La mirada de tus ojos
La mirada de tus ojos me refleja, no a la que soy sino a la que fui. Y es que cuando estoy contigo, sé que me ves con imágenes archivadas que han seguido ejecutándose en un segundo plano.
La mirada de tus ojos me refleja, no a la que soy sino a la que fui. Y es que cuando estoy contigo, sé que me ves con imágenes archivadas que han seguido ejecutándose en un segundo plano. Tus ojos, omiten la realidad y solamente regresan y evocan, con la capacidad que tenemos de cambiar de mundos en un instante, de forma misteriosa e instantánea como lo hacemos soñando.
Así que, por medio de ella, me percibo, reproduzco y multiplico, como si observara la película de mi vida a través de tus ventanas. Soy actor y observadora al mismo tiempo. Nunca deja de resultarme una sensación extraña, es como mirar a hurtadillas y escuchar detrás de la puerta nuestras voces, esas sílabas que se quedaron difuminadas en un espacio intacto, preservado impoluto, incorrupto.
No sé cómo explicarlo, mantenemos un diálogo alterno, escucho tu día a día, y al mismo tiempo, camino de tu mano, dibujo a tu lado en el tocador, nos reímos por banalidades, nuestras risas resuenan bulliciosas y vivas en un mundo intangible.
Las dos lo sabemos, desconocemos el procedimiento que se opera en nosotras, mas lo aceptamos, es como una música de fondo o una representación tras bambalinas. Simplemente lo volvemos a vivir y escuchamos ese eco extraño que no necesita de nuestros labios. Sonreímos porque sabemos que existe y brilla luminoso, como la luz de las estrellas lejanas, que siguen en el firmamento aumentando la belleza de los cielos.
Tú, conservaste mis muñecos, atesoraste mis garabatos y me archivaste a mí, a la que te traiciono siguiendo las etapas de la vida y no pudo reprimir la evolución ni el crecimiento, y mucho menos estacionarme a tu lado. Tampoco eso.
Por eso cuando regreso a casa, siento un frío solitario, una voz que clama, que me desazona por dentro y no me es posible explicar. Y si no puedo hacerlo conmigo misma, menos puedo hacerlo con los demás, así que evado las preguntas esperando que se disipe la bruma y se instale la cotidianeidad.
Y pienso, en lo que a diario ocurre en nuestro cuerpo, en las células que se dividen y se renuevan cada cierto tiempo, en los seres en continua transición que somos a los que se les ha impedido detenerse. Pero no se fosilizó el amor, más bien se quedó encerrado, y yo, accedo a él por la mirada de tus ojos, que es el camino más seguro para llegar a tu corazón bueno.
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