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COVID 2 años: Una lucha desesperada, pero don Lupe falleció

En la primera etapa de la pandemia, cuando no se conocía tanto del COVID, doña Cruz luchó a brazo partido para salvar a su marido don Lupe, quien desafortunadamente perdió la batalla.

Escrito en Guanajuato el
COVID 2 años: Una lucha desesperada, pero don Lupe falleció

Guanajuato.- "De esta semana ya no salgo... es el fin, ya se acabó", le dijo don Guadalupe Lemus Medina a su esposa doña Cruz Ávila, a quien un día después le entregaron su cuerpo en una caja de cartón emplayada. 

El 8 de julio de 2020 don Lupe murió de COVID 19, en la clínica T 21 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde, afirmó su familia, días antes le dijeron que no tenía nada. 

"De ahí me lo echaron para afuera, que porque no tenía nada. Llegó a Urgencias , pasaron horas para que le hicieran caso y a las tres de la mañana lo dieron de alta, estaba lloviendo y llegó muy malo", comentó doña Cruz. 

Y agregó: "nos abrieron la puerta cuando ya no había remedio, en el Seguro cometen muchos errores y errores que cuestan vidas".

Don Lupe tenía 71 años de edad, era un hombre muy activo, trabajador y gozaba de buena salud. Estaba pensionado pero seguía trabajando en su oficio de toda la vida, haciendo hormas para zapatos. 

"No estaba enfermo de nada, tenía 56 años haciendo hormas , era muy trabajador", aseguró su viuda.

Don Lupe pertenecía a un grupo AA (Alcohólicos Anónimos), en el que duró 23 años ayudando, pero cuando comenzó la pandemia por el COVID-19, doña Cruz le dijo que dejara de ir porque iba mucha gente y le daba pendiente que se fuera a contagiar.

La pandemia apenas tenía seis meses, no había vacunas y se desconocía mucho del tema, por ello don Lupe no creía en la enfermedad y mucho menos que le fuera a dar. 

"Cuando empezó esta cosa yo le decía mira Lupe no te vayas al grupo y él decía  ¿por qué no?, eso no existe, no creía. Yo le decía por si sí o por si no, no vayas", agregó doña Cruz. 

Un día don Lupe se fue a la junta del grupo "llegó todo empapado, se bañó, le di paracetamol pero al día siguiente amaneció con gripa y dolor de garganta". 

Don Lupe tenía muchas molestias, pensó que tenía bronquitis y su esposa lo llevó con un médico particular quien le dio medicina para los bronquios. 

Al tercer día don Lupe agarró su bicicleta para irse a trabajar y su esposa le preguntó que cómo seguía y él le dijo que aún mal pero que se iba a sus labores. 

Pero al llegar a la entrada del callejón Río Lerma, en el Barrio de San Miguel, donde vivía, se sintió peor y regresó a su casa. 

Don Lupe era un hombre que no faltaba a su trabajo, pero se sintió tan mal que pidió a su esposa que lo llevara nuevamente al doctor. 

"Me dijo que le dolían mucho sus piernas, me dijo me siento bien malo, no aguanto", por lo que doña Cruz lo llevó nuevamente con su médico de cabecera quien les dijo que era COVID y que se lo llevaran de inmediato al Seguro. 

Se fueron a Urgencias de la clínica T21, pero ahí pasaron horas, casi toda la tarde y el señor no recibía atención. "Lo atendieron hasta que mis hijos llegaron a exigir". 

Pero tardó más en sala de espera que en lo que lo dieron de alta, ya que le dijeron que no tenía nada. 

Nuevamente don Lupe llegó a su casa acompañado de su hijo Jaime, mojados por la lluvia y él sintiéndose peor, pero ya no tenía a dónde más acudir a recibir atención médica. 

Al día siguiente las molestias aumentaron y su esposa le preguntó a su médico particular qué hacer, por lo que los orientó para que fueran a buscar un neumólogo. 

La señora Cruz se llevó a su esposo, pero no tuvieron éxito, buscaron también ayuda con otorrinos y tampoco. 

"Los médicos en ese entonces no tenían experiencia, nos decían que si le habían hecho la prueba pero en el Seguro no se la hicieron, fuimos a un laboratorio y nos preguntaron muchas cosas para que ni se la hicieran, costaba muy cara, siete mil pesos y era con cita y solo eran tres diarias y no había ni fecha", agregó la señora Ávila. 

En su desesperación por querer ayudar a su esposo, la señora lo llevó a varios hospitales privados, le decían que no había camas y que no querían a gente con COVID.

"Pregunté que cuánto me costaba si lo internaba y me dijeron que debía dejar en depósito 100 mil pesos, le dije: señorita, ese dinero nunca lo voy a ver junto". 

La señora regresó a su casa con su esposo, ahí le dio cuidados y cariño más de una semana, le llevaron un tanque de oxígeno, pero seguía empeorando. 

"Le daba caldo de pollo, jugo de naranja, pero después decía que le lastimaba mucho su garganta y ya no quería comer, le dije que si lo llevaba a internar y me dijo que sí, pero que en qué lo llevaba, no podía caminar", recordó doña Cruz, quien hizo lo imposible por llevarlo de nuevo al IMSS

"Me siento muy malo´ dijo y le respondí qué barbaridad ahora qué vamos hacer, dijo "nada, no te preocupes", le dije no me digas eso por favor y empecé a llorar. No llores , no te mortifiques, al cabo nada más te dan mi cajita y ya se acabó todo, aquí ya se va acabar todo".

"Se metió la mano a su pantalón y sacó un billete de 200, uno de 100 y un puño de cambio y me dijo: ten es el último dinero que yo te doy. Le dije primeramente Dios te vas aliviar y dijo no, esto ya terminó", recordó doña Cruz. 

MCMH

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