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OPINIÓN

Laboratorios forenses: cuando uno es ciego y el otro no sabe leer…

A pesar de los avances en tecnología de secuenciación y tipificación de ADN, fundamentales para la genética forense, la falta de infraestructura y equipos son palpables y muchos laboratorios estatales tienen instrumentación obsoleta o en malas condiciones.

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Laboratorios forenses: cuando uno es ciego y el otro no sabe leer…

La frase “uno es ciego y el otro no sabe leer” se usa para describir una situación en la que dos sujetos o entidades tienen limitaciones sustantivas que impiden que algo funcione correctamente, aunque en teoría deberían complementarse. Ya sea por la incompetencia mutua, la falta de comunicación efectiva o por burocracia e ineficiencia, al final no se realiza un trabajo de manera adecuada.

Con carácter histórico los laboratorios forenses en México han enfrentado retos que afectan su eficiencia y capacidad operativa. En sus principales áreas de análisis, como son la genética forense, toxicología y biología molecular, hay problemas estructurales y de recursos que han impactado su desarrollo. En estos últimos años, por la crisis de desapariciones y necesidad de identificación de personas, los servicios forenses han cobrado una relevancia especial.

A pesar de los avances en tecnología de secuenciación y tipificación de ADN, fundamentales para la genética forense, la falta de infraestructura y equipos son palpables y muchos laboratorios estatales tienen instrumentación obsoleta o en malas condiciones. Además, existe un retraso enorme en procesamiento de muestras (restos óseos y otras muestras biológicas) los cuales no han sido analizados por falta de personal capacitado y saturación del sistema, lo cual, sumado a una cuasi inexistente base de datos de ADN y la pobre colaboración interinstitucional (fiscalías estatales, FGR e incluso organismos internacionales) retrasan los procesos de identificación.

En otro rubro, la toxicología forense, que es crucial para determinar causas de muertes relacionadas con el consumo de drogas, alcohol y otras sustancias, presenta retos sustantivos por falta de reactivos y tecnología (como espectrometría de masas de alta resolución, cromatografía de gases o líquida, espectroscopía, entre otros) que son de alto costo de adquisición, mantenimiento y consumibles. 

De la misma manera, hay pocos peritos especializados y toxicólogos forenses, lo que lleva a que muchas pruebas sean realizadas por personal no especializado, aunado a normativa insuficiente y de aplicación laxa, lo cual ocasiona que los protocolos de realización de pruebas no sean estrictos afectando la validez de los resultados, sin olvidar la corrupción y manipulación de pruebas que mina la confianza en el sistema de justicia.

En el caso de la biología molecular forense, con aplicación en identificación de personas, análisis de escenas de crimen y estudios de parentesco, hay limitación en el acceso a secuenciación de nueva generación y PCR digitalizada, con poca inversión en el desarrollo de nuevas metodologías forenses en instituciones académicas y laboratorios de gobierno, además de una pésima manipulación de muestras que conlleva a resultados erróneos o no concluyentes. En todos estos rubros, faltan certificaciones y acreditaciones de metodologías y sistemas de gestión de calidad analítica.

No es un tema sencillo a resolver, puesto que la inversión para tener laboratorios funcionales con tecnología de vanguardia, que integren además peritos con experiencia o profesionales de laboratorio especializados y una base de datos integrada, requiere además de miles de millones de pesos, capacitación y adiestramiento específicos. Por ello, es que ahora se vuelve menester del estado el fortalecer estos centros, ya que, si no lo hace, será ciego y omiso y los centros forenses no tendrán las herramientas para leer, es decir, hacer su trabajo de manera cabal. Como ciudadanos, para este tema que es ahora de “prioridad nacional” es importante exigir lo justo y aportar lo necesario, es tiempo.

Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

 

RAA

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