Equilibristas
Tomamos las decisiones cotidianas como la mejor opción a lo que se nos va presentando, guardando un equilibrio entre mente y corazón. No contamos con todas las respuestas, sabemos que muchas de ellas las encontraremos en el camino.
Tomamos las decisiones cotidianas como la mejor opción a lo que se nos va presentando, guardando un equilibrio entre mente y corazón. No contamos con todas las respuestas, sabemos que muchas de ellas las encontraremos en el camino.
Somos seres divagantes que recurrimos con constancia al pasado en busca de lecciones aprendidas, o atemorizados, pensamos en lo que nos deparará el futuro, sin reflexionar que el hoy, es con lo único que contamos.
Te lo hago notar, porque mencionas el hubiera continuamente, es un tiempo verbal inexistente. ¿No te das cuenta de que no hay manera de modificar una coma a nuestro libro escrito? Está grabado en el acantilado, es la roca que adquirió su forma en el fuego, a fuerza de tormentas incandescentes.
No estoy exenta, te digo, todos libramos nuestras batallas silenciosas, y no siempre volvemos al ahora ilesos. Por lo regular, nos desmadejamos haciéndonos mil preguntas, culpándonos por nuestra falta de sapiencia y madurez. Tornamos con el corazón enardecido tras haber remado a contracorriente para sobrevivir al naufragio de nuestras emociones. Finalmente, cargamos nuestras piezas a cuestas como un fardo de leña, para posteriormente, en la calma de nuestros silencios, proceder a ensamblarnos de nuevo.
Hay veces que me doy cuenta de que algo de mi se quedó perdido y clama mi ayuda desde ese lugar sin nombre. Lo escucho llamarme sintiéndome confundida. Recapacito, si está extraviado en mí, es lógico que me mencione, pues sólo cuenta conmigo.
Consciente de esa responsabilidad, comienzo a hablarle en mis pensamientos, para que, orientado por el sonido de mi voz, regrese entre esa maleza incierta al ahora. Cuando estamos frente a frente, nos miramos a los ojos, que un tiempo fueron los mismos, y nos vamos unificando, como un hielo que pierde su forma en el agua, hasta ser liquido también. Cómo sucede con los abrazos del alma, que no se sabe a ciencia cierta, quien está conteniendo a quien.
Es difícil permanecer en la línea del centro, te digo, tienes que fijar tu atención como un equilibrista que desafiara al vacío con la vista al frente, y continuar sin atisbo de duda. A veces a pasos cortos pero firmes, escuchando indiferente la marejada de tus voces viejas, sin prestarles atención alguna, sin retroceder. Y así, caminarás en un manto de nubes, con el eje de tu centro y tus brazos extendidos como alas, un paso a la vez, otro más.
Cuando te digo esto, me siento dubitativa, no sé si soy el ser indicado para orientarte, aprendemos cada uno a nuestro ritmo, aceptando nuestros desafíos. Muchas veces he ganado, otras perdido. Aun, no puedo ufanarme de haber concluido, y hacer un balance de mis acciones. Estoy en la vida, sigo aprendiendo.
Los equilibristas, salieron a escena, subieron las escalerillas flexibles y se lanzaron audaces en el trapecio. Pocos pensaron que tenían miedo, pues no lo parecía, ellos, en las alturas, lo disimulaban y a todos les parecía que estaban volando.
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