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Aprender a vivir con niño autista

Es importante para él que toda su familia acepte su condición para ofrecerle calidad de vida y desarrollar habilidades.

Escrito en León el
Aprender a vivir con niño autista

"Mi hijo es bien autónomo, le hablo y hablo y no me hace caso"; "mira, por más que le digo que me vea a los ojos, le da vergüenza y no me voltea a ver", "ya te fijaste que el niño no juega con otros niños de su edad, es bien antisocial"; "llora mucho y se golpea a sí mismo".
¿Te suenan estas frases?, muchas mamás las pronuncian en su casa, a su esposo, a sus amigas, a la maestra del colegio, pensando que su hijo está chiflado o es cuestión de su carácter, pero, ¡cuidado!, puede ser autismo.
"Yo notaba que mi hijo iba creciendo y no me veía a los ojos, no era capaz de sostener la mirada; no se comportaba como otros niños de su edad, algo le pasaba".
Esas son las palabras que Isabel Bayonas, fundadora de la Asociación Mundial de Autismo, usa para describir la angustia que tenía al ver diariamente a su hijo David.
El autismo no es una enfermedad, sino un síndrome que se manifiesta con un trastorno en el desarrollo en varias áreas como las habilidades sociales, la comunicación, el lenguaje y la imaginación de quienes lo padecen.
Existen estadísticas del Instituto Nacional de Desórdenes Psicológicos de Estados Unidos que señalan que en América, el padecimiento se da en uno de cada 500 nacimientos y que los varones tienen cuatro posibilidades más de tenerlo.
"Cuando el médico me dijo que David tenía autismo, yo no entendía que era, porque muchos otros médicos me habían dicho que era un retrasado y cosas así", dice Bayonas, "yo no sabía porqué él estaba así, qué había pasado".
A pesar de los avances de la tecnología, no se tiene un causa aparente para el autismo, algunos lo ven como algo emocional, pero se ha encontrado que en realidad es un desorden del sistema nervioso central causado, según recientes investigaciones, por factores genéticos, metabólicos o ambientales.


Cómo identificarlo
El rasgo distintivo del autismo es una escasa interacción social; son los padres los primeros en advertir el autismo en sus hijos.
Desde etapas como la de lactancia, un bebé con autismo puede no responder a la presencia de otras personas o concentrarse solamente en un objeto, excluyendo a otros, por largos períodos de tiempo.
"Un niño autista puede, aparentemente, tener un desarrollo normal y luego replegarse y volverse indiferente al contacto social. Pueden ser incapaces de responder a su nombre y a menudo evitan sostener la mirada de otra gente", explica Bayonas.
"Además, tienen dificultades para interpretar lo que otros están pensando o sintiendo ya que no logran comprender códigos sociales, como un tono de voz o expresiones faciales, y no observan los rostros de otra gente para obtener pistas sobre cuál debiera ser el comportamiento adecuado".


Cura o control
Normalmente se usa el término "niños autistas", sin embargo, es un error; las personas con autismo llegan a ser adultos, muchas veces con la capacidad de realizar algunas tareas en el hogar y ser algo independientes, sin embargo, no existe una cura.
"Aceptar que no hay cura y que tu hijo siempre va a estar así, es difícil, pero si se puede lograr", menciona Bayonas, "la terapia está funcionando bien para hacer que la persona con autismo mejore y esté controlado.
"La terapia tiene que ser desde niños, en todos los aspectos, educativa, individual, familiar, social, de modo que él aprenda a hacer cosas por sí mismo y a mantener un buen comportamiento cuando está rodeado de personas extrañas".
"Un día me dijeron que mi hijo no iba a hacer nada por él mismo, ahora él hace su cama, pone la mesa, cambia la bolsa de la basura, le pone agua al perro, éstas son actividades que él puede hacer, porque siempre son iguales y a la misma hora", dice Bayonas.
Las personas con autismo necesitan tener todo bajo control, por eso se recomienda que dentro de la familia no existan cambios, o si los hay, se le digan para que los asimile.
De igual forma, se tiene que tener todas las cosas en el mismo lugar, sin cambiar, porque por pequeño que parezca mover un florero de lugar puede ser algo de mucho estrés para ellos.
"Las personas con autismo tienen el don de poder hacer cosas rutinarias, ya que nunca se les va a olvidar y siempre lo van a hacer tal y como lo aprendieron", explica la especialista en el tema, "por eso al enseñarles algo, no debe existir margen de error porque sería muy difícil cambiarle esa rutina".


Conoce sus características
No es una enfermedad; es un síndrome.
La persona con autismo se resiste a los métodos de enseñanza.
Aparenta insensibilidad al dolor.
Es una persona difícil de abrazar.
Es indiferente a la gente que lo rodea.
Repite palabras y da a pensar que es sordo.
Llora o ríe sin causa aparente
Se le dificultan las relaciones sociales.
Es hiperactivo.
Fuente: Asociación Regiomontana de Niños Autistas (ARENA)

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