‘Ensayo’ juega con la ficción y realidad
Después de cuatro años de preparación, la obra del dramaturgo francés Pascal Rambert. ‘Ensayo’ se presentó dos noches seguidas en León
Tensión. Iniciar una obra, cualquiera que sea, desde la tensión es complicado, por decir lo menos. Sobre todo porque mantener ahí al espectador puede resultar imposible o que no puedan más.
Puede de pronto sentirse sobreactuado, poco veraz, incluso hasta aburrido. Es un riesgo.
"Ensayo", la obra presentada anteayer (y ayer también) en el Teatro Estudio del Teatro del Bicentenario y que inició unos minutos después de lo esperado, es así. Cuando el espectador entra a la sala, los actores ya están ahí, alrededor de una mesa llena de libros y libretos, esperando el momento en que la otra parte, el espejo, llegue y se acomode en sus butacas.

Desde ahí se marca un juego en el que el observador no es solo eso, la obra no es un experimento en el que la objetividad reina.
Invita a formar ese “holograma” que tanto se menciona en la obra, a no ser indiferente. Incluso hay momentos en los que las actrices se acercan a la sala, rompen esa barrera invisible que divide entre ficción y realidad.
Y esa es parte del meollo del asunto. La obra busca que la división entre la realidad y la ficción llegue casi a romperse.

El argumento principal es sencillo, cuatro personas (dos hombres, dos mujeres) que se dedican a la actuación y están ensayando una obra, van mezclando diálogos de lo que interpretan con lo que parece ser su vida privada.
De inmediato sabemos que los cuatro compartieron viajes y una amistad que se rompe por traiciones.
Pero esto no queda ahí. En los diálogos, que en realidad son cuatro monólogos de una media hora cada uno, se tratan temas como la miseria humana, la política, las ideologías fallidas, el sexo, el deseo, el lenguaje y sus construcciones artificiosas y cómo lo usamos para esconder otras cosas, la depresión, el oficio de ser actor o actriz o dedicarse a escribir.
La primera en hablar es Sonia, le siguen María Inés, luego José y al final Daniel. Todos y cada uno retomando lo que dice el anterior, pero entrelazando otros conceptos en un lenguaje casi poético, filosófico, que en ocasiones parece no tener hilo y que se pierde en enunciados sin sentido, en ocasiones pomposo y hasta snob, en diatribas contra no solo los otros actores, sino el público y la sociedad y lo que representamos y hacemos.
“Me gustan los animales porque los animales se callan”, algo así dice José en su monólogo.
Ensayo, además, muestra los andamios del teatro, las entrañas. Habla de cómo se hace teatro, de sus momentos, de su estructura y de cómo la ficción, aun siendo eso, tiene incidencia en nuestra supuesta realidad y cómo a veces no sabemos diferenciar una de otra.
La obra yuxtapone capas de historias, nos mete a una ficción (la de los actores enojados) que a su vez se refleja en otra ficción (la obra que ensayan) y que al final avientan, escupen, gritan a nosotros los espectadores.
La obra es de Pascal Rambert, dramaturgo, director de escena, director teatral y coreógrafo francés, que en 2016 recibió el Premio de Teatro de la Academia Francesa por el conjunto de su obra. Está dirigida por Juan Manuel García Belmonte y actúan Daniel Martínez, María Inés Pintado, José Carriedo y Sonia Couoh.
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