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Peligra Patrimonio de la Humanidad

Tiene los días contados el río Nu, una de las vías fluviales más salvajes de Asia, después que el Gobierno de China revivió este año sus planes para c

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Desde su cristalino origen como un riachuelo que nace de un glaciar en el Himalaya tibetano hasta su extenso y cenagoso paseo por las selvas de Myanmar, el río Nu es una de las vías fluviales más salvajes de Asia, con su trayecto de 2 mil 700 kilómetros sin obstáculos en su recorrido hacia el Mar de Andamán.
Sin embargo, los días del Nu como uno de los últimos ríos de caudal libre de la región están contados. El Gobierno chino sorprendió a ecologistas este año al revivir los planes para construir presas hidroeléctricas en áreas remotas en los tramos superiores del Nu, corazón de un sitio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, en la provincia de Yunnan en el suroeste de China, que se cuenta entre los lugares más ecológicamente diversos y frágiles del mundo.
Los críticos dicen que el proyecto obligará a la reubicación de decenas de miles de minorías étnicas en el altiplano de Yunnan y destruirá las zonas de desove para una veintena de especies de peces en peligro de extinción. Los geólogos advierten que construir las presas en una región sísmica podría amenazar a quienes viven río abajo. El próximo mes, la UNESCO discutirá si incluye el área en su lista de lugares en peligro.
Entre los más perjudicados podrían estar los millones de agricultores y pescadores al otro lado de la frontera, en Myanmar y Tailandia, quienes dependen del Salween, como se le conoce al río en el sureste asiático, para su sustento.
“Estamos hablando de una cascada de presas que fundamentalmente alterarán los ecosistemas y recursos para las comunidades aguas abajo que dependen del río”, dijo Katy Yan, coordinadora del programa en China de International Rivers, un grupo activista.
Suspendido en el 2004 por Wen Jiabao, el entonces primer ministro, y resucitado antes de su retiro en marzo, el proyecto eleva las tensiones regionales por los planes de Beijing para embalsar o desviar varios ríos que fluyen desde China hasta otras naciones sedientas, en su deseo por apuntalar el crecimiento económico y reducir su dependencia del carbón.
De acuerdo con su plan energético más reciente, el Gobierno intenta iniciar la construcción de unas tres docenas de proyectos hidroeléctricos.
China se ha mostrado en gran medida indiferente a las preocupaciones de sus vecinos, como India, Kazajistán, Myanmar, Rusia y Vietnam. Desde 1997, se ha rehusado a firmar un tratado de las Naciones Unidas para compartir agua. “Luchar por cada gota de agua o morir”, es como Wang Shucheng, el ex ministro de Recursos Acuíferos de China, describió alguna vez la política hidráulica de la Nación.
Aquí en Bingzhongluo, quienes atesoran la belleza verde jade del Nu dicen que las cuatro presas propuestas en Yunnan y la otra en construcción en el Tíbet alterarían de manera irrevocable lo que las guías de viaje se refieren como el Gran Cañón del Este.
Engarzadas en los picos alpinos se encuentran villas cubiertas de neblina cuyos residentes forman parte de la docena de tribus nativas de la región, la mayoría con sus idiomas propios.
“El proyecto será bueno para el Gobierno local, pero un desastre para los residentes”, dijo Wan Li, de 42 años, quien en el 2003 dejó la capital de la provincia, Kunming, para abrir un albergue juvenil en este pueblo. “Perderán su cultura, sus tradiciones y su medio de vida, y se quedarán con un embalse manso y sin vida”.
Los ecologistas han caído en el desaliento por la destrucción de muchas de las vías fluviales de China. El Ministerio de Recursos Acuíferos dio a conocer un estudio en marzo, que señalaba que 23 mil ríos habían desaparecido y muchos de los ríos más legendarios de la Nación se habían contaminado.
Algunos expertos dicen que China tenía poca opción más que proseguir con las presas en el Nu, dadas las voraces necesidades energéticas del País y una excesiva dependencia en el carbón que ha contribuido a niveles récord de esmog en Beijing y otras ciudades.
No obstante, muchos ambientalistas rechazan la afirmación del Gobierno de que la energía hidroeléctrica es “energía verde”, al señalar que los embalses creados por las presas se tragan grandes cantidades de bosque y campo.
Los líderes locales se han esforzado por retratar al proyecto como un obsequio que aliviará la pobreza.
Sin embargo, Yu Shangping, de 26 años, un campesino en Chala, un pueblo cerca del Nu, rechaza la noción de que él y sus vecinos sean pobres, diciendo que la tierra y el río satisfacen casi todas sus necesidades.
“Hemos trabajado duro para construir este lugar”, dijo, “pero cuando el Gobierno quiere construir una presa, no hay nada que uno pueda hacer al respecto”.

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