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Cracovia: De orgullo intacto

A pesar de la Segunda Guerra Mundial, Cracovia conserva sus edificios sólo tocados por el tiempo.

Escrito en Opinión el

En el mercado de Rynek Glówny, justo en el corazón de la ciudad, una joven española se abre paso para preguntar el precio de una pulsera de ámbar; muy cerca, una pareja de rusos posa para una foto, y más allá, un grupo de japoneses trata de no perder a su guía.
Encontrar viajeros de otros países de visita en la antigua capital de Polonia es común hoy, pero lo cierto es que el turismo apenas floreció hace un par de décadas.
En gran medida fue gracias a las raíces que aquí echó Karol Wojtyla antes de convertirse en Papa, sí, pero también a su estratégica localización geográfica: a unos 10 kilómetros de las Minas de Sal de Wieliczka, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, y a 60 kilómetros de Auschwitz, el ex complejo de campos de concentración más grande del Tercer Reich.
La ciudad siempre ha sido interesante, pero durante la época del comunismo no podía visitarse, pues el Gobierno no quería que los ciudadanos de occidente se dieran cuenta de la pobreza en la que se vivía, explica Elizbieta “Ela” Slodykiewicz, fundadora y guía de la compañía Cracow Free Tours, que propone recorridos a pie sin costo, y que acepta propinas si el viajero queda satisfecho con el servicio.
Al igual que otras ciudades de Europa Central, como Praga o Budapest, en la historia de Cracovia se combinan episodios protagonizados por figuras reales y aristocráticas; fragmentos bélicos como la ocupación nazi y la Segunda Guerra Mundial, además de los rastros de la época roja que terminó en 1989.
De acuerdo con Slodykiewicz, lo primero que a los turistas interesaba visitar era Auschwitz, pero como no había hoteles cercanos, comenzaron a hospedarse en la ciudad. Sin proponérselo, pronto descubrieron sus encantos.
“Comenzaron a darse cuenta de que Cracovia es un sitio único”, asegura Ela. “Es una ciudad compacta que ofrece muchos sitios arquitectónicos interesantes, deliciosa comida, muchos pubs y restaurantes muy buenos a precios razonables”.
Actualmente en Cracovia viven unos 200 mil estudiantes y es la tercera ciudad más barata de Europa, de acuerdo con el Índice de Mochileros Europeos 2013 (European Backpacker Index), con un montón de hostales y comedores económicos. Y al no pertenecer a la Eurozona, los precios siguen siendo buenos, considera la guía.

