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Brillos dorados en Alemania

El Museo Lenbachhaus reabre sus puertas tras más de tres años de obras de ampliación comandadas por Norman Foster

Escrito en Opinión el

Funciona bien como arquetipo romántico, especialmente para una ópera como “La bohemia”, pero no todos los artistas de antaño eran unos “muertos de hambre”. Pregúntenle si no a Franz von Lenbach.
Este insigne pintor alemán cobro fama por su oficio como retratista, el cual lo volvió el consentido de la aristocracia muniquesa hacia finales del Siglo XIX. Era llamado “Príncipe de los pintores” y tenía entre sus clientes al mismísimo canciller Otto von Bismarck.
Tan bien le iba a Lenbach, que se construyó una esplendorosa villa de estilo renacentista a las afueras de Munich, donde descansaba hasta que murió en 1904. Veinte años después, la ciudad adquirió el edificio y lo convirtió en su museo municipal de arte: el Lenbachhaus (Casa de Lenbach).
La historia de ese pequeño palacio devenido en museo no ha terminado. Antes bien acaba de escribir un nuevo capítulo con la ampliación y reforma dirigida por el arquitecto británico Norman Foster, misma que abrió sus puertas al público el pasado 9 de mayo, luego de más de tres años en obras.
La ampliación orquesta por el Premio Pritzker de 1999 y Premio Príncipe de Asturias de 2010 no es la única que ha tenido la Lenbachhaus en el último siglo, pero sí la de mayor aliento y alcances, tendiente a acoger con mayor comodidad a sus 280 mil visitantes al año, que son atraídos principalmente por la amplia colección del grupo Der Blaue Reiter (El jinete azul), célebre núcleo de artistas expresionistas en el que militaron Wassily Kandinsky y Franz Marc, entre otros.
Contraste dorado
El museo muniqués es uno más de los recintos antiguos que deciden ampliarse sin nostalgias ni afanes revivalistas, apostando por el contraste que dan sus extensiones en estilo contemporáneo.
El equipo de Norman Foster visualizó como reto principal de diseño “mantener la misma cantidad de espacio expositivo dentro de la huella original del edificio, a la vez que se creaban nuevas circulaciones y espacios de acogida para los visitantes. Dada la forma en las distintas partes del museo habían evolucionado, no había espacios típicos, así que cada rincón requirió una atención especial y distintas decisiones de diseño”.
El arquitecto británico añade: “Otro aspecto importante fue crear nuevas oportunidades para que obras de arte pudieran ser exhibidas fuera de los confines de las galerías, como en el atrio”.
Concebido como un “joyero” para los tesoros de la Lenbachhaus, el nuevo edificio rectangular está recubierto de paneles de una aleación de aluminio y cobre, cuyo color complementa las tonalidades ocres originales del museo.
Por dentro, una ordenada serie de galerías muestra de forma estelar las obras de Kandinsky, Marc y sus correligionarios, haciendo eco de la escala doméstica que poseía el emplazamiento original. Muchas de las obras expuestas fueron pintadas al aire libre, por ello, los arquitectos apostaron por mantenerlas iluminadas con la misma luz natural con que nacieron, aunque eso sí, tamizada para que llegue a los lienzos de manera indirecta.
De jardín a patio
La circulación dentro del museo fue reconfigurada por completo, comenzando por una nueva entrada junto al restaurante, en el extremo sur del conjunto original. Con este movimiento, el jardín que enmarcaba el acceso anterior quedó convertido en un tranquilo patio para el descanso de los visitantes.
El restaurante, con su terraza que se extiende hacia la plaza, contribuye a dinamizar socialmente el lugar, pues al funcionar fuera de los horarios del museo, da vida a los alrededores y atrae nuevos visitantes a las galerías.
Elemento estelar en los interiores es su lobby a triple altura, desde el que los visitantes de la Lenbachhaus pueden acceder a las exposiciones temporales de la planta baja, o a las galerías permanentes en los niveles superiores.
“Este espacio se desarrolló bajo la idea de un “salón urbano”: es el corazón público y social del museo y un punto de conexión con toda la ciudad”, explica Norman Foster sobre el lobby.
El nuevo volumen dorado cubre todo el extremo poniente del recinto, articulando lo viejo con lo nuevo y abrazando el muro perimetral de la antigua villa de Lenbach. La arquitectura integró también una obra artística especialmente diseñada: una gran instalación acristalada del escultor islandés Olafur Eliasson, que refleja los rayos del sol y  los descompone en un dinámico patrón de luces y sombras.
Norman Foster y sus colaboradores también se preocuparon por mejorar el desempeño ambiental del edificio, en la tesitura del diseño sustentable. Así, se incorporaron soluciones como un sistema de climatización basado en agua y no en aire (lo que requiere menos energía), otro más de recolección y almacenaje de agua de lluvia y sistemas de iluminación de bajo consumo con luces LED.

EL PROYECTO
EN BREVE

Nombre Ampliación del Museo Lenbachhaus
Ubicación Munich, Alemania
Cliente Gobierno de la Ciudad de Munich
Arquitecto Norman Foster + Partners
Año de diseño 2002
Construcción 2009-2013
Inauguración mayo 8, 2013
Terreno 4000 m2
Construcción 12,328 m2

Con información de
Foster + Partners

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