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Juan Ignacio Torres Landa: Un hombre de ideales

Manuel Mora, quien fuera jefe de prensa de la campaña de Torres Landa, relata cómo se vivió la jornada electoral del 1 de julio.

Escrito en Opinión el

“Se generaron muchas victorias en el País y en el estado, desafortunadamente no la nuestra pero abonamos al triunfo de EPN. Fue excelente la conjunción de esfuerzos, muchas gracias! Estaremos en contacto”, escribió Juan Ignacio Torres Landa el 2 de julio de 2012, en el último correo electrónico que recibí de él.
Un día antes el ambiente era festivo. Ese 1° de julio fue la jornada más larga que pasé junto a Juani, y en la que más aprendí de él.
Comenzamos como siempre muy temprano, con un desayuno en su casa. Ese día las tiendas OXXO regalaron café para incentivar el voto, y en redes sociales todos animaban al sufragio.
El 1° de julio todo era sobre elecciones, incluso la final de la Eurocopa se prestaba para jugar con analogías: “Avanza la Furia Roja vuelve a doblegar a los azules…”, se leía en Twitter, cuando España ganaba 2-0 a Italia al final del primer tiempo.
Juani votó en la casilla 1687-C3, en el mismo lugar donde sufragó el candidato panista a la Alcaldía de León, Miguel Salim Alle.
Ambos políticos se toparon en el centro de votación, en el Instituto Cumbres; intercambiaron saludos y cada quien siguió su rumbo. El triunfo del PRI se percibía particularmente en esa casilla -al final sabríamos que ahí ganaron Torres Landa y la abanderada tricolor a la Alcaldía, Bárbara Botello.
Después de la votación subimos a la camioneta y enfilamos a Guanajuato capital, desde donde seguiríamos el desarrollo del “Día D”. En el camino Torres Landa platicaba con su esposa Maricela y sus hijos Juani, Jimena, Mariana y Luz María.
La charla era de un Gobernador haciendo planes sobre lo que haría por Guanajuato. Juani señaló por la ventana para que su familia notara el gran contraste entre una zona pobre que estaba junto a una colonia residencial. Había mucho que hacer por el estado, y Torres Landa platicaba cómo su proyecto beneficiaría a lo que menos tienen.
“Por lo menos una vez a la semana haré honores a la Bandera en una escuela pública”, decía Juani, mientras sus hijas aportaban ideas sobre cómo mejorar las ciudades de Guanajuato: parques, vialidades, escuelas dignas. 
El equipo compacto de campaña y la familia del candidato estaba ya en el hotel que adoptamos como búnker, a un costado del Jardín Unión. Desde ahí veíamos en los monitores los cortes informativos, esperando a que los datos de salida fluyeran desde las casillas.
Roberto Pesquera, el tesorero de la campaña, mostraba a Juani la evolución de los resultados a través un iPad. Tenía una sonrisa en el rostro. Horas después las malas noticias comenzaron a fluir: reportes de detenciones de simpatizantes, hombres armados, agresiones… y más tarde el vacío informativo.
Las encuestas de salida comenzaron a difundirse, mientras en otros estados había una clara tendencia, en Guanajuato había incertidumbre: “Encuesta TV Azteca confirma competencia CERRADA en Gobernador de Guanajuato. No ven prudente dar resultados de encuesta”.
Juani se atrincheró en una habitación con su familia y parte de su equipo de campaña. Quedamos a merced de la información que Luis Videgaray, entonces coordinador de campaña de Enrique Peña Nieto, le daba por celular a Juani. Al principio incertidumbre, después malas noticias.
“Reconoce @JTorresLanda que el 43% alcanzado hasta ahora no le es suficiente para ir a la cabeza, pero espera resultados definitivos”, lancé por mi cuenta de Twitter.
Ya íbamos rumbo a León. El estado estaba perdido, pero había fuertes probabilidades de ganar alcaldías importantes. Juani quería apoyar a los candidatos, particularmente a Bárbara Botello: dio instrucciones a todo el equipo de que estuviéramos atentos para apoyar en lo que fuera necesario.
Llovía sobre la autopista Guanajuato-Silao y la señal de radio apenas se escuchaba por la interferencia. Juani ya no pensaba en él, sino en Peña Nieto y el resto de los candidatos. López Obrador daba señales de que, nuevamente, no aceptaría una derrota, y los datos en León hablaban, hasta ese momento, de una elección cerrada.
Durante el camino Juani recibía muestras de apoyo de su familia. Yo atestiguaba el difícil momento, tratando de encontrar sentido a lo que estaba ocurriendo para responderle a Luz María, la más pequeña de los Torres Landa Aranda, quien me pedía explicaciones sobre las noticias negativas que recibíamos ya por diversas vías.
Llegamos al búnker de Bárbara Botello. La candidata estaba en una habitación con su familia, mientras el resto de su equipo seguía por televisión los resultados.
Sentimientos encontrados: la derrota de Juani, ya irreversible, me tenía frustrado; sin embargo, era un hecho que Bárbara había triunfado en León y eso nos tenía contentos a todos. 
Mientras la hoy Presidenta Municipal gozaba de su histórico triunfo, Juani ofrecía una rueda de prensa en La Estancia junto a su esposa, Maricela, en la que aceptaba su derrota.
La madrugada del 2 de julio me despedí de Juani Torres Landa, en su casa, con la promesa de regresar horas después, a las 5, para recibir al equipo de Televisa México y preparar el enlace para el noticiero de Carlos Loret de Mola. La madurez política de Juani dictaba que había que reconocer su derrota en cadena nacional, y pedir a López Obrador que hiciera lo propio abonando, en lo posible, al clima de paz en el País.
De Juani aprendí que “un hombre con ideas es fuerte, pero un hombre con ideales es invencible”.

*Manuel Mora, fue jefe de prensa  de la campaña de Juan Ignacio Torres Landa.

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