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Decrece compromiso con reyes de Saboya

Poco es el interés de la población por formar parte de la Guardia de Honor de las Tumbas Reales del Panteón.

Escrito en León el

Durante 136 años, la Guardia de Honor para las Tumbas Reales del Panteón ha vigilado los restos mortales de los reyes Saboya que solían gobernar Italia, rindiendo un discreto y sobrio tributo a lo que alguna vez fue una poderosa dinastía en reconocimiento a su participación en la unificación del País.
Parados derechos y muy juntos a los costados de los masivos mausoleos que conmemoran al Rey Vittorio Emanuel II y su hijo Humberto I, tienen el propósito de permanecer en silencio, aunque con mayor frecuencia terminan respondiendo a preguntas de inquisitivos turistas.
Esto es, cuando están presentes. A pesar de recientes esfuerzos por atraer nuevos miembros, las filas de la Guardia de Honor han adelgazado, al tiempo que las tumbas con frecuencia son desatendidas. Los mismos guardas atribuyen el menguante compromiso con los reyes de Saboya entre una generación más joven de italianos que, dicen, ha olvidado valores como el patriotismo. Otros, sin embargo, destacan la escabrosa historia de la ex familia real, así como las complicaciones de sus presentes herederos, que han hecho más por inspirar titulares en tabloides que pasión por la larga participación de la familia en Italia.
El Rey Vittorio Emanuel II, quien murió en 1878, desempeñó una participación esencial en la fundación de la Italia moderna, en tanto su monumento en el Panteón de Roma está dedicado al “Padre de la Nación”. Además, alberga a Humberto I, quien fue asesinado en 1900. La esposa de Humberto, la Reina Margarita de Saboya, está enterrada junto a él.
Sin embargo, la familia real estaba manchada por apoyar el ascenso del fascismo en los años entre las guerras mundiales, y en 1938 el Rey Vittorio Emanuel III firmó leyes raciales que discriminaban a los judíos.
Con el tiempo, el Rey despidió a Benito Mussolini como el líder del País en 1943, pero después de firmar un armisticio con los Aliados, él y su gobierno huyeron de la Roma ocupada por alemanes para irse a Bríndisi, en Apulia, dejando acéfalas efectivamente a las tropas de Italia.
Los descendientes varones de la familia fueron exiliados formalmente como castigo en 1948, dos años después de que los italianos votaran en un referendo popular por abolir la monarquía a favor de un gobierno republicano. Esa prohibición fue levantada en 2002, pero la reputación de la familia nunca se recuperó del todo.
Incluso actualmente, algunos visitantes que llegan a las Tumbas Reales del Panteón “vienen a insultarnos”, dijo Giuseppe Persico, oficial de policía de Velletri, poblado de alrededor 50 mil habitantes en la región de Lazio, mientras llevaba a cabo el servicio de Guardia de Honor en una calurosa mañana de agosto. “Ellos creen que Italia es mejor actualmente de lo que era antes”, agregó con desdén.
Quienes son atraídos a la Guardia de Honor son diestros para pasar por alto las partes menos agradables de la historia familiar, o son atraídos a lo que consideran los valores mayores y perdurables que, creen, están representados en la institución de la monarquía. Muchos lamentan que los italianos jóvenes tengan escaso sentido del deber cívico.
“Creer en valores como el patriotismo es bastante atípico entre personas de mi edad”, reconoció Carmelo Raia, de 22 años de edad, estudiante de Leyes que viajó el mes pasado a Roma desde Agrigento, Sicilia, para montar guardia en el Panteón.
Al igual que la mayoría de los otros reclutas nuevos, Raia se cataloga como “un experto en historia” que fue atraído a la guardia debido a su énfasis en la identidad, historia y tradición nacional.
“Mis contemporáneos ni siquiera conocen el significado de la palabra patriotismo”, destacó. Para otros, los valores encarnados en la dinastía Saboya no llegan a nobleza, y el sentir en Italia por cualquier tipo de restauración es escaso.
