Ganar no lo es todo, es importante, pero no lo es todo. No es entrar en sofismas baratos ni frases hechas con el afán de desviar la atención: el León ganó y ganó bien, con lo justo, pero le trajo tres puntos importantes en la tabla general y sobre todo, sumó en la confianza.

Confianza que se notaba extraviada en el campo en pases equivocados de la defensa, en las centros al área que no llegaban, en los desbordes que morían justo antes de comenzar.

El León necesitaba convencerse de que sí puede y ante el Querétaro lo logró. No hablemos de salud, hablemos sólo de signos de mejoría.

Falta mucho torneo, no tanto como el mismo equipo verdiblanco quisiera.

Aún no nos podemos aventurar y asegurar que ha pasado lo peor, el equipo sigue en el penúltimo lugar de la tabla general y es uno de los equipos con peor diferencia de goles.

Que la falta de buenos resultados, la urgencia de una alegría, la garganta enfiestada por gritar más de un gol en un partido del León en este torneo, no nos confundan: el momento que vive el equipo es de crisis y necesita seguir aprendiendo y cayéndose sin sumar derrotas; el León tiene que aprender rápido, evitando a toda costa dejar ir puntos.

Sigo insistiendo que los tiempos de Tena en el León terminaron, y me parece que los últimos resultados y formas de juego que hemos visto del León en la Liga y en la Copa, emanan más de los jugadores que están convencidos de qué hacer, que de lo que pueda ordenar Luis Fernando.

La tercera parte del torneo se fue y la zona de calificación está a cinco puntos, la directiva debe tomar una decisión pronto en ese tema o se volverá cómplice de cualquiera que sea el resultado. La permisividad se convierte en complicidad.

Y cuando eso pase, ni jugadores ni cuerpo técnico tendrán la culpa más que el directivos y propietarios, porque pudiendo hacer algo, lo dejaron pasar.

Los triunfos suelen matizar los errores y los problemas, y un triunfo como el del sábado, con todo y su urgencia para la fiera, puede ocultar aún mucho más.

Los esmeraldas lograron hacer apenas un pequeño “hoyito” a la bolsa que los está asfixiando, uno donde apenas y pudo entrar aire… Se llenaron los pulmones, el oxigeno llegó a la sangre y sintió alivio, pero todos atentos, que esa bolsa sigue ahí y la pequeña abertura se puede cerrar en cualquier momento.

Por Redacción AM

Escrito en León el 22/8/2016 · 00:00