Bangkok más allá de los templos
En la capital de Tailandia puedes descubrir sus distritos creativos y vanguardistas a la orilla del Río Chao Phraya
En medio del enorme laberinto que es Bangkok, la capital de Tailandia, emergen barrios donde la ciudad se despoja de sus ajuares anticuados, revelando debajo su lado creativo y vanguardista.
Es sumamente fácil llenar un itinerario de varios días en esta gran urbe llena de templos, estatuas gigantes, palacios interminables e innumerables mercados y centros comerciales.
Sin embargo, vale la pena tomarse el tiempo para alejarse de los lugares más turísticos (y sus correspondientes multitudes y tráfico) haciendo un recorrido por los barrios de Talat Noi y Charoen Krung.
Aquí, a unos pasos del río Chao Phraya, comercios y viviendas construidos originalmente por migrantes chinos y expatriados europeos a finales del siglo 19, toman un segundo aire para convertirse en emprendimientos creativos, coworkings, galerías de arte, cafeterías y restaurantes, desde fondas hasta estrellas Michelin.
El detonador de lo que hoy es promovido como el primer distrito creativo de Tailandia, fue la conversión en 2017 de la Gran Oficina de Correos a lo que es hoy el Centro Tailandés de Creatividad y Diseño (TCDC por sus siglas en inglés).
Talat Noi comienza justo al sur del barrio Chino de Bangkok – donde dicho sea de paso, vale la pena tomar un tour callejero culinario y probar en los múltiples puestos callejeros las exóticas frutas tropicales de Tailandia.
Como en cualquier barrio hipster que se respete, los callejones están cubiertos de arte urbano, coloridos murales y más cafés artesanales de los que se pueden visitar en un día. Sorprenden lugares como Hong Sieng Kong, un café bar a la orilla del río donde las enormes raíces de los árboles conviven con los muros del antiguo edificio.
Esta zona también alojaba talleres mecánicos para motos, autos y tuk-tuks. Es normal encontrarse con restaurantes eclécticos, como Baan Nim Raam, que hoy ocupan los espacios que dejaron aquellos talleres ubicados frente al río. En otro callejón, un colorido mural esconde la entrada a Mother Roaster, un café agradable y moderno, que se ubica en el segundo piso de una bodega repleta de chatarra.
No lejos de ahí, arrinconada en otro callejón, es imposible ignorar la fachada de Citizen Tea Canteen, una sala de té artesanal y enmarcada en una ilusión óptica creada por su azulejo naranja brillante. Un excelente lugar para probar un auténtico té Thai (servido con leche y azúcar) y echarle a un vistazo a artesanías contemporáneas.
Unas cuadras más al sur, en Charoen Krung, hay dos paradas obligadas. Warehouse 30 es una serie de bodegas convertidas en un centro de diseño y arte, donde uno puede encontrar cosas tan diversas como ropa militar americana, colecciones de mariposas, ediciones especiales de moda callejera y por supuesto, un café artesanal.
A unos pasos se encuentra ATT 19, una galería/cafetería/tienda en lo que fuera Arthorn Suksa, una escuela china para los niños que habitaban el barrio. En este espacio se pueden encontrar antigüedades asiáticas, ropa vintage, espacios de exhibición de arte, y un pequeño café rodeado de plantas.
Para recuperar los electrolitos perdidos durante el recorrido, Charoen Krung ofrece múltiples opciones de bares y terrazas. El más galardonado es BKK Social Club, coronado como el mejor bar de Asia en la lista “The World’s 50 Best Bars” del 2023.
El bar está ubicado en el complejo del hotel Four Seasons Bangkok, que con su inauguración en 2020, con un formato de urban resort que incluye jardines, múltiples restaurantes y una galería de arte, confirmó el resurgimiento de la zona. Aprovecha la visita y el aire acondicionado para conocer ART Space, una galería de arte en el mismo hotel, que es una extensión de MOCA Bangkok, el museo de arte contemporáneo de la ciudad.
En cualquier viaje nunca sobra un paseo sobre agua. En Bangkok, el río permite disfrutar de los contrastes de la modernidad y la tradición. En los muelles aledaños a estos barrios es posible abordar un ferry o alquilar un bote privado. Gozar del atardecer sobre el agua, observando el enorme templo budista de Wat Arun, que data del siglo 17, seguido del puente atirantado Rama VIII, inaugurado en 2002, es solo una probada del sabor de esta ecléctica, vibrante y colorida ciudad, en la que siempre habrá algo nuevo por descubrir.
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