Una buena idea sin control
PERSPECTIVA
La idea de usar los recursos de los trabajadores en las cuentas del Infonavit para construir vivienda no es mala. En México faltan casas y crecimiento en la construcción. Hay más de dos billones de pesos ahorrados de los trabajadores que pueden ayudar al sueño de millones de familias: tener una casa propia.
La idea en sí misma no es mala, el problema es la ejecución y la fórmula que escogió Morena para realizarla. En el pasado, cuando el Infonavit construía vivienda, la corrupción de los funcionarios públicos de la institución creó negocios paralelos cuyos frutos fueron cientos de miles de casas pequeñas, insuficientes y con pésima calidad.
En otros países los fondos de ahorro sirven para que los trabajadores tengan viviendas dignas. El problema en México es que un partido se apropie del proyecto, que no sea una institución plural, transparente e impecable la que gestione los recursos. El riesgo es enorme si se invierten mal.
Luis Echeverría fue el fundador del Infonavit hace más de cincuenta años. Fue una magnífica idea hasta que cayó en manos de la burocracia priista. Recordamos que la institución se convirtió en una verdadera cueva de ladrones. Su primer director en 1972 fue Jesús Silva-Herzog Flores, un economista que tendría un papel importante en la crisis económica del país al final del sexenio de José López Portillo.
La idea de que el Infonavit construyera casas caducó cuando fue más apropiado dar créditos para que los trabajadores escogieran cómo utilizar su dinero. Forzar a que el Instituto fuera el constructor, limitó las opciones aunque abrió una puerta a la vivienda propia que antes no existía.
El Infonavit detonó la vivienda popular como nunca antes con la participación económica de los trabajadores y las empresas con la aportación de su ahorro. Al tiempo, los funcionarios encontraron un gran negocio. Los delegados estatales tenían el poder de destinar los recursos en colonias que construían en sociedad con empresarios afines. A pesar de que la administración tenía representantes del gobierno, los sindicatos y los empresarios, sus recursos fueron un atractivo negocio para la burocracia y los constructores.
Ahora que Morena decide volver al pasado con una empresa constructora del gobierno, regresaremos a los vicios de antaño. La oposición tiene razón cuando no quiere que el ahorro de millones de familias esté en manos de una empresa paraestatal. Octavio Romero Oropeza, el ex director de Pemex, tendrá en sus manos la empresa constructora más grande del país. Sabemos que su gestión al frente de Pemex fue un desastre.
Las metas de la petrolera no se cumplieron durante su gestión. No pudo aumentar la extracción de crudo, no pudo mejorar la operación de las refinerías y dejó deudas con proveedores que ahorcan a Pemex.
La gestión del Infonavit debe tener expertos en su consejo de administración para optimizar los recursos de los trabajadores. Muchos países fincaron su prosperidad en la vivienda popular aprovechando los fondos de pensiones de los trabajadores.
Si Morena quiere construir un millón de viviendas durante el actual sexenio, necesitará disponer por lo menos de unos 500 mil millones de pesos (la cuarta parte del ahorro del fondo de ahorro). Un reto que será imposible de cumplir en tiempo y forma con una empresa paraestatal centralizada. (Recuerden la farmaciotota de AMLO)
Con una buena gestión, sería un enorme logro económico para el país, sin embargo volteamos a ver Pemex y decimos, qué Dios nos ampare.