Los guardas son elogiables, ya que “correcta o incorrectamente, ellos creen en los ideales de la institución”, dijo Lorenzo Del Boca, ensayista que ha escrito extensamente sobre la familia real. “Sin embargo, solo tuvimos desastres de la Casa de Saboya. Con la excepción de Humberto II, que fue rey durante 40 días, hay poco que decir que sea positivo”, dijo.
No ha sido de ayuda para la imagen de la ex familia real que algunos de los presentes herederos no puedan mantener sus nombres fuera de los diarios.
La dirigencia de la Casa de Saboya es disputada amargamente por dos primos: El Príncipe Amedeo, Duque de Aosta, y Vittorio Emanuel, Príncipe de Nápoles, quien atrajo titulares tras su regreso a Italia del exilio, cuando fue arrestado en una investigación de 2006 sobre corrupción y prostitución que terminó en su exoneración.
Su hijo, Emanuel Filiberto, se ha convertido en una popular personalidad de la televisión y ha participado en la versión italiana de “Dancing with the Stars” y en el festival de la canción de San Remo, la competencia popular que cautiva a la nación cada febrero. Los partidarios de la monarquía lamentan que el joven Príncipe haya demostrado escasa inclinación por la adopción de un papel más propio de la realeza.
“Le gusta verse como un hombre del pueblo”, dijo Franca Sciaraffia, catedrática retirada que es miembro de la división de Milán del Instituto Nacional de Guardia de Honor de las Tumbas Reales del Panteón. Entre 15% y 20% de los 4,000 miembros del instituto son mujeres.
“Él no se da cuenta de que tiene 1,000 años de historia sobre la espalda. Él no está haciendo su trabajo”, dijo ella.
En un intento por atraer nuevos reclutas, la Guardia de Honor relajó su requisito de que los miembros pertenezcan a las fuerzas armadas, abriéndose gradualmente a civiles. El aumento en la membresía –superando más de 5 mil guardas– alcanzó su cúspide en 2006, unos cuantos años más tarde de que los herederos varones de Saboya fueran autorizados a regresar a Italia.
Sin embargo, los números han bajado considerablemente desde esos días, en parte debido a las complicaciones legales de la familia, pero también debido a que se desgastó la novedad del regreso de la monarquía. Actualmente, la edad promedio de los guardias ronda entre 50 y 60 años, y solo alrededor de 5% son menores de 30 años.
Una juvenil guardia de honor –la Guardia Giovane, o la Guardia Joven– echó raíces, “pero ellos nunca han sido tan numerosos”, notó el Capitán Hugo d’Atri, oficial retirado de la Armada que ha intentado ampliar el atractivo de la Guardia de Honor desde que fue nombrado su presidente, en 2003. “Y lamento esto”.
Cualquiera puede presentar una solicitud para convertirse en guarda de honor, siempre y cuando el aspirante no tenga antecedentes penales y comparta los ideales que el instituto promueve. Sin embargo, puede ser una venta dura.
“Nuestra tienda ofrece el tipo de mercancía que no siempre encuentra compradores”, dijo d’Atri, reconociendo las dificultades que ha tenido para incrementar las filas de la guardia con personas de mentalidad similar. “Estamos viviendo en una sociedad cada vez más global, impulsada por el consumismo. No es un lugar en el que prevalezcan fuertes sentimientos y valores”.
El instituto no está afiliado con ningún partido político y no es un movimiento revanchista. Sin embargo, ha estado haciendo campaña –con peticiones y apoyando iniciativas parlamentarias–  para sepultar en el Panteón los restos de los cuatro familiares Saboya que murieron fuera de Italia durante el exilio. Se encuentran enterrados en Egipto y Francia.
“Creo que la mayoría de la gente con sentido histórico coincidiría con nuestra petición”, dijo d’Atri. Pero, hasta ahora, las iniciativas se han tambaleado en comisiones preliminares del Parlamento, sugiriendo que el tema no es una prioridad.

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