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Perspectiva

Incompetencia política y mala fe. (Segunda parte)

Escrito en Hidalgo / Opinión el
Perspectiva

Lo triste del fracaso en la construcción de la presa y el acueducto para traer agua a León (a Guanajuato), es que no se trata de falta de recursos, ni falta de capacidad técnica para hacerlo. La historia podría contarse como un rosario de mezquindades.

En el primer sexenio de la alternancia el país recibió miles de millones de dólares por los excedentes petroleros. El gobierno de Vicente Fox uso esos ingresos en su mayor parte para crear burocracia y pagar deuda externa. Si, a veces es bueno pagar deudas, pero en ocasiones es carísimo hacerlo cuando hay proyectos que aliviarán el futuro.

Había dos soluciones para traer agua a León y dejar de explotar los mantos acuíferos que hoy nos dan vida. El más inteligente era traer agua de Solís, la presa que desemboca en el sur del estado en Acámbaro y embalsa mil millones de metros cúbicos. Presa que se usa para contener inundaciones y da agua a todo un sistema de riego, además de alimentar el lago de Chapala. La otra solución, la que tomaron en Conagua con la participación de Jalisco y Guanajuato fue la que hoy está atorada y se quiere destruir: traer agua del oeste y bombearla  para que llegue a León que está más alto. El Zapotillo.

El reparto del agua sólo puede ser gobernado por una entidad federal porque, si no fuera así, terminaríamos en guerra. Los ríos y las presas, los distritos de riego no se construyen y se distribuyen con cálculos hidráulicos. Eso es fácil hacerlo. Lo complicado, delicado y fino de la administración de los recursos hidráulicos está en la política, en ceder recursos a la Federación para que sea quien los distribuya.

Cuando el sistema era autoritario y centralista, no había problema. Las cosas iban y ya. Cuando los gobernadores se convierten en Virreyes, se complica. Aunque los recursos hidráulicos sean de todos, los gobernantes populistas optaron por hacerlos como si fueran suyos. Poco importó el bienestar común de poblaciones como Guadalajara y León. Poco valía que inundar un pueblito de 350 habitantes en Jalisco no tenía el menor problema, con el valor de la inversión se les podía dar casa digna y casi una pensión perpetua a sus habitantes. La iglesia que el párroco defendía puede transportare piedra por piedra aguas arriba con una ínfima parte del valor del proyecto que llegaría ya a más de 10 mil millones de pesos.

Ahora el futuro del agua para León y Jalisco está en manos del virtual presidente. Si él entiende el valor de la infraestructura hidráulica para Guanajuato y Jalisco, puede destrabarlo. Los recursos están ahí. La SAPAL ingresa más de dos mil millones al año y tiene remanentes importantes (tres mil millones en activo circulante). Sentados a la mesa López Obrador, Enrique Alfaro y Diego Sinhué Rodríguez, podrían gestar con visión de futuro el tema de El Zapotillo. Porque es un crimen tener una presa construida y sin usar, porque no hay obstáculo mayor que el que habita en la mente de un político que se niega a ver el futuro de más de 7 millones de habitantes por sacar raja electoral de unos pocos cientos de personas mal orientadas.

 

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