La Providencia en tres lugares
El nuevo Papa, Robert Francis Prevost Martínez, a quien en adelante nos referiremos como León XIV, anuncia beneficios providenciales para tres lugares de la Iglesia Católica: Estados Unidos, El Vaticano y Latinoamérica
“No hubo tiempo alguno en que no hubiese tiempo”.
San Agustín
El nuevo Papa, Robert Francis Prevost Martínez, a quien en adelante nos referiremos como León XIV, anuncia beneficios providenciales para tres lugares de la Iglesia Católica: Estados Unidos, El Vaticano y Latinoamérica. Justo en el momento en que más se necesita, representa la esperanza para la institución.
Estados Unidos tiene su primer Papa, un misionero agustino de madre peruana (Mildred Martínez). El nuevo Papa ha dirigido la orden y ha vivido en Perú por cuatro décadas, la mayor parte de su vida, también es ciudadano peruano. León XIV, de 69 años, puede remediar muchas cosas que fueron muy mal en su país de nacimiento.
Todo comenzó con información de Boston Globe en 2002, cuando se descubrió la rotación de sacerdotes pederastas en la diócesis, algo que se había ocultado durante décadas. A partir de entonces las denuncias penales mostraron que no sólo era Boston, sino múltiples diócesis las que enfrentaban demandas que minaban la reputación de la institución y afectaban sus finanzas por los pagos de más de 3 mil millones de dólares a través del tiempo.
Fue un gran daño para las escuelas católicas, para la labor social y pastoral, para el ánimo de la feligresía, cuyos donantes del país más rico del mundo, supieron que los ahorros se iban en reparaciones materiales por mala conducta. El último pago a los afectados en la diócesis de Los Ángeles fue de 880 millones de dólares, cantidad superior al presupuesto del Vaticano que ronda los 500 millones. Se calcula que el conjunto de diócesis norteamericanas han pagado esos 3 mil millones de dólares en reparaciones desde la denuncia de la célebre investigación llamada “Spotlight”.
Desde el 2014, el Vaticano arrastra una deuda de más de 400 millones de dólares. Aunque podría salir de compromisos con la venta de obras de arte, lo más seguro es que con el liderazgo de León XIV pueda reconstruir sus finanzas.
Los norteamericanos muestran un gran entusiasmo por tener su primer Papa. Hacía mucha falta que los 53 millones de católicos de EE.UU tuvieran una buena noticia después de más de dos décadas de escándalos por la pederastia de algunos de sus miembros. Seguro que su nuevo Papa verá por la renovación y el cambio de cultura dentro de la iglesia norteamericana y del mundo entero.
Para Latinoamérica también será el bálsamo de un misionero que conoce la tierra de nuestras razas mestizas. Su raíz peruana y su propia nacionalidad adquirida, lo acercan a nuestro hemisferio. Aunque el Papa Francisco fue muy cercano por la lengua y la cultura latina, León XIV lleva en la sangre el mestizaje, la labor misionera y la cultura inspirada en San Agustín de Hipona por el Papa Inocencio IV, fundador de la orden en el siglo XIII.
Contra la xenofobia imperante, contra el racismo expresado en el maltrato a los migrantes, contra la idea de que los latinoamericanos son un lastre para EE.UU, llega oxígeno para limpiar la atmósfera de miedo que viven al norte de la frontera. Porque, más allá de creencias y ritos, el Papa Francisco deja un legado de humanismo y misericordia para los pobres y migrantes de todo el mundo.
Si Francisco era nuestro hermano latinoaméricano, León XIV es nuestro medio hermano, alguien que comprende problemas y circunstancias de vida del Perú y de nuestro hemisferio. Amén.
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