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La vida desde la ‘Miguel Alemán’

Debería ser un ejercicio cotidiano para todos, el asistir a estas realidades en donde las carencias se constatan y los sueños se frustran. A este mundo de las mayorías, del “reverso de la historia” es del que debemos aprender.

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La vida desde la ‘Miguel Alemán’

En estos días de relativo relax para los mexicanos, en que uno de cada diez tiene la oportunidad de salir de casa y descansar, es que las ciudades tienen espacios de menor bullicio. En este “impasse” o compás de espera, es que se dieron en León, intervenciones de la autoridad municipal para el reordenamiento de los espacios del Descargue Estrella en la Miguel Alemán que ya era caótico. Confieso que por vivir muy cerquita (Loma Bonita) y hacer el mercado hace años en esta populosa zona, es que conozco relativamente bien este mundo. Convivo con comerciantes formales e informales y me doy cuenta de la dinámica de un mercado; sé de la precariedad de familias para sentarse a vender “algo” y gritar para llamar la atención de los compradores. Lo mismo, de este inframundo donde lo “caliente” se vende y de la lucha por la sobrevivencia.

Debería ser un ejercicio cotidiano para todos, el asistir a estas realidades en donde las carencias se constatan y los sueños se frustran. A este mundo de las mayorías, del “reverso de la historia” es del que debemos aprender. Es cierto, muy cierto, que el desorden en espacios y el predominio de la basura era enorme; nuestra cultura mexicana no nos da para más y por eso, es que necesitamos que estas áreas, donde hay mercados, negocios de locales y ambulantes, sea reordenado. No es fácil ser autoridad, pues se deben conciliar intereses, y por eso seguramente, este tipo de operativos son “sorpresa”. Aquí la cuestión, es hasta donde se puede negociar con los ambulantes y acordar alternativas para el trabajo digno que tanto requieren.

Termino el libro “anclados en la esperanza: peregrinos con los jóvenes” que es la documentación de historias de vida de chicos que vivieron en condición de calle y que encontraron en Ciudad del Niño o en Patio Don Bosco o en Valdocco (Chapalita), un refugio que cambió para bien, sus vidas. Muchos de estos testimonios se dieron precisamente en estos escenarios populares, donde los menores crecen en tanto, los papás venden lo que pueden. Por eso, los mercados son aleccionadores de vida. Desde el Campestre o Plaza Mayor, la vida no se ve igual. La encarnación de Jesús en Nazaret o el materialismo histórico de Marx lo confirmaron siempre: la condición material determina la conciencia. Por eso, la insistencia en que muchos de los espacios de decisión de la ciudad deberían tener representación popular, no solo “fifí”. Apenas, los pocos regidores emanados y representativos de los más pobres, alzan la voz para hablarnos de lo que sucede en las calles, con las mayorías.

El comercio ambulante, es cierto, no paga impuestos; cuotas de espacio, sí. Pero, aunque no se reflejan en ingresos, sí generan empleo de sobrevivencia. Las economías aquí son de utilidades marginales muy pequeñas; realidades de ganar 100 a 200 pesos para poder comer en el día. Por eso, el reordenamiento de espacios debe estar ligado a las alternativas de empleo, pues todos estos paisanos (algunos provenientes del sur del País) tienen necesidad de comer. Enorme reto para las autoridades de la ciudad el acordar los posibles espacios para acomodarse, en un entorno donde no sobran lugares.

La lucha por la sobrevivencia requiere educación, proyectos de emprendimiento social, capacitación, estructuración básica del “puestito” e ideas sobre el producto. Estos son los requerimientos que tiene la gente, pues la desesperanza se traduce pronto en los jóvenes en conductas criminales y en adicciones. Mucho es lo que debemos hacer como sociedad para que las oportunidades estén cercanas en la economía de los tianguis y de los mercados. Es una cadena de suministro que deja remanentes en cadena, desde el producto, pasando por la Central de Abastos hasta llegar a los tianguis y a los descargues. Todos ganan y tienen trabajo honrado. Por eso, el empleo es tan indispensable para prevenir el crimen y la violencia que, en algunos casos, es legítimo en una sociedad con diferencias económicas tan brutales como la mexicana. Ojalá que haya alternativas. Y seguramente ya las estarán acordando. Lo deseo de verdad. Hoy hice el mercado y veo todo limpio y ordenado. Como “clasemediero” que compra en la Miguel Alemán para tener ahorros, me da gusto la limpieza en las calles, pero pienso en la gente que aquí vendía y en todo lo que debemos hacer para crear empleos y educación a las mayorías e intentar ponernos en sus zapatos. Viviendo por años en zonas marginadas eso aprendí: desde aquí, se ve diferente la vida, como ahora, desde la “Miguel Alemán”. 

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