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El callejón gay de Monsiváis

En la biblioteca del autor de "Amor perdido" en La Ciudadela destaca su acervo sobre literatura gay; es el "callejón del amor"

Escrito en León el
El callejón gay de Monsiváis

En la Biblioteca Personal Carlos Monsiváis, un diseño del arquitecto Javier Sánchez como metáfora de la ciudad-caos que exploró y amó el cronista, hay un callejón íntimo.
A este espacio no llega la luz de los ventanales que miran a la calle Enrico Martínez de La Ciudadela, en el lado este de la Biblioteca de México. Tampoco es que esté en penumbra; la luz artificial baña sus escasos 5 metros cuadrados y permite leer los títulos de los asuntos más personales que comprometieron al escritor, quien el pasado 19 cumplió cinco años de muerto: política, feminismo, cultura y diversidad sexual con énfasis en historia, ensayo y literatura gay.
Por la presencia de este último tema, los visitantes lo llaman el “callejón del amor”, afirma la bibliotecaria Silvia Nava. Ahí también es frecuente ver los fines de semana a parejitas del mismo sexo que se dan un beso, como los peregrinos que llegan ante la imagen de culto y piden su bendición.
Desde que fue inaugurada, el 22 de noviembre de 2012, sus pisos con una greca gatuna han sido hollados por casi 57 mil personas, informa Javier Castrejón, coordinador de las cinco bibliotecas personales de la México. Aclara que no todos han sido usuarios del acervo de 27 mil volúmenes sobre las materias más diversas; muchos llegan sólo a conocer el recinto, atraídos por la celebridad de Monsiváis.
Frente al librero gay del “callejón del amor”, Alfonso Morales pasea la vista buscando entre sus 352 ejemplares un título que condensa el emblemático gusto por el cine de Monsi y su preferencia íntima -que la figura más pública de México jamás asumió públicamente-.
“¡Aquí está!”, exclama el director de Luna Córnea, que desde finales de los 70’s fue amigo del escritor, y saca “Images in the Dark”, una enciclopedia de filmes y videos gays de 1996.
“El último día de un viaje a Estados Unidos, leí una reseña sobre este libro y cuando visité a Carlos y le conté de la novedad, él buscó en su escritorio y me dijo con el libro en la mano: ‘¿Te refieres a éste?’. Era increíble cómo estaba actualizado; tenía obras que en ese momento no estaban en otra biblioteca mexicana”.
El mayor misterio sobre ese rápido acopio, que Alfonso intuye se debía a una red de amigos intelectuales gays que con los años creció, a los académicos y activistas que asesoró, y luego fue nutrida por sus constantes viajes, está relacionado con los títulos pioneros, cuando era imposible siquiera soñar con internet.
El más antiguo del total de medio millar de volúmenes sobre el tema se remonta a 1956: “Homosexuality: A Cross Cultural Approach”, de Donald Webster Cory, publicado en Nueva York. A pesar del trabajo de catalogación de los últimos 30 meses, Silvia tarda varios minutos en localizar el ensayo, como si el acervo arrastrara el caos controlado en el que lo tenía su dueño.
La mayoría de los libros de los 60’s y 70’s son ediciones en lengua inglesa o traducciones españolas de textos en francés. No podía faltar un ejemplar impecable de la primera novela homosexual en México, “El diario de José Toledo” (Librería Madero, 1964), escrito por un heterosexual, José Barbachano Ponce. También está una de las obras inaugurales de ficción en inglés, “Giovanni’s Room” (1956), de James Baldwin. El ejemplar de Monsi es de la segunda edición, que data de 1962.
En un devoto de la imagen, no asombra la presencia de autores homoeróticos clásicos y antologías, que Daniel Bañuelos, subdirector de Promoción, va extrayendo de los dos libreros consagrados a la fotografía: “Robert Mapplethorpe” (1988), “George Platt Lynes” (2000), “Man to Man. A History of Gay Photography” (2007)...
Es una colección que no fue pensada como tal por el escritor mexicano, pero reunida hoy documenta la evolución de los estudios y lucha homosexual en México y otros países hasta 2009, año del libro más reciente, “Gay Icons”, y previo a la muerte del “muy público, pero discreto adalid” de las minorías sexuales que, si pudiera asomarse por el ventanal que mira a Enrico Martínez, sonreiría al ver a dos alumnos gays de la vecina Secundaria No. 6 besándose junto al vendedor de chicharrones.

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