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Aprovechan espacio pero suman conflictos

En edificios de departamentos se sacrifica el confort para acercar los servicios, pero la convivencia social resulta difícil

Escrito en León el

La vivienda vertical es una solución para el desarrollo urbano al ofrecer más viviendas en menos espacio, pero representa un problema en la convivencia social según expertos y habitantes de los inmuebles.
El 21 de octubre el alcalde Héctor López Santillana informó que su Administración tiene un proyecto de densificación de la mancha urbana, que implementará en los próximos tres años.
Esto incluye que en el Centro de la ciudad el Municipio buscará aprovechar baldíos para implementar edificios con todos los servicios integrados.
“No podemos seguir generando mayor tensión porque tenemos la vivienda en un lugar, los centros de trabajo en otro, las áreas comerciales y de educación en otro”, dijo el Alcalde hace un par de semanas.
En los últimos tres años la Dirección de Desarrollo Urbano recibió 162 solicitudes para edificar viviendas verticales de dos pisos en adelante; 92 fueron aprobadas.
Ahora se construyen edificios en 21 colonias de León como Colinas de San Francisco, La Campigna, Valle de Otates, El Coecillo, San Juan de Dios, Real Providencia II y Azteca, entre otras.
El problema

Expertos en psicología y arquitectura aseguraron que los conjuntos habitacionales pueden resolver el diseño de urbanización para densificar a la sociedad, pero el hacinamiento genera conflictos entre vecinos.
“Estamos planteando que las sociedades se vienen violentando y en el tipo de construcciones que se vienen haciendo en 10 o 15 años la violencia será peor, porque hoy tenemos familias transgeneracionales de abuelos, tíos, todos en una casa; no puede ser que una pareja viva en su dormitorio con los hijos también, son tipo cárceles para ir a dormir.
“De ahí también salen las fobias sociales como evitar el contacto por estar tan hacinados en una casa, entonces afuera no quieres que nadie se te acerque”, aseguró Leonardo M. Dorony Saturno, psicólogo y catedrático de la Universidad Iberoamericana campus León (UIA).
Consideró también que falta conciencia comunitaria para poder vivir en edificios.
“Hay que tener una conciencia comunitaria para vivir en un edificio y al no tenerla es nefasto.
“En los edificios de alta categoría una empresa se encarga de cobrar los gastos comunes, pero en los edificios populares donde la gente lo único que tiene es para comer, deja de pagar gastos comunes; en Francia ya lo hicieron de 10 pisos y fue nefasto, la vida social se destruyó, los tuvieron que derrumbar y hacer otra cosa”, puntualizó Dorony Saturno.
Departamentos mini

La vivienda vertical sacrifica el confort de las familias y el espacio por acercar servicios como agua, luz y transporte.
“Las políticas públicas apenas van encaminadas a fomentar estas construcciones en León y el estado, que como desarrollo urbano son más benéficos pero en el desarrollo social son complicados.
“En México, las principales ciudades no dieron la respuesta necesaria para los vecinos que viven en los departamentos, porque si sacrifico el jardín y cochera hay que justificarlo en áreas comunes y aprender a tener vecinos, a ser tolerantes al ruido y costumbres de otras familias.
“Lo que pasa es que los espacios son muy pequeños, escasamente de entre 40 y 50 metros cuadrados, eso genera problemas de desarrollo humano”, dijo Luis Gerardo Ramírez Pérez, empresario de la construcción, ex vicepresidente de la Cámara de la Construcción y ex presidente del Colegio de Arquitectos de León y del estado.
Paredes de tablarroca

Según mencionaron vecinos de viviendas verticales en colonias como Las Arboledas o Azteca, la música a todo volumen, bebés que lloran de día y noche, las peleas entre parejas o una simple plática, todo se escucha a través de las paredes.
“Uno no puede hablar en la cocina porque escuchan todo en la cocina del vecino, se oyen los bebés que lloran en la madrugada y cuando la gente grita, en ocasiones eso no deja dormir. Otro problema es cuando la gente tiene perros y no les lava, es una peste insoportable; o que ya se le tiró el agua al vecino de arriba y a uno se le humedecen las paredes o el techo”, dijo Lorena Escalante, vecina de la colonia Azteca.
Según explicó Luis Gerardo Ramírez, que el ruido atraviese las paredes se debe al sistema de construcción que ve la economía y rapidez pero sacrifica el confort de la familia con paredes de tablarroca.
“Las inmobiliarias están construyendo edificios de tablarroca, eso no da seguridad, es un patrimonio que no tiene la suficiente solidez durable”, indicó el arquitecto.
El costo promedio de las viviendas de interés social en edificios de dos o más pisos va de 250 mil a 350 mil pesos.

Los puntos a favor

Según expresaron arquitectos y diseñadores urbanos, los puntos a favor que tienen las viviendas verticales son la economía y que los servicios quedan más cerca.
“Lo positivo de las viviendas verticales es que se aprovecha el espacio consolidado, los servicios como agua, luz, basura, teléfono y drenaje, además del transporte público, y potenciamos el uso del suelo, pues en 100 metros cuadrados podemos desarrollar hasta cinco departamentos
“Si se pretende seguir ese modelo, tiene que cambiar la normativa a un término de condómino, porque ahora es general y para tener servicios básicos como agua, si son 10 departamentos y dos no pagan, los demás se perjudican, pero al ser condóminos si no pagan en cierto tiempo, quien dio el préstamo como Infonavit, puede retirar la casa por la deuda que afecta a los demás”, mencionó Ramírez Pérez.
Por su cuenta, el arquitecto Ernesto González del Castillo, director del Departamento de Arquitectura y Diseño en la Universidad Iberoamericana campus León (UIA) y ex director de Desarrollo Urbano en León, aseguró que la vivienda vertical es la solución más que problema.
“La parte alarmante es que cada vez somos más con menos territorio, León ha crecido de manera expansiva, hay que densificar, ocupar lo que está ocioso, creo que tenemos un bajísimo índice de espacio público y mal diseñado.
“Hay familias numerosas, viviendas pequeñas y se generan conflictos intrafamiliares, pero sí podríamos compensarlo con parques más amplios”, explicó González.
“Si tenemos el mismo terreno y lo llenamos de casitas, tal vez tengamos mil 500 habitantes con un área de donación; pero si en lugar de eso tenemos el mismo número de viviendas en tres o cuatro torres, va a quedar un área verde mucho mayor, van a tener plaza, jardín, parque, más espacios comunes y se puede bajar el costo de la vivienda, hay que buscar el crecimiento.
“(En cuanto al ruido), escuchar lo que dicen los vecinos también pasa en casas, y al tener viviendas en espacios reducidos siempre se tendrá esa pérdida de privacidad, pero un buen diseño lo contrarresta”, señaló González del Castillo.

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