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Se queda indigente a vivir en la banqueta

Un hombre ha tomado la calle Pedro Núñez de la Rioja, en pleno Centro de Celaya, como su casa; ocupa un tramo de banqueta donde junta reciclables par

Escrito en León el

Su credencial de elector en la que aparece sonriente -aunque algo despeinado- dice que se llama Alberto Polo Romero, pero en la calle Pedro Núñez de la Rioja todos le llaman Beto.
Es un indigente que suma ya más de 10 años de vivir en esa calle, en el Centro de Celaya, en la que también tienen su acceso dos escuelas que juntas albergan a casi mil niños.
A lo largo de casi 50 metros de banqueta, Beto la tomó como su casa. Ahí hay cajas con cartón, bolsas llenas de ropa, latas de aluminio, sus cobijas y otras pocas con basura.
Duerme en el suelo, durante estos días de frío soporta envuelto en cuatro cobijas y, apenas sale el sol, las guarda en bolsas negras.
Los comerciantes que ofrecen dulces y tortas afuera de las escuelas Independencia y Centro Escolar Tresguerras aseguraron que no es una persona agresiva, y que aunque todos los días cientos de niños salen de la escuela y algunos le hacen travesuras, él no los agrede.
“Se duerme ahí, se para, se va, se vuelve a dormir; se dedica a reciclar, luego va y lo vende y de eso vive pero a veces tarda mucho en irlo a vender y ahí lo deja por muchos días, luego los niños le hacen travesuras y se enoja, pero no los agrede”, comentó la señora María que ofrece dulces frente a la escuela.
Otra comerciante dijo que se le acercan tanto Policías como personal de Aseo Público a pedirle que recoja sus reciclables, que los venda, pero al final vuelve a convertir la banqueta en una pequeña planta recicladora.
La comerciante dijo que a veces se enoja cuando le hablan y se pone serio, pero no es agresivo.
Don Beto tiene papá y un hermano; accedió a platicar y dijo que no vive con ellos porque no lo apoyan.
“Tengo un papá en Camargo pero no voy porque me peleo con él, tengo también un hermano pero no le hablo porque me enojé con él y no me ayuda”.
Don Beto dice que no estudió, que no sabe ni leer, ni escribir y que vive de reciclar en colonias como Fovissste o en la Central de Abastos.
“La gente lo trata bien, le regala toda esa ropa, cartón, le da de comer, luego le dan un tamal o tortas”, comenta una comerciante.
Ahí en la calle Pedro Núñez de la Rioja, comerciantes y locatarios ya se acostumbraron a la presencia de Beto.

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