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Orgullo de Guanajuato

La producción de La Cenicienta, del Teatro del Bicentenario, incluye entre sus aciertos la labor de los paisanos Luis Martín Solís e Iván López Reynoso.

Escrito en León el
Orgullo de Guanajuato

A mí la primavera me vuelve loca. Sí, con las primeras semanas de un solecito rico y un calor agradable me pongo eufórica creyendo que la vida es hermosa y todo es posible. 
En pleno ataque de euforia me pidieron que cubriera la ópera, en plena apoteosis de alegría les dije que claro que sí, que muy gustosa, que marchando ando y tecleando vivo. Esa misma noche, entre un desvelo del mismo tamaño de la dichosa euforia primaveral, miré durante horas interminables el techo de mi cuarto pensando en que mas le valía a la primavera que me diera un momento de inspiración para lograr sacar adelante este trabajo periodístico. Por lo que con euforia y un poco de pánico les presento en estas líneas el nuevo proyecto: un paseo por la producción de la ópera La Cenicienta que se está fraguando en este instante en el Teatro del Bicentenario.
El propósito de mis desvelos es una idea de lo que requiere la producción de una ópera, para que se enteren de quiénes son esas personas que cantan y para que el día de la función sepan de qué va el asunto y puedan presumir con los de la fila que se saben de pe a pa todo, para que sorprendan a los de la oficina con un comentario sobre el aria de la Cenerentola (decirlo en italiano te da más credibilidad, ¿ves?) pero sobre todo, para que se beban cada nota y se tatúen cada color que sucederá esa noche.
Si decides ser artista, escoges una disciplina y estudias hasta que se te acaben las fuerzas. Cuando quieres complicarte la vida y romper los límites de la interpretación, escoges a la ópera como el marco de tus días. Un cantante es consciente de la proeza y el esfuerzo que es cantar piezas que vuelven a las cuerdas vocales pomada, mientras te pones en una postura que favorezca el tránsito del aire de tus rodillas hasta la butaca más alejada, teniendo un vestuario hermoso pero incómodo mientras al mismo tiempo ofreces una interpretación digna de un Oscar… todo eso es un segundo en una ópera. Un actor no podría hacerlo, un cantante tampoco… pero aquellos que tienen ambas capacidades son los afortunados de tocar el cielo con sus voces, tocar la tierra con su actuación y tocar lo más profundo de los corazones de los que los vemos y oímos.
Detrás de esa labor, se encuentran dos genios que llevan a cada uno de los intérpretes al punto de la sublimación. Ambos trabajan en conjunto, uno detrás de una batuta enfocado a la música y otro sobre las tablas enfocado a la interpretación. Ambos son unos genios y ambos son de Guanajuato. 
Iván Lopez Reynoso y Luis Martín Solís son los que están detrás de esta producción y yo estoy honrada de escribir estas líneas sobre ellos.
Cuando se entrevista a una persona sobre su trabajo, se tiene contacto de viva voz y se bebe su experiencia. Cuando supe que tendría que entrevistar al director escénico, me pregunté que carajos (no es una grosería, es un adjetivo contundente) podría yo hablar con él. La situación se resolvió: escuché sus historias como una “groupie” consciente de su posición de esponja que debe absorber todo lo que se le dice. 

Luis Martín Solís

En estas líneas les comparto algunas de esas “absorciones”: Luis Martín Solís, director de escena de La Cenicienta, es un leonés de una larga trayectoria teatral que me mostró lo que es la obsesión por la experimentación. Su trabajo es interpretar lo que un hombre escribió siglos atrás y volver esa interpretación en algo actual.
Me contó sobre la importancia de volver vivo un personaje a través de presentar las facetas claras y obscuras, el jugar con la moneda del bien y el mal dentro de una personalidad. 
Me indicó el gozo que tiene al trabajar en una ópera y de la fortuna que siente al tener un equipo proactivo que le sigue en todas sus indicaciones de una forma magistral. 
Resaltó lo profundo que es Rossini y me habló de lo complejas, expuestas y transparentes que son las actuaciones bufas.
El maestro Solís lleva 28 años dirigiendo. Tiempo en el que ha aprendido a manejarse con las políticas culturales del país. Comparte la opinión sobre la necesidad de una planeación cultural que dure más que una persona sentada en la silla presidencial. Es consciente de que el patrimonio cultural es mucho y muy variado y que lo único que nos separa de un desarrollo como sociedad es más disciplina y estructuras sólidas para apoyar a la propuesta cultural.
Este hombre representa con cada movimiento e indicación lo que es un director con calidez humana pero que explota al máximo la capacidad de los solistas. No se conforma con que canten, quiere que conmuevan. Que logren esa unión entre la habilidad de interpretar un personaje redondo que al mismo tiempo interpreta arias bastante complicadas del repertorio operístico.

Iván López Reynoso

Por su parte, el director musical, Iván López Reynoso, es la batuta que dirige a la protagonista de la ópera, la música. Lo conocí cuando vino a la ópera del Barbero de Sevilla. Debo confesar que me intimidó que fuésemos de la misma edad y que su nombre apareciera en google como 500 veces; que él estuviera dirigiendo la ópera con la misma facilidad y pasión con la que yo espero a que sea viernes. Sin embargo, en cuanto bajó la batuta, les dio las buenas noches a los músicos de la orquesta, se acercó y me comentó que lo único que quería era estar en su cuarto de hotel y ver la serie Family Guy… un chavo normal de veintitantos con un talento proporcional a su aparición en las búsquedas de google.
Su éxito se debe a su gran talento y preparación. Una serie de eventos afortunados le fueron creando el lugar en el que está: La película Fantasía le mostró su pasión por la música, el Conservatorio de las Rosas lo preparó desde muy joven, toca el violín el piano y es contratenor, una invitación a tocar una ópera a piano y a dirigir un ensayo lo puso en primera fila para que Raúl Falcó le diera su primera ópera: Las Bodas de Fígaro, misma que lo puso en la mira de Octavio Sosa para que fuese asistente de director en la Compañía Nacional de Ópera, donde tuvo su primera Gala y en donde conoció al maestro Alonso Escalante, director del Teatro del Bicentenario quien sería el que posteriormente lo invitaría a participar como director de las óperas Rossinianas. Mientras sucedía esto, era asistente de dirección de la OFUNAM. Lo sé, toda una ecuación al éxito.
Visto así, puedo resumir que toda carrera se reduce a talento, preparación y estar en el lugar adecuado en el momento adecuado y esos factores conjugaron a favor de Iván para que en el Festival de Rossini en Pesaro, Italia, descubriera su misión en la música. Decidió que el estudio de la obra de Rossini sería su aportación al gigante mundo del estudio de la ópera. 
Ambas cabezas son las que recibirán los aplausos y el ramo de flores en cuanto baje el telón. A ambos les aplaudiré desde mi butaca, y me fijaré en cada detalle, en cada movimiento, en cada aria y pensaré que en gran parte ese momento se los debo a ellos. Estaré orgullosa, esperando a que sus nombres aparezcan en buscadores de google a nivel internacional, y cada vez que diga de dónde soy sabré lo que mi gente está haciendo fuera de esta ciudad, de este estado, para que nuestro México sea una referencia cultural y artística.
Hoy, después de mi nerviosismo al hacer las entrevistas, me puedo dar el lujo de agradecer el momento que me dieron para contarme de sus carreras y de sus días. Del trabajo en este país tan complejo que nos tocó por suerte y de esta pasión que compartimos por crear, producir y difundir lo que es el teatro, la lupa de nuestra sociedad, el espejo del ser humano. 

 

Director de escena
Luis Martín SolÍs

  Nació en León. Ha vivido en la CDMX la mayor parte de su vida. 

  Tiene una preferencia por la dirección escénica operística. 

  Fue Director invitado en el Middlebury College Vermint en EUA del 2009 al 2014.

  Él considera que en esta caso su labor, es un trabajo de co-dirección con Erika Torres, coreógrafa de la puesta en escena. 

  Recibió el Premio Nacional de la Juventud en Teatro, ha sido becario del FONCA. 

 

Director musical
Iván López Reynoso

  Nació en 1990 en la ciudad de Guanajuato. 

  Primer mexicano en dirigir el Festival de Ópera de Rossini en Pesaro, Italia, con la ópera El viaje de Reims.

  Debido a este festival descubrió su predilección por el análisis y estudio de la obra de Gioachino Rossini.

  En la producción de La Cenicienta, además de dirigir la ópera, tocará el clavecín. 

  Aparte de ser director musical, toca el piano, el violín y es contratenor. 

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