpa de Yohei Kono, el principal secretario del gabinete de Japón, era inadecuada al describir el alcance de las atrocidades.

El portavoz presidencial de Filipinas dijo el miércoles que el problema de las mujeres de solaz era un asunto que debería abordarse con el jefe del gobierno japonés, el primer ministro Shinzo Abe, y no con el emperador, el cual tiene un cargo, en gran medida, ceremonial.

Es frecuente que se entierre el delicado problema de las atrocidades sexuales japonesas durante la guerra entre los problemas contemporáneos más generales que encaran ambos países, explicó Ricardo José, un profesor de historia en la Universidad de Filipinas.

Japón es el mayor socio comercial de Filipinas y el mayor donador de ayuda; ha aportado 20,000 millones de dólares en asistencia para el desarrollo desde los 1960, según la embajada japonesa en Filipinas. Los países también han compartido inquietudes sobre la creciente agresividad de China en relación al mar de la China Meridional, donde Japón y Filipinas tienen disputas territoriales con China.

Según José, el emperador japonés está bien posicionado para abordar los agravios históricos entre ambos países porque no es un personaje elegido y puede ser la voz moral sobre el tema.

“El pueblo japonés lo respeta muchísimo”, dijo José. “Si él reconociera este problema y expresara un remordimiento grave, ese sería un enorme paso hacia adelante”.

El emperador no abordó muchos problemas contemporáneos durante su visita, aunque sí mencionó, en una broma a Aquino que, en parte, muchos de los vehículos japoneses que se venden en Filipinas son los causantes de los notorios congestionamientos de tránsito en Manila.

Extremadura, quien estaba sentada con unas cuantas filipinas de solaz sobrevivientes, en la oficinita de su organización, el jueves, dijo que estaba exasperada.

“¿Pueden bromear sobre el tránsito, pero no pueden hablar sobre lo que les pasó a estas mujeres?”, preguntó.

Bustamante bajó la mirada hacia sus manos, sobre su regazo.

“Estaba contenta por la visita del emperador, porque pensé que él podría hacernos justicia”, dijo. “Pero nunca nos mencionó”.

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