Existen muchos argumentos de por qué es bueno comprar tu propia casa, pero también los hay en contra dadas las obligaciones que adquieres. La realidad es que se pueden encontrar beneficios puntuales que inclinen la decisión definitiva hacia tener tu propio hogar.

Primero en un sentido estrictamente emocional, poseer tu propia casa es motivo de orgullo. Además de que generalmente será una meta a conseguir por parte de muchas personas considerando el patrimonio que representa y la mejora, en la mayoría de los casos, de la calidad de vida tuya y de tus seres queridos.

Por temas de trabajo o de otro tipo de circunstancias, hay gente que se encuentra constantemente cambiando de ciudad y por ende, de residencia. Sin embargo, cuando se encuentra la estabilidad o por simple ascenso en el crecimiento personal y laboral, esta regularidad también se puede ver reflejada en un inmueble propio.

Desde el punto de vista de inversión, el valor de las propiedades tiene un valor significativo a largo plazo. Aunque muchas veces esta opción de bienes raíces se ve mermada por crisis financieras. De todos modos no deja de ser un atractivo más al tener una propiedad a tu nombre sin que los beneficios se reflejen de manera inmediata.

Hablando de ese largo plazo, probablemente de manera inicial no sea en específico la casa que tu deseas o ideal. Sin embargo, se puede realizar una planificación de mejoras a futuro. Cambio de apariencia del exterior, interior, distribución y hasta ampliación si las condiciones lo permiten.

En materia fiscal, siempre y cuando tu situación financiera y las leyes te lo permitan, podrás deducir los intereses de tu préstamo hipotecario de tus impuestos anuales. El artículo 151 de la Ley del Impuesto sobre la Renta indica que se pueden deducir intereses hipotecarios mientras el monto del préstamo no exceda los 750 mil Unidades de Inversión que se traduce en poco más de 5 millones de pesos.

Uno de los puntos fundamentales a la hora de adquirir un espacio propio es que existe una independencia ya que se toman decisiones propias y puedes decidir todo tipo de aspectos sin que se tengan que negociar con los arrendadores.

Bajo estos beneficios, tú y la familia o seres queridos pueden optar por una casa propia desde el punto de vista financiero, emocional y de libertades que constituyen o se traducen en un bienestar para todos.

Beneficios de una casa propia: