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Perspectiva

El poder de la armonía

Hace tiempo que perdimos la armonía en Guanajuato. Vivimos la peor época en seguridad y, por si fuera poco, hay un desencuentro entre el sector empresarial y el gobierno.

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El poder de la armonía

Hace tiempo que perdimos la armonía en Guanajuato. Vivimos la peor época en seguridad y, por si fuera poco, hay un desencuentro entre el sector empresarial y el gobierno. Nunca habíamos escuchado a filántropos con tanto enojo por un cambio unilateral. La extinción del Fidesseg lo consideran una traición. 

Mucho se habla de lo que sucede pero hay pocas ideas claras de cómo se puede encontrar la armonía perdida. Cuando los panistas en el Congreso aniquilaron el fideicomiso de apoyo, la interpretación del empresariado era que el gobierno, debilitado por el acercamiento de Morena en la elección, tomaría los recursos para apoyar a “la gente” con tarjetas. Se preparan para competir con Morena, comentó un empresario. 

Nunca encontramos la verdadera causa del rompimiento innecesario. Desde el gobierno adujeron abusos, corrupción y otras lindezas que nunca pudimos dar por buenas. Si la carga administrativa de las fundaciones fue exagerada, si hubo pequeños o grandes desvíos, los propios funcionarios del gobierno pudieron pararlos porque eran parte de esa administración y auditaban constantemente las participaciones. 

Pasaron cuatro meses sin acuerdos sustanciales. Incluso la secretaria del Nuevo Comienzo, María del Rosario Corona, insulta la inteligencia de los empresarios cuando dice que cuatro de ellos no detendrían el desarrollo de Guanajuato. Una agresión que causó náuseas. Si lo hubiéramos escuchado de Morena, podría entenderse, pero lo dijo una funcionaria que no conoce o no recuerda la historia de su partido y quienes lo forjaron. 

Sin embargo, el asunto no es hacer recriminaciones sino proponer una salida para el gobierno y los empresarios. Para salvar cara, el gobierno podría encargar a Jorge Jiménez Lona, el Secretario de Gobierno, la negociación de un acuerdo conveniente para las partes. Jiménez Lona tiene el talento y la credibilidad de todos quienes tratan con él. 

Seguro que en minutos podría conseguir la restauración de acuerdos duraderos. Lo cierto es que el gobierno no necesita tomar dinero de las nóminas para ampliar sus “apoyos” populistas. No hay recursos para competir con el cañón de dinero (unos 22 mil millones) de las pensiones federales. A base de dádivas será imposible que el PAN conserve el Congreso en tres años. El único camino es conquistar la paz perdida y ubicar a Guanajuato entre los estados más seguros del país. Que salgamos del segmento en el que nos encontramos con Tabasco, Culiacán, Baja California, Tamaulipas y Michoacán. 

El Secretario de Gobierno puede restablecer y mejorar el acuerdo que había entre gobierno y empresarios. Puede proponer mejores reglas y transparencia pública en los dineros que aportan las empresas vía nómina. Hay una deuda moral del PAN con el empresariado. 

Desde el primer día que se impusieron gravámenes a la nómina, prometieron destinar el recurso a proyectos de infraestructura en acuerdo con los empresarios. Nunca sucedió.

El gobierno desperdicia las ventajas que tiene el construir acuerdos, el poder de la armonía. Los empresarios, por definición, son líderes que eligieron el destino de arriesgar, que pusieron la vida y el alma en construir instituciones, que generan empleo, valor y prosperidad. Muchos de ellos tienen vocación social y de servicio; son creativos, honestos y quieren un Guanajuato mejor. 
En las fundaciones la rara excepción es el beneficio personal de sus impulsores. Todos a quienes conocemos pueden ayudar. Así lo hicieron desde que Acción Nacional llegó al poder.  

 

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