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El Rebocero más "gabacho"

Oriundo de Durango, fue fichado en los EU por Reboceros con quienes vistió los colores auriazules durante cuatro temporadas.

Escrito en León el
El Rebocero más "gabacho"

En la década de los 90, Reboceros de La Piedad escaneó el territorio estadounidense en busca de algun joven talento, búsqueda que terminó con el hallazgo de Humberto Mier.
Nativo de Vicente Guerrero, del estado de Durango, Humberto Mier jugaba en una categoría de Tercera División en Estados Unidos y ahí, en un juego amistoso ante Reboceros de La Piedad, le llenó el ojo al entrenador Nacho Martínez y al directivo José Ibarra.
“Fue de esa manera cómo yo tuve la oportunidad de regresar a México para seguir mi sueño de ser jugador profesional y en este caso con Reboceros de La Piedad de categoría Segunda División”, recordó con mucho orgullo.
La temporada 1990-1991, fue la primera en la que Humberto Mier portó la playera del equipo La Piedad y al lado de otros jóvenes en su mayoría de este municipio, comenzaron hacer historia dentro del plantel.
“Pues yo me acuerdo muy bien que solo yo era de fuera, todos eran de ahí de La Piedad que siempre ha sido semilla de buenos jugadores. En aquel entonces se tenía una visión importante para darle oportunidad a los talentos”, relató.
Mier tenía 22 años de edad cuando arribó a esta ciudad para integrarse a los Reboceros de La Piedad done el profesor Nacho Martínez, tomando en cuenta su estatura lo caló como zaguero central donde se ganó un lugar en el once inicial.
“Todavía traía la idea de la selección en Estados Unidos y agradecía haber enfrentado a los Reboceros en ese amistoso que me valió llegar a este plantel michoacano”, volvió a recordar con mucho entusiasmo.
En Reboceros permaneció 4 torneos largos en Segunda División, uno de ellos lamentablemente le tocó jugar en Segunda División, donde el grupo en lugar de rezagarse jugó un campeonato de ensueño, logrando llegar hasta las finales.
Ganan ascenso a 
Segunda División
En el último juego del antiguo estadio Juan N. López, Reboceros jugó ahí una promocional contra Atlético Hidalgo por el pase de Segunda B a Segunda División Nacional, logrando la hazaña para volver a la categoría donde había nacido este plantel.
Ya para ese entonces, el Licenciado Macario Reyes era el Presidente de Club Reboceros de La Piedad ante la salida de Pepe Ibarra.
Y entre esos guerreros que conquistaron ese gran logro estaba Humberto Mier, el joven que sabía que se había conquistado una gran dicha, no solo para ellos como jugadores, sino para la ciudad en general.
“Fue un gran día de fiesta, me acuerdo bien. Se ganó y regresamos a Reboceros a la segunda División, el evento era importante para todos: directiva, jugadores y afición. Además que se agregó la noticia del nuevo estadio Juan N. López.
“Mucha gente que sabía que el antiguo iba a ser demolido, en ese partido tiró la malla que circulaba la cancha de las tribunas se acabó el partido, yo y mis compañeros corrimos al vestidor porque la gente quería un recuerdo nuestro, no sé, la playera, medias, lo que fuera pero ese iba a ser un grato detalle para ellos.
“Algunos llegaron en puros chones al vestidor, pero compartimos la felicidad de los aficionados que de manera importante festejamos doble por ese logro”, narró Humberto Mier.
Viaje a Querétaro
Al torneo siguiente en 1994, Reboceros es invitado para jugar en Primera A y estrenó su casa nueva en la avenida San Juan del Fuerte; pero no todos serían parte de ese estreno. 
“Yo fui uno de ellos. La directiva me prestó al Gallos Blancos de Querétaro, también de Primera A, pero ya no regrese a Reboceros porque cuando terminó mi préstamo de una campaña, me fui a jugar al extranjero en El Salvador un año y luego en Guatemala”, comentó de forma melancólica.
Tras su paso en aquellos países regresó a los Estados Unidos de donde fue visto por Reboceros y se enroló en equipos de la Liga MLS, donde actualmente trabaja en categorías inferiores.
Un gol, pero bonito
En sus cuatro años con La Piedad, el defensa central Humberto Mier, marcó un solo gol, pero sabe que su posición no era común anotar.
“Fue en un partido contra Brujos de San Francisco del Rincón, desde afuera del área agrande prendí un disparo que se incrustó en el travesaño y luego hizo la clásica campanita”, relató reviviendo el momento.
Sobre los colores azul y amarillo, asegura que lleva un cariño especial por ellos además que el equipo y la ciudad tienen un lugar especial en su vida.
Y Mier recordó: “Bueno, creo que el futbol de antes era de más garra de más entrega en la cancha, pero en La Piedad tenía un toque especial.
Para ello, los jugadores no solo en los partidos se tenían que entregar, sino que toda la semana se preparaban al 100 para estar a la altura de los demás compañeros.

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