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Perspectiva

Bienes públicos; negocios privados

Escrito en Hidalgo / Opinión el
Perspectiva

Desde el poder es muy fácil alinear las cosas para favorecer y enriquecer a compadres, amigos y testaferros. Esto sucede en Guanajuato desde el día uno del mandato de Miguel Márquez Márquez.

Lo penoso es que todos alrededor lo saben, es un secreto a voces y todos guardan sigilo porque cuidan la chamba, porque no les interesa meterse en problemas, porque así son las cosas, porque así no pierden la candidatura. Lo saben los empresarios cercanos y lo saben los secretarios, lo conocen los encargados de dependencias y los de compras. Lo saben los funcionarios que ya se fueron y en voz baja lo comentan ya sin temores. El sexenio termina.

La mayoría de las veces es difícil darnos cuenta del contrato inflado, los arreglos bajo la mesa y las licitaciones amañadas o a modo. Hasta que un día alguien dice: “oigan ustedes de la prensa, aquí se están robando 30 millones”. O un indiscreto funcionario nos alumbra el camino del compadre. Compras de cientos de millones, cambio de vida radical; penthouse en Nuevo Vallarta, casa en Estados Unidos y una bonanza inexplicable que todo Irapuato, todo Guanajuato nota. De repente el monstruo de la corrupción se aparece en las huellas y los rastros imposibles de ocultar.

Tomemos un ejemplo más que concreto: la cuasi donación de un terreno pechuga dentro del Aeropuerto Internacional de Guanajuato.

Resulta que el Gobierno le vende a una empresa -que aún no nace- un terreno de 78 hectáreas a 154 pesos metro. Le construye un puente de 55 millones de pesos y le entrega ipso facto todos los permisos.

Le llaman Skyplus, como si fuera ciencia oculta hacer un parque industrial al lado del aeropuerto y con acceso preferente. Sky, porque les regalaron el cielo y Plus porque les dieron algo más, les entregaron a proveedores del proyecto Escudo un jugoso negocio que redituará por lo menos 300 millones. Dinero que dejará de ingresar a las arcas públicas del Puerto Interior.

El pretexto es tan increíblemente infantil: “es que en el Gobierno no sabemos hacer negocios”. Vaya que si saben hacerlos, pero curiosamente “la casa siempre pierde”.

Luis Quiroz, quien preside el Puerto Interior debe saber de negocios. Por eso está ahí.  Si el terreno fuera de él, jamás lo hubiera rematado así.

Es un negocio peladito y en la boca, un bombón para cualquier desarrollador. Recibe 80 hectáreas en 120 millones. Se venden 60 hectáreas a 1500 pesos promedio. Se recogen cuando menos 900 millones. Urbanizarlas no pasa de 300.  Pitágoras no miente: se llevarán entre 300 y 400 millones. Además las obras de cabecera ya están: el puente, la luz y el agua y ¿qué creen?, tienen a su lado una bella pista de 3.5 kilómetros del aeropuerto para recibir carga, aviones, talleres, logística.

Y si son un poco listos, las tierras se rentan, se descuentan los contratos en los bancos y ya está: un negocio de ingreso seguro a muchos años.

Luis Quiroz no puede tomarnos el pelo. Él sabe que el propio Puerto Interior podía desarrollar esa “pechuga”. Lo saben sus consejeros que aprobaron el tema. Lo sabemos todos. Pero guardan silencio cómplice, el silencio de un gobierno panista que se extralimitó, que ungió al gobernante como supremo dictador del destino de Guanajuato y  convirtió a su compadre en el sumo sacerdote de las compras y los negocios ocultos. “¡¿A poco no?!”

 

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