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Mari Aguado de Cuadra

Aún puedo, hijo

A veces, como hijos no nos damos cuenta que lo que más disfruta uno de padre, es simplemente ver y estar con tus hijos… ¡y qué mejor si están juntos!

Escrito en Opinión el
Aún puedo, hijo

El otro día, platicando con mis compañeras de secundaria del Jassá, nos comentaba una de ellas que en el Facebook de su prima, había visto este escrito, el cual, nos conmovió a todas. Es de Buena Luna, se titula como el artículo y dice así: 

“Llévame a la calle, hijo, que aún tengo buenas piernas; a caminar sin rumbo fijo, contigo, no me sentiré viejo... 

Invítame a tu casa, hijo, el domingo en la mañana; a compartir tu buena mesa y sentirme acompañado...

Háblame con cariño, hijo, no me retes ni te alteres; los viejos somos como niños, nos gusta que nos mimen, nos sonrían sin desaire...

Festeja mis ocurrencias, no critiques mis locuras; trataré de ser valiente aunque surjan amarguras... 

No me alejes de tu lado, no me hables con engaño; tengo aún mi mente clara, los recuerdos son de antaño...

Ven a verme a casa, hijo, yo no te pediré nada; solamente tu presencia y contemplar tu cara...

No me dejes triste y solo, no me metas a la cama; los doctores se equivocan, el dolor está en el alma”. 

Me impresionó mucho… porque aunque ya no tengo a mis papás conmigo, me hizo pensar en aquellas veces que siento que tal vez, les fallé… con el tiempo y la lejanía, creo que se recrudecen los sentimientos y el pensar: “Pude haber hecho más”. ¡Qué no daría ahorita por una tarde que comiéramos juntos; preguntarles alguna duda de sus historias personales; que me dieran (los que ahora considero) sus sabios consejos, pero que en algún momento consideré “pensamientos de viejitos”.  

¡Qué no daría ahora por uno solo de sus abrazos y sus besos, que cuando estaban vivos, carrereaba y no valoraba! Recuerdo las ocasiones en las que me desesperé con ellos… o aquellas en las que no los comprendí como debía… pienso en que posiblemente no apoyé de la manera adecuada a mi mamá, cuando murió mi abuela… su mamá…  O cuando quería que caminaran más aprisa y tuvieran más energía sin tomar conciencia de que eran así, por su edad.  

A veces, como hijos no nos damos cuenta que lo que más disfruta uno de padre, es simplemente ver y estar con tus hijos… ¡y qué mejor si están juntos! ¡Démosles esas pequeñas grandes alegrías a nuestros genitores! ¡Seamos un buen ejemplo para nuestros descendientes! Sencillamente estar con ellos con paciencia y amor… cómo nos gustaría que nuestros hijos estén con nosotros, cuando ya no podamos hacer ni pedir nada más. 

¡Tratemos de hacerlo, mientras aún podamos… nosotros y ellos! 

LALC

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