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Perspectiva

Los 'terroristas' van a El Salvador

La escena es dura, tanto que el gobierno de Estados Unidos y el de El Salvador la usan para desalentar la participación de latinoamericanos en bandas criminales.

Escrito en Opinión el
Los 'terroristas' van a El Salvador

“El fin del estado, es particularmente, la seguridad”.

Thomas Hobbes

La escena es dura, tanto que el gobierno de Estados Unidos y el de El Salvador la usan para desalentar la participación de latinoamericanos en bandas criminales. Miembros del poderoso “Tren de Aragua” caminan en fila, sometidos, esposados, van amarrados con cadenas y agachados como hace dos siglos se transportaba a esclavos, son 238 venezolanos, además de 23 pandilleros de la Mara Salvatrucha,  Llegan deportados a El Salvador. 

Donald Trump se valió de una ley, que también tiene dos siglos, para declarar a los “terroristas” latinoamericanos como enemigos de guerra de su país. Nayib Bukele, el implacable presidente de El Salvador, los envió a una prisión de máxima seguridad. EE.UU pagará por tenerlos un año detenidos por lo menos. En las redes se ve cómo los rapan, rasuran y descubren sus tatuajes que los identifican como miembros del “Tren de Aragua”.


La Secretaría de Prensa de la Presidencia de El Salvador fue la responsable de difundir los métodos penitenciarios de su país. El lugar en que los encerraron se llama “Centro de Confinamiento de Terroristas” CECOT. Bukele llama terroristas a los miembros de las pandillas que sometieron a su país durante años. La palabra confinamiento es más dura que centro de detención o rehabilitación social. 

Para Trump y Bukele es un triunfo más en la persecución de grupos que someten a su ley de extorsión, tráfico de drogas y trata de personas a comunidades enteras en Estados Unidos, Venezuela y otros países latinoamericanos. Para los activistas de derechos humanos es una salvaje forma de tratar a personas que no han sido juzgadas, que no regresarán a su país sino a una detención “arbitraria” e ilegal. 

Cuando todo México está asombrado y dolido por lo que descubren las madres buscadoras en Jalisco y en muchas otras partes del país, hay quienes proponen el uso del método Bukele. El péndulo va de la indolencia criminal de los “abrazos y no balazos”, al despliegue autocrático del poder para contener la violencia y el terror. 

Dice Bukele, con razón, que el poder del estado no puede ni debe ser retado por organizaciones criminales. Su método para imponer la paz puede ser objetable pero los resultados en esa lucha le dieron más del 90% de aprobación en su país. Trump apuesta también al combate frontal a “terroristas extranjeros” infiltrados en el tejido social de EE.UU. Lo hace incluso violando la ley, cuando jueces federales prohibieron el envío. 

Por fortuna la presidenta Claudia Sheinbaum dejó de lado el estilo de gobernar de su mentor. Cuando transportó (que no extraditó) a EE.UU a 29 capos que tenían en la cárcel, lo hizo sin consideraciones legales. Prefirió deshacerse de ellos sin juicio de extradición previo. Tomó la decisión pragmática de mostrar una postura firme ante la delincuencia y ante la presión de Trump al designar a 6 grupos como “terroristas”. En menos de medio año logra lo que no hizo López Obrador: desarticular cárteles, incautar droga, destruir laboratorios y enviar un mensaje claro: no más abrazos.

En su contra está dar explicación al país de todo lo ocurrido en el sexenio pasado. La culpa no es del neoliberalismo, ni de Felipe Calderón. Cada presidente tiene la responsabilidad de dar seguridad y paz durante su mandato. Así lo juran desde el primer día. 

 

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