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Enlace geométrico y espiritual

"Ribbon chapel", del japonés Hiroshi Nakamura, armoniza la misión que se cumple en una capilla para bodas con el diseño arquitectónico del recinto, dá

Escrito en León el

La función de la arquitectura debe resolver el problema material sin olvidarse de las necesidades espirituales del hombre, dijo Luis Barragán, el artífice mexicano ganador del Pritzker en 1980. La capilla diseñada por Hiroshi Nakamura cumple ese cometido.
“Ribbon chapel” se ubica en un jardín del hotel resort “Bella Vista Sakaigahama”, en Onomichi, Hiroshima.
Mientras el hotel ofrece un pintoresco paisaje con vistas al mar de Japón, la capilla está rodeada de árboles de más de 10 metros de alto y sólo se puede ver el mar en toda su magnitud por encima de las copas de los árboles.
En este paisaje el arquitecto Hiroshi Nakamura diseñó una capilla especial para bodas.
“Ribbon chapel” está formada por dos escaleras de caracol entrelazadas que dan identidad a su proyecto. La doble espiral proyecta una perspectiva compleja a pesar de la simpleza de sus formas.
La espiral ascendente que forma una de las escaleras da forma al cuerpo interior de la capilla, la segunda escalera que nace desde otro punto sube en sentido contrario y la envuleve hasta unirse con ella en la parte superior, completando la peculiar fachada exterior.
Las escaleras y su diseño son también un elemento simbólico que ayudan a cumplir el propósito del proyecto que es el enlace de dos vidas. Cada una representa el camino que han seguido el novio y la novia en su vida hasta encontrarse y formar una unidad en el matrimonio.
El diseño es una invitación para que el novio y la novia suban por espirales separadas para reunirse en la parte superior a 15 metros de altura, contemplar una espectacular vista al mar sobre las copas de los árboles y recibir las bendiciones del Cielo, mientras los asistentes presencian la escena desde el jardín.
En las capillas tradicionales hay elementos identificables como techo, pared y piso, pero en “Ribbon chapel” las escaleras realizan la función de techos, paredes y suelos. Las escaleras se ensanchan de acuerdo a la ubicación y función que deban cumplir. Angostas donde los novios están por culminar su encuentro y anchas donde deben funcionar como aleros para proteger del Sol el núcleo interior.
En el cuerpo interior de la capilla con capacidad para 80 personas se puede disfrutar de la geometría visual que forman las espirales que son también la estructura interna del recinto.
El paisaje exterior es también parte del escenario interior a través de los ventanales que hay entre las intersecciones de la espiral estructural.
El altar de la capilla y los asistentes están orientados hacia una zona arbolada, detrás de la cual se encuentra el mar. El uso de ventanales además de permitir una celebración en un entorno natural minimiza la necesidad de iluminación artificial.
El exterior del edificio está acabado en paneles de madera en posición vertical, pintado de blanco, y de aleación de zinc de titanio, un material resistente al daño de la brisa del mar y lo suficientemente flexible para ser aplicado a la curvatura.
El proyecto se encuentra en un área de 2 mil 500 metros cuadrados pero el edificio ocupa un breve espacio de 80 metros cuadrados.
A pesar de su pequeño espacio la capilla, a la que se llega por un pasillo de 160 metros de longitud que recorre la novia, el arquitecto demostró un esmero por conjuntar visual y espiritualmente la escencia del proyecto.

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