Historia de las consultas populares en México
El Tlacuilo
El tema de las consultas populares no es en absoluto novedad, en nuestra historia basta recordar cuando Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna y Maximiliano de Habsburgo realizaron sus propias consultas.
Los tres recurrieron a consultas populares, claro llamadas de otra forma, pero al final el ejercicio quedo a la posteridad logrando que la democracia participativa funcione o al menos eso se pretendía al igual que hoy en día.
Analicemos cada una de las consultas populares que hubo a lo largo del siglo XIX, veamos…
Agustín de Iturbide logró la consumación de la independencia en aquel lejano 27 de septiembre de 1821 y a pesar de aparentar que era un hombre de ideas claras y firme en sus pensamientos nada más alejado de la verdad será lo que acontecerá con él.
Antes de gobernar como emperador Iturbide en 1822 inicia lo que se conoce como la regencia del imperio presidida por el mismo Iturbide al lado de otros personajes clave en la historia patria. La regencia gobernaría mientras que se consolidara lo estipulado en el Plan de Iguala el cual, en uno de sus puntos, establecía que el legítimo gobernante de la recién liberada Nueva España sería el mismo Fernando VII o alguno de sus familiares, algo francamente bastante sui generis e incluso irónico.
Mientras que presidia la dirección de la regencia al “dragón de hierro”, Agustín de Iturbide, se le ocurrió llevar a cabo una consulta popular en la cual la pregunta sería que modelo de gobierno convendría para adoptarlo en el recién liberado territorio mexicano. ¿Monarquía o república?
La consulta popular sería rudimentaria, pero contundente, al menos así lo dejaron saber quiénes participaron en la votación. La consulta se llevó a cabo el 22 de marzo de 1822 con un procedimiento muy precario, se envió una carta a los gobernadores de las provincias que formaban el recién liberado territorio mexicano para realizar la pregunta entre los vecinos más destacados, más prestigiosos, a lo mejor y más granado del territorio que gobernaban.
Desde la Alta California hasta Costa Rica se realizó la consulta con un interesante resultado por mayoría se optó por la monarquía, sólo tres provincias, que más tarde serian estados, se manifestaron por la República como fue el caso de Texas, Coahuila y Guanajuato.
Llegada la hora de la negativa del rey de España a ocupar el trono de México Iturbide respaldado por la consulta popular sin temor a equivocarse y sin parecer un tirano se volvió el emperador del naciente Imperio Mexicano. Y todo gracias a la primera consulta popular efectuada en el México independiente.
La segunda consulta popular la llevó a cabo Antonio López de Santa Anna en 1854, última ocasión en que fue presidente de la República, después de enterarse que existía un levantamiento en su contra por parte de algunos liberales bajo el liderazgo de Juan N. Álvarez.
La idea era preguntar al pueblo de México “libre y espontáneamente” si deseaba que Santa Anna continuara en el poder con las facultades amplias de las cuales gozaba o en caso contrario a quien debía de entregarse la presidencia de la República. La consulta se efectuó el 1 de diciembre de 1854 lo que se llamó como “inquirir al pueblo” en donde todas las autoridades del país se dedicaron a llevar a cabo este ejercicio existiendo un libro para el Sí que se quede Santa Anna y un libro para el No que se remueva del cargo.
Dato interesante y peculiar puesto que en cada uno de los libros de acuerdo con la decisión del votante debía de anotarse su nombre; recordemos que no había en aquellos días un voto secreto, en esta consulta ganó el Sí que se quede Santa Anna con unos 470 mil votos a favor contra 4 mil por el No que se remueva de su cargo.
La tercera consulta se llevó a cabo a favor de Maximiliano de Habsburgo y el segundo imperio justo cuando una comisión mexicana en aquel año de 1863 se entrevistó con él para ofrecerle el trono de México a lo que de forma inteligente y sagaz Maximiliano pidió se realizará una consulta entre los mexicanos para analizar si lo querían como emperador.
En cada villa, pueblo, ciudad las autoridades levantaron un acta con ayuda de los vecinos con el deseo de que Fernando Maximiliano de Habsburgo fuera el emperador.
Cabe aclarar que de manera unánime se eligió a Maximiliano en las ciudades que ocupaban las tropas francesas mientras que en las ciudades que no eran ocupadas por las bayonetas francesas obviamente no existía el voto a favor.
Será por eso que el 10 de abril de 1864 después de haber checado las actas a favor (actas a modo) de que fuera el emperador mexicano Fernando Maximiliano de Habsburgo este aceptará la encomienda con beneplácito.
Hoy en día, en pleno siglo XXI, otra consulta popular se ha realizado desde aquel lejano siglo XIX que no se llevaba a cabo y curiosamente al igual que entonces lo que se buscaba se ganó abruptamente, aunque cabe señalar ¿gracias al voto de todos los mexicanos? O a unos cuantos que no son en realidad todos.
¿Tú lo crees?... Sí yo también, la historia tiene contemporaneidad.