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Dan a Adriana el último adiós

Le celebran misa de cuerpo presente a joven madre de 3 hijos, quien falleció tras un accidente ocurrido el 10 de julio.

Escrito en León el
Dan a Adriana el último adiós

“Cómo quisiera que tu vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca”, rezonó minutos antes de darle el adiós a una joven que perdió la lucha contra la muerte, tras un accidente el viernes 10 de julio y que su partida dejó en orfandad a tres menores de edad.
Adriana Hernández Ríos falleció el viernes a las 11:50 horas en un hospital de León, luego de que no se recuperara de un traumatismo craneoencefálico al caer desde el quemacocos de un automóvil en movimiento frente a la Central de Autobuses.
Con el pesar de su pérdida, pero con un temple tranquilo, su tío, el profesor Baltazar Ríos Escobedo rememoró a su sobrina.
“Era muy sociable, carismática, alegre”, indicó mientras acompañada a Adriana a su última morada, tras una misa oficiada en el templo de Moya ayer a las 16:00 horas.
Alrededor de su tío, cientos de laguenses lo acompañaban a él y a la familia.
“Cada ocho días iba a ver a sus abuelitos, sus tíos y primos”, recordó Baltazar.
Adriana trabajaba en Mueblemex y era el sustento de tres pequeñitos, de 7, 2 y un año, quienes ahora tendrán a un ángel en el cielo, su madre.
“Muy buena persona y mamá”, señaló una de sus vecinas identificada como Rosa.
“Era muy alegre, siempre con la sonrisa encima”, recordó su amiga Cristina Hernández. “Ella siempre tenía la frase de ‘sí se puede’”, dijo su amiga, quien conoció a Adriana desde que tenía unos 8 años.
Entre música y llantos, minutos antes de las 17:00 horas, cientos de conocidos, familiares y amigos partieron del templo de Moya rumbo al panteón.
“Dónde estás corazón, no oigo tu palpitar”, se escuchaba del mariachi en las calles laguenses ayer al despedir a Adriana, quien vivía en la colonia La Esmerlada.
En el camino, una fotografía de Adriana se observaba, con esa sonrisa que describieron quienes la conocieron.
Al entrar al Panteón de Moya, unos 30 minutos no fueron suficientes para que sus amigos y conocidos fueran a su ataúd para darle el adiós.
“Vuela paloma blanca”, se oía. Y, aunque otra de las canciones decía “el día que yo me muera no voy a llevarme nada”, en esta ocasión Adriana se llevó el cariño de quienes la conocieron.

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