Pachuca y la Megalópolis mexicana: aprender de la experiencia de Toledo, España
MEMORÁNDUM
El sábado 22 de marzo, dio inicio la construcción de la línea del Tren México-Pachuca, proyecto que marcará un antes y un después para nuestra ciudad capital y su zona metropolitana. Una obra esperada que no solo reducirá la distancia física con la Ciudad de México, sino que sienta las bases para un futuro de nuevas oportunidades. Pero más allá del bombo y platillo hay una pregunta clave: ¿será Pachuca solo una extensión de la capital o será una ciudad que se consolide con un eje propio de desarrollo?
Toledo es una ciudad histórica, que durante siglos fue símbolo cultural y religioso, limitado por la cercanía de Madrid a tan solo 70 kilómetros. Todo cambió en 2005, cuando la llegada del tren de alta velocidad (AVE) integró a Toledo de manera plena con la capital española. Lo que parecía ser solo una infraestructura de movilidad, en realidad detonó una transformación urbana y económica de grandes dimensiones.
Esta ciudad española, comenzó a ofrecer soluciones a los problemas de saturación y altos costos de Madrid. Se volvió un espacio atractivo para la inversión inmobiliaria, la instalación de empresas y el crecimiento de la oferta educativa y cultural. A diferencia de otras ciudades dormitorio, apostó por conservar su identidad histórica y al mismo tiempo, fomentar una economía diversificada: turismo internacional, servicios especializados, polos logísticos y proyectos urbanos que integraron modernidad y patrimonio. La ciudad no solo aprovechó la conectividad, sino que construyó una narrativa propia como socio estratégico de la capital.
Hoy, el modelo toledano es ejemplo de cómo una ciudad mediana, cercana a una gran metrópoli, puede ser protagonista de su propio destino. El tren no la subordinó a Madrid, la fortaleció para ser parte de un ecosistema regional más fuerte y equilibrado.
Pachuca puede seguir ese camino, pero se debe tener una visión aún más amplia: entender que somos parte de una megalópolis integrada. En esta región conviven y se conectan 14 metrópolis, entre ellas: la Ciudad de México, Cuautla, Toluca, Pachuca, Apizaco, Puebla y Querétaro.
A la Ciudad de México le urge desconcentrar su crecimiento y comenzar a distribuir el desarrollo hacia este conjunto de muchas ciudades, a fin de transfórmalos en nodos clave para un futuro equitativo y sostenible.
Si nuestra ciudad quiere aspirar a ser más que un apéndice de la capital del país, debe apostar a soluciones integrales: parques industriales de nueva generación, servicios de salud y educación de alto nivel, planificación que mejore la calidad de vida, sistemas de movilidad eficientes y sostenibles, y un entorno seguro y atractivo para el talento.
La lección de Toledo a la capital del estado de Hidalgo es clara: la cercanía con una gran ciudad no es una amenaza, es una oportunidad para crecer con identidad, con visión y con inteligencia. Pachuca debe pensar en grande, planear su desarrollo de manera ordenada y ambiciosa, y capitalizar cada kilómetro de vía que ahora nos conecta con la capital del país. Pero también hay que mirar más lejos: llegó el momento de integrarnos a una red de ciudades fuertes que construyan la megalópolis de la mitad del siglo XXI.