Presumen sus vestigios reales

Situado junto a la Catedral de Wawel, en lo alto de la colina del mismo nombre, el Castillo Real es un obligado en cualquier visita a Cracovia. Después de andar por el llamado Panteón Nacional, y vigilados por imperturbables gárgolas, los viajeros se adentran en ésta, que fuera morada de reyes y reinas de Polonia.
Su estructura actual, de estilo renacentista, fue determinada en la gran reconstrucción que se realizó en el Siglo XVI durante el reinado de Segismundo I El Viejo. Durante la ocupación nazi, el castillo fue la residencia del abogado nazi Hans Frank, gobernador general de Polonia.
Incontables muebles, piezas de arte y otros artículos fueron saqueados en aquellos años, y lo que hoy puede verse dentro del castillo es lo poco que milagrosamente sobrevivió, cuenta Monika Hanusiak, guía local certificada.
Otra de las razones para acudir es ver “La dama del armiño”, célebre óleo de Leonardo Da Vinci. El cuadro está de visita en el castillo mientras duren los trabajos de remodelación de su sede original, el Museo Czartoryski, también en Cracovia.
Vuelta al epicentro
A diferencia de la capital húngara y otras ciudades europeas, Cracovia se salvó de los bombardeos durante la Segunda Guerra. Los edificios históricos se conservan casi intactos y permiten descubrir su variedad de estilos arquitectónicos conforme se camina del Centro hacia afuera.
En Rynek Glówny, que con 40 mil metros cuadrados es la plaza medieval más grande de toda Europa, coincide la mayoría de los visitantes, ya sea para chacharear en el mercado central o visitar la Galería del Museo Nacional que está en la planta alta; fotografiar a las palomas que rondan el monumento al poeta y ensayista polaco Adam Mickiewicz o escuchar al famoso cornetero de la Basílica de Santa María.
Cada hora, las 24 horas del día, desde la más alta de las torres, un hombre uniformado hace sonar con una corneta dorada la llamada señal de Cracovia, hacia los cuatro puntos cardinales. La música, que cada vez se interrumpe abruptamente, detiene el andar de los viajeros.
Este pequeño ritual remite al sistema de alerta que la ciudad tuvo en siglos pasados, y se dice que se interrumpe para recordar a un cornetero que fue asesinado por un arquero cuando fueron sitiados por los mongoles.
Dentro de la basílica, que data del Siglo XIII, los visitantes quedan al amparo de su techo decorado como un cielo de azul eléctrico y estrellas doradas. Sus bancas son el sitio perfecto para descansar la piernas y contemplar arte sacro, antes de salir nuevamente al barullo de la tarde cracoviana.
Desde el Centro, toca al viajero decidir su siguiente parada: acercarse al arte polaco de las últimas dos décadas en el Museo de Arte Contemporáneo de Cracovia, que abrió en 2010 en el barrio de Podgorzé; unirse a un recorrido de temática comunista, o abrirse a la posibilidad de ver con sus propios ojos las huellas de Auschwitz. No importa lo que elija, el destino seguramente lo cautivará.
Bohemia cracoviana
Los jóvenes reunidos en Plac Nowy, al centro del antiguo barrio judío, dejan adivinar el carácter de la zona. De apariencia desenfadada y antojos de pasta, compran comida kosher o pasean en sus bicicletas.
Kazimierz, a unos 20 minutos a pie del Centro, es la parte bohemia de la ciudad, antes era considerada marginal. Tras la caída del comunismo, artistas se mudaron atraídos por las rentas baratas y ahora está lleno de tiendas de diseño, galerías, restaurantes, pubs y cafeterías.
Para tener una vista panorámica de la vida del barrio, hay que subir hasta uno de sus secretos mejor guardados: la terraza del café Ogród na Dachu Kazimierza, dentro del Centro de la Cultura Judía.
En Kazimierz existen siete sinagogas y las dos más importantes están en la calle Szeroka, la Vieja Sinagoga y la Sinagoga Remuh. Una ruta judaica debe incluir la calle Meiselsa, donde Spielberg grabó una de las escenas de la “La lista de Schindler” (EU, 1993).
Si se busca la otra cara de la moneda hay que visitar la parte cristiana, andar por la calle Augustianska, donde está la Basílica de Santa Catalina, o por la calle Skawinska que lleva hasta el río Wisla.

Los 5 imperdibles...

-Pasear en calesa por el casco antiguo, que pueden tomarse en la plaza central Rynek Glówny.
-Curiosear en el mercado Kleparz, en el Centro, para ver dónde compran los polacos y qué acostumbran comer.
-Visitar, de preferencia con un guía, el barrio Nowa Huta, la zona residencial construida durante la época comunista.
-Tomar un vodka polaco en alguno de los bares del Centro de la ciudad o un tarro de cerveza en el barrio de Kazimierz.
-Comprar piezas decorativas o joyería elaborada con ámbar, recuerditos muy codiciados en Cracovia.

Mapa de ubicación

CÓMO LLEGAR
Desde Londres-Heathrow, British Airways vuela hacia Varsovia, capital de Polonia. El vuelo de México a Londres dura 10 horas con 15 minutos, mientras que de Londres a Varsovia dura dos horas con 20 minutos. Desde la capital polaca se puede llegar a Cracovia a bordo de LOT Polish Airlines, en un vuelo de una hora aproximadamente.

CUÁNDO IR
De abril a octubre el clima es agradable y se considera temporada alta. En diciembre se organiza un mercado navideño, pero hay que ir preparado porque nieva. Entre mayo y junio muchos estudiantes polacos visitan la ciudad y le inyectan frescura.

MONEDA
Zloty, que equivale a 3.8 pesos mexicanos, aprox.

IDIOMA
Polaco

TRÁMITES MIGRATORIOS
Los mexicanos con pasaporte vigente no necesitamos visa.

UN TIP
La tarjeta Krakow Tourist Card, a la venta en los módulos turísticos de la ciudad, permite a los usuarios viajar en los autobuses y tranvías de la ciudad, así como entrar a unos 30 museos diferentes de la ciudad, pagando un solo precio. Existen tarjetas válidas para usar dos días (por 50 zlotys, aprox. 191 pesos) o tres días por (65 zlotys, aprox. 249 pesos).

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