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El regreso de Carlos Fuentes

El mes próximo comenzará a circular Aquiles o El guerrillero y el asesino, un relato sobre el rebelde colombiano Carlos María Pizarro

Escrito en León el
El regreso de Carlos Fuentes

Durante años, Carlos Fuentes se resistió a publicar Aquiles o El guerrillero y el asesino. “Es lo malo de escribir una novela sobre una situación política real”, decía. “La actualidad me gana”. Su viuda, Silvia Lemus, recuerda que seguía de cerca cada negociación del gobierno colombiano con la guerrilla.

“Pienso que sí se hubiera decidido en estos momentos a publicarla”, asegura la periodista sobre la novela que tantos borradores y recomienzos costó a Fuentes. Ahora que Colombia -cree- se encuentra más cerca de la paz que en cualquier otra época de su historia.
“Si las negociaciones siguen avanzando por buen camino”, considera, “es posible que este año se firmen los acuerdos con la guerrilla de las FARC”. 

Significaría la culminación del proceso de paz iniciado por el comandante del M-19 Carlos Pizarro hace más de 30 años. “Y se cumpliría también la voluntad de Fuentes”.

Tomar las armas es un acto tan radical como abandonar la lucha armada, sostiene el crítico literario Julio Ortega, encargado de la edición del Aquiles: “Pizarro encarna ambas alternativas”. Fuentes sentía una gran admiración por el ex guerrillero y político colombiano, precisa Lemus, porque, como tantos héroes latinoamericanos, fue una figura trágica. 

El 9 de marzo de 1990, Pizarro depositó su pistola 9 milímetros sobre una bandera de Colombia. Convertido en candidato presidencial del grupo de centro-izquierda Alianza Democrática M-19, fue ejecutado el 26 de abril, en un vuelo de Bogotá a Barranquilla, por un sicario de 21 años llamado Gerardo Gutiérrez. 

Cayó sin cumplir su promesa: “Ofrecemos algo elemental, simple y sencillo: que la vida no sea asesinada en primavera”. Aún se desconoce quiénes ordenaron su muerte.

“Como su modelo, la Ilíada, el Aquiles de Fuentes es una epopeya trágica”, señala Ortega. “Unos países tienen su Juego de tronos, nosotros La muerte de Artemio Cruz (el arte de morir en la cruz) y el Aquiles, la historia del héroe asesinado por el estudiante de tu propia madre. Todas nuestras fundaciones son no sólo trágicas, sino desgarradas y feroces. Somos países paridos por la guerra”. 

En su ciclo literario La Edad del Tiempo, Fuentes agrupa tres novelas bajo el título Crónicas de Nuestro Tiempo: una es Diana o la cazadora solitaria (1994), otra que no llegó a escribir es Prometeo o el precio de la libertad y la tercera es Aquiles o El guerrillero y el asesino.

En su prólogo a la novela, una coedición de Alfaguara y el FCE que circulará en junio en las librerías, Ortega recupera una página del archivo de Fuentes donde advierte que son crónicas porque “(me) limito al testimonio de sucesos contemporáneos que me han tocado de cerca”.

Una parte del manuscrito del Aquiles fue hallada en su estudio de la Ciudad de México, y otra en Londres, detalla Lemus: “Mi actitud fue detectivesca”. Tras el rescate del material, el académico peruano se encargó de revisarlo. “Desde luego que la novela estaba terminada”, subraya la periodista.

Con muchísimo trabajo, confiesa Ortega, preparó una edición “solvente y fiel”. Fuentes dejó -cuenta en el prólogo- dos manuscritos, transcripciones parciales, muchas notas y recortes de prensa, y páginas escritas a mano.

“La decisión más importante fue optar por un sistema narrativo, ya que habían dos: uno es el orden de voces que dan sus versiones de los hechos, y la otra es el narrador (el escritor, Fuentes) que mira desde fuera y organiza sin conflicto. La primera es novelesca, la segunda es más del ensayo”, explica. 

“Editar una novela que el autor deja inédita es un acto en la cuerda floja, porque es un organismo vivo, sólo que herido en este caso por la violencia colombiana”. 

Conocer el entorno familiar, social y político de su protagonista era capital para Fuentes, señala Lemus. Conversó con amigos como Gabriel García Márquez, Fernando Botero y Belisario Betancur, con el ex militante del M-19 Antonio Navarro Wolff, y con la familia de Pizarro.

“No quiso dejar fuera ningún detalle para conocer íntimamente a su personaje”, precisa. 

Se propuso entender su psicología, por qué se hizo guerrillero cuando su origen y educación no eran de izquierda. Hijo del almirante Juan Antonio Pizarro, se unió primero a las FARC y luego participó en la fundación del M-19.

Cada uno es dueño de su propia muerte

Carlos Fuentes dudaba sobre dónde contar el asesinato de Carlos Pizarro: al principio o al final de la novela, recuerda Ortega. Julio Su solución fue crear un narrador testigo. Así inicia el Aquiles. 

“El dilema era la distancia ante los hechos. Nadie es en verdad testigo de la muerte de nadie, porque cada ser humano es dueño de su propia muerte. Fuentes transgrede esa lección clásica y se hace testigo íntimo del asesinato de Pizarro. Lo hace, creo, para estar del lado de la víctima, herido por la violencia, ese bautizo de fuego nacional. Esa intimidad le dio licencia para narrar como si fuera ficción un caso real, y al revés: como crónica esta novela es una exploración de la verdad, o sea, responde a la pregunta sin respuesta: ¿Quién mató a quién?”.

A Fuentes le obsesionaba la figura de Pizarro, cuenta Lemus, tanto por su atractivo y elegancia -era conocido como el Comandante Papito-, como por su dimensión heroica, un hombre que asumió su destino aunque le costara la vida. “Y porque siendo un intelectual apostara por la revolución, ni siquiera políticamente, sino éticamente”.

La periodista descubre en el Aquiles un tema subterráneo en la obra del Premio Cervantes. “El dilema entre la voluntad y la fortuna. La voluntad pertenece a los hombres, y la fortuna al destino”.
Ortega define a Fuentes como un hombre complejo que, por esa razón, asumía como novelista muchos riesgos. “He dicho que ninguna de sus novelas se parece a la anterior. Nunca escribió dos iguales. La razón la descubrí en el Aquiles: todas las vidas son equivalentes, pero cada quien es dueño de su propia muerte”.

A cuatro años del fallecimiento del escritor, su viuda recuerda: “En uno de nuestros últimos años juntos me dijo: ‘Tú y yo somos iguales’. A Carlos yo nunca le preguntaba: ‘¿Por qué dices eso?’. Simplemente los dos asumíamos que sabíamos muy bien de qué se trataba”.

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