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La importancia del factor humano en la recuperación de un enfermo

Un estudio realizado por el director del Programa de Estudios del Placebo, en la Escuela Médica de Harvard demostró el impacto de los placebos en los

Escrito en León el

Ted Kaptchuk, director del Programa de Estudios del Placebo, en la Escuela Médica de Harvard. Kaptchuk practicó la acupuntura durante años, lo que lo hizo darse cuenta que  determinadas personas son capaces de mejorar ante la más mínima insinuación de un tratamiento.
Cuando Kaptchuk llegó a Harvard a finales de los años 90, la mayoría de sus colegas consideraban los placebos como meras píldoras de azúcar inocuas, el patrón contra el que se comparaba la efectividad de un tratamiento real. Sin embargo, él intuía su potencial curativo. “Si las personas se sentían mejor, me parecía que se podrían usar como un complemento terapéutico”, señala.
El experto norteamericano empezó a investigar, y lo primero que descubrió fue que no todos los placebos actúan igual. Una inyección de solución salina o el pinchazo de una falsa aguja de acupuntura son más eficaces que una pastilla, así que el método de administración influye en el resultado. Además, era evidente que entre la práctica de los permisos médicos convencionales y los alternativos solía haber diferencia en el trato y tiempo dedicado a los pacientes. Publicó el portal de Muy Interesante.
Con la colaboración de gastroenterólogos de la Escuela Médica de Harvard, Kaptchuk diseñó un experimento en 2008 para cuantificar la importancia de ese factor humano. Así que seleccionó a 262 personas que padecían el síndrome del intestino irritable, un trastorno gastrointestinal crónico vinculado al estrés. Era un blanco perfecto: además del dolor, dolencias como la depresión y la ansiedad responden bastante bien a los placebos, quizá por su relación más directa con la mente.
Los voluntarios fueron separados en tres grupos. El primero no recibió tratamiento, el segundo se sometió a sesiones de acupuntura con agujas que no llegaban a perforar la piel y el tercero recibió una pseudoterapia similar, aunque dispensada por médicos que mostraron expresamente interés por sus síntomas y molestias.
Mientras que los pacientes del segundo grupo no notaron nada, los del tercero sí experimentaron mejoras significativas. Estos resultados respaldaron lo que hoy se conoce como el “efecto del cuidado”. A pesar de todo, poco o nada se ha hecho para incluir estos hallazgos en la práctica clínica cotidiana, y eso que muchos médicos aceptan sin rechistar la importancia del efecto placebo cuando se trata de terapias alternativas.

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