A mediados de los años 80 llegó a Reboceros de La Piedad, un futbolista proveniente de Torreón que a la postre se convertiría en uno de los máximos goleadores de la escuadra aurizaul.
Sí, aquel joven con velocidad por las bandas y técnica para conducir la pelota era Rafael Macario Carlos, quien de inmediato se ganó el cariño de los aficionados por su entrega en el empastado.
Durante la temporada 85-86 vistió la playera de Reboceros de La Piedad, conjunto que buscaba ser protagonista de la Segunda División de México.
Cuando Rafael Macario jugaba para Panteras de Torreón, la directiva del Club La Piedad le echó el ojo a ese hábil jugador para que reforzara las filas del conjunto auriazul.
Y así fue. El entrenador de esa campaña, el incansable Nacho Martínez Valdivia, lo acomodó en el equipo y de inmediato Macario Carlos comenzó a ser factor en los encuentros jugando por los costados.
“Apenas tenía 18 años, todavía me acuerdo, y en esa única campaña con Reboceros de La Piedad se calificó a la Liguilla por el ascenso pero no pudimos con ese objetivo. Aunque me quedé con un campeonato de goleo individual con 19 anotaciones”, narró Rafael Macario sobre su participación.
Pese a que sólo duró un año con Reboceros, el jugador creó una gran familia en el vestidor con compañeros como César López, Toño Flores, Gerardo Galván, Alberto Martínez, Ramiro Flores, Roberto Hernández, Efraín Flores, Carlos Hernández, “Papas” Melgoza y desde luego el profesor Nacho Martínez.
“La verdad guardó gratos recuerdos de ese equipo de los ochenta ya que fuimos unidos y eso es la clave para salir adelante”, recordó el goleador.
Hizo 19 goles en reboceros
Macario guardará aquella campaña con el cuadro piedadense por el resto de sus días. Esos 19 tantos con los que consiguió el título de goleo en Segunda División fueron una de sus mayores satisfacciones.
Pero un matador vive de goles, y Macario guarda el recuerdo de uno que le marcó: “Bueno, me tocó hacer muchos con Reboceros, pero aun traigo aquí en mi mente uno que le hice a Tecomán. No te miento, fue desde fuera del área grande y la pelota se anidó en el ángulo. Ese día ganamos 6-2”.
Con el conjunto de casa, vivió grandes momentos como haber calificado a Liguilla por el título para llegar a Primera División Nacional. Sin embargo el ascenso no se consiguió durante la estadía de Rafael Macario,
El goleador recordó el divertido ambiente que se vivía al interior del equipo; era de maravilla asegura. Entre los piedadenses bromeaban sanamente y se llevaban bien, la camaradería fuera y dentro de la cancha se reflejaba con buenos resultados cada fin de semana.
Reboceros siempre fue competitivo en Segunda División. La calidad de local pesaba y eran pocos los equipos que arañaban puntos del Juan N. López.
Macario será recordado en la historia del equipo como uno de los rompe redes que poseían un olfato de gol como pocos. 
Además, el entrenador Nacho Martínez tenía grandes cualidades para explotar el talento de sus jugadores. En ese equipo, además de Macario sobresalieron otros como Efraín Flores, un arma letal por el costado derecho y que gustaba de las gambetas y sobre todo de ‘la bicicleta’. 
“El Macas”, era hábil con el balón y en cada partido hacia vibrar las gradas del estadio que amenazaban venirse abajo por los animosos festejos de los aficionados.
Se lo lleva el Morelia
Rafael Macario Carlos, seguía sobresaliendo con los Reboceross al grado que varios planteles lo pretendían. Los Canarios del Morelia le realizaron una oferta que no pudo desechar y en la temporada 1986-1987 dejó las filas piedadenses para probar suerte en la Primera División con el plantel capitalino.
En Morelia lo bautizaron como “El rey del desborde”, y con el número 19 en el dorsal de los canarios hacia recordar a cientos de piedadenses cómo defendió también los colores de La Piedad.
Aquel equipo que cada 15 días se presentaba en el estadio Venustiano Carrranza de la capital michoacana dejaba buen sabor de boca entre sus seguidores.
Actualmente Macario radica en Aguascalientes de donde es oriundo pero aún le guarda mucho cariño a La Piedad y de hecho la visita cada vez que los ex Reboceros se reúnen.

Por Agustín Cervantes Hernández

Escrito en León el 25/1/2016 · 00:00