Apaciguar a los demonios, motivo principal del Carnaval en Tenango de Doria
Unos dos mil participaron en la entrada de la cuaresma en este añejo de festejo
Apenas se habían despejado las nubes que duermen en las banquetas y calles de Tenango de Doria, cuando se escuchó el grito agudo convocando a la música del trío para dar arranque a los festejos del último día de carnaval.
De las calles comenzaron a surgir los contingentes de enmascarados, quienes al son de un trío zapateaban una pieza de gran estruendo conocida como Los Enanitos. Ese deleite de niños y ancianos contagiaba a los curiosos que formaban barreras a lo largo del trecho que recorrieron.
Foto:Y.Dávila
Los diablos o Damanzto, blandían chicotes asustando a los chamacos que corrían despavoridos en un juego ancestral que refleja esa disposición de los terrenales para agradar a los demonios y encaucen sus acciones hacía un equilibro en el universo.
Máscaras de látex montadas en llamativos disfraces no cesan en su brincoteo, gritando y alegrando el último día del gusto de la carne y dