Palabras como: van a rodar cabezas y continuidad, salen de la boca del dirigente en la misma situación. La percepción general es que Tena no debe de seguir al frente del equipo, aceptable o no es una percepción.

Lo que no admite interpretación son los números: el proceso de Luis Fernando Tena no suma más del 40 por ciento de efectividad desde que llegó al León el torneo pasado, y si particularizáramos al Apertura a penas llega al 6.6 por ciento. Es el equipo que menos anota y el que más recibe. Un punto de 15. No ha ganado. Números igual de contundentes. Si por números fuera, Tena no tiene defensa.

Entre lo dicho y el número, está la fe. Ahí, ese espacio entre el verso y el número lo llena un convicción de niveles religiosos de confianza. Por lo menos de la directiva.

Y no es raro ni está mal en querer creer. Vivimos en un país donde la pasamos nombrándola y encomendándonos a ella: “hay que tener fe”, “tú ten fe”, “todo va a cambiar, ten fe”.

Y no le tienen fe a un improvisado, a un aparecido; Luis Fernando Tena tiene sus milagros, entre ellos varios títulos del futbol mexicano y una medalla de oro en Juegos Olímpicos.

En estas circunstancias, la diferencia entre continuidad y continuismo es eso; la fe.

Nombres como los de Guillermo Vázquez y José Manuel de la Torre, comienzan a escucharse que están cerca de la mesa de Grupo Pachuca para cuando la fe se agote. Guste o no, sea ético o no, son tiempos de nombres, por más fe que haya.

La dirigencia ha mostrado fe, no hay otra manera de llamarlo. Mientras que la afición la perdió y no por falta de ganas sino de resultados. La grey verdiblanca se cansó de ver cómo su equipo pierde, y que ni jugando bien, como lo hizo el viernes, pueda ganar.

Hay cosas que son muy difíciles de entender, una de ellas es la continuidad de Tena al frente del León y que solo se pueden explicar a través de la fe. 

Por Redacción AM

Escrito en León el 15/8/2016 · 00:00