La joven y el mar
Así se llama la película de Disney que nos narra la historia de Gertrude Ederle (o Trudy, como le decían cariñosamente) la primera mujer en cruzar a nado, el Canal de la Mancha, el 6 de agosto de 1926, en su segundo intento.
Así se llama la película de Disney que nos narra la historia de Gertrude Ederle (o Trudy, como le decían cariñosamente) la primera mujer en cruzar a nado, el Canal de la Mancha, el 6 de agosto de 1926, en su segundo intento.
Tenía 21 años cuando completó la travesía, ya que había nacido en Nueva York, el 23 de octubre de 1905. Sus padres, de origen alemán, la criaron en una filosofía de exigencia y esfuerzo. Ella enfermó de sarampión, de pequeña, y casi se muere, sobrevivió pero quedó afectada de su audición. Aún así, superando sus límites personales y desafiando a una sociedad patriarcal que impedía a las mujeres aprender a nadar, hacerlo junto con los hombres, enseñar más partes del cuerpo y que, además, devaluaba el papel de la mujer en el deporte, logró romper por dos horas, el mejor tiempo logrado por los cinco hombres que lo habían cruzado antes que ella.
Y eso a pesar de que la distancia entre Francia e Inglaterra es de 34 kilómetros, aunque por el mal estado del mar, ella tuvo que nadar 56 kilómetros; y durante 35 años mantuvo este récord como la plusmarquista femenina. Está hazaña la catapultó a la fama y le valió el título de “Reina de las olas” e hizo que fuera recibida en Nueva York con el mejor y más grande desfile que se le ha hecho a un deportista a lo largo de la historia.
Ella rompió estereotipos a lo largo de su trayectoria, y fue una de las principales exponentes de la brazada de crol, iniciando con 3 medallas en los Juegos Olímpicos de París hace 100 años. Sus medallas fueron: una de oro en el relevo 4 x 100 metros estilo libre, y dos de bronce en los 100 metros estilo libre y los 400 metros estilo libre. Entre 1921 y 1925, batió 29 récords nacionales e internacionales de natación amateur… es más, en 1922, batió 7 récords en una sola tarde nadando en el mar en Brighton Beach, Nueva York. ¡Qué maravilloso don para la natación tenía, verdad!.
Otra de las cosas que me gustó mucho de la película, y que comprobé en mi investigación sobre el tema, fue que su hermana Meg y sus entrenadores, fueron parte importante de su logro. Su hermana le confeccionó el traje con el que nadó, le cantaba canciones desde el barco que la acompañaba y, al parecer, hasta se echó al mar a nadar con ella en un momento de crisis para motivarla. Un momento que me pareció muy emotivo es cuando el barco no puede acompañarla porque hay bajos, y ella tiene que nadar sola en la oscuridad, se desorienta, se ve perdida y desesperada… en eso, la gente de Dover, Kent, en Inglaterra, que había estado siguiendo su hazaña, ¡se van a la playa a prender fogatas para apoyarla y que pueda lograr su objetivo!. Al igual cuando su Papá que había sido reacio a apoyarla, va a Francia para acompañarla desde el barco, en la travesía. Esto nos pone a reflexionar, la gran importancia de la labor de la familia y de la sociedad para lograr nuestros objetivos… en nuestro mundo que cada vez es más individualista, esto es un extraordinario mensaje.
Trudy, con el tiempo, según National Geographic, se convirtió en diseñadora de modas, también creó técnicas innovadoras para enseñar a nadar a niñ@s y personas con discapacidad auditiva. La campeona y plusmarquista falleció a los 98 años de edad, dejándonos un gran e inspirador ejemplo de vida, sobre todo a las mujeres, porque como se ve en la película, pudo darnos alas para lograr todas aquellas cosas que logramos hacer.
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