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Frustran estrategia del cáncer

Investigadores logran penetrar el escudo protector de la enfermedad con fármacos que han demostrado ayudar a pacientes con cáncer de melanoma, riñón y

Escrito en León el

Durante más de un siglo a los investigadores les desconcertó la habilidad de las células cancerígenas para evadir al sistema inmunológico.
Sabían que estas células eran grotescamente anormales y que deberían ser eliminadas por los glóbulos blancos. En cajas de petri, los glóbulos blancos podían atacar a las células del cáncer. Entonces, ¿cómo es que sobrevivían los cánceres en el cuerpo?
Cuando surgió la respuesta, en años recientes, lo hizo con un elemento extra: una forma de frustrar la estrategia de un cáncer. Los investigadores descubrieron que los cánceres se envuelven en un escudo protector invisible y que podían penetrar ese escudo con los fármacos adecuados.
Hasta el momento, los medicamentos han sido sometidos a pruebas y han demostrado ayudar a pacientes con cáncer de melanoma, riñón y pulmón. En estudios preliminares, también parecen ser efectivos en cáncer de seno, ovarios, colon, estómago, cabeza y cuello.
Aún es muy pronto, y aún hay interrogantes. Sin embargo, los investigadores creen estar viendo el albor de una nueva era en la medicina contra el cáncer.
“Increíble”, dijo Drew Pardoll, director de investigación de inmunoterapia en la Escuela de Medicina Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland. Este periodo será considerado un parteaguas en la historia de la medicina, dijo.
La historia de los nuevos tratamientos contra el cáncer comenzó con el descubrimiento de cómo eluden ataques los cánceres. Resultó que utilizan los propios frenos del cuerpo, que normalmente apagan al sistema inmunológico después de que éste ha hecho su labor de matar células infectadas por virus.
Uno de esos sistemas de frenado usa una molécula, la PD-1, en la superficie de las células T del sistema inmunológico. Si una célula objetivo tiene moléculas conocidas como PD-L1 o PD-L2 en su superficie, la célula T no puede atacarla. Así que algunas células de cáncer se envuelven en esas moléculas. El descubrimiento llevó a una idea: quizás un medicamento que cubriera alguna de esas moléculas PD permitiría al sistema inmunológico desempeñar su labor.
El primer indicio de que podría traspasarse el escudo protector de un cáncer llegó en el 2010, tras una prueba clínica del fármaco ipilimumab en pacientes con un melanoma por lo demás intratable. Los pacientes que tomaron el medicamento sobrevivieron un promedio de 10 meses, o cuatro meses más que los pacientes asignados aleatoriamente a un tratamiento distinto. Alrededor del 20% de los pacientes que respondieron ya han sobrevivido 10 años.
El fármaco fue aprobado para el melanoma en marzo de 2011, con un precio elevado -120 mil dólares para una ronda de terapia. Tenía otra desventaja. Al desencadenar el sistema inmunológico, en ocasiones llevaba a ataques contra células normales. Sin embargo, la prueba clínica demostró el concepto.
Suzanne Topalian, profesora de cirugía y oncología en Johns Hopkins, fue una de las primeras en probar los nuevos medicamentos en pacientes. Su prueba comenzó en el 2006, con 39 pacientes que recibieron un bloqueador de PD-1, fabricado por Medarex, compañía adquirida más tarde por Bristol-Myers Squibb.
El estudio analizó que el medicamento no presentara peligro, no su efectividad. Sin embargo, una paciente tuvo una regresión parcial de su tumor.
Eso llevó a estudios de dos fármacos de Bristol-Myers: uno que bloquea la molécula PD-1 y otro que bloquea la PD-L1. Los estudios incluyeron a 503 pacientes con una diversidad de cánceres avanzados que habían agotado otras opciones. Una proporción significativa de pacientes respondió, incluyendo al 18% de 76 pacientes con cáncer de pulmón que tomaron el bloqueador de PD-1 y el 10% de los 49 que tomaron el de PD-L1.
Los investigadores se sienten alentados por los pacientes cuyos cánceres fueron detenidos por los medicamentos, pero advierten que estos pacientes son inusuales.
Sin embargo, algunos pacientes, como dos que recibieron tratamiento en Johns Hopkins, se han convertido en emblemas de esperanza.
En el 2007, M. Dennis Sisolak, de 72 años, un ingeniero jubilado de Bel Air, Maryland, se enteró de que tenía cáncer de riñón. El cáncer se había extendido. Después de que probó dos nuevos medicamentos infructuosamente, su médico, Charles G. Drake, especialista en cáncer del riñón en Johns Hopkins, lo inscribió en una prueba clínica en fase inicial para un inhibidor de PD-1. Escaneos mostraron que su cáncer desapareció y no ha regresado, aún cuando no ha recibido tratamiento durante un año.
David Gobin, de 63 años, un policía jubilado de Baltimore, tiene una historia similar. Se enteró de que tenía cáncer de pulmón en el 2008. Se sometió a cirugía para extirpar parte de su pulmón derecho, luego a radiación y quimioterapia. Dos años después, el cáncer había regresado y se había extendido. Se sometió a más cirugías, más quimioterapia y más radiación.
En el 2010, ingresó a la prueba clínica de un medicamento experimental que interfiere con el crecimiento celular, pero sin éxito. Entonces, su médico en Johns Hopkins sugirió una prueba en Fase 1 de un fármaco anti-PD-1. Sus tumores se redujeron significativamente y no han crecido, aún cuando dejó de tomar el medicamento hace ocho meses.
“Estuve en el lugar preciso en el momento preciso”, dijo Gobin. “Siempre tendré cáncer, pero saben qué, puedo vivir con él”.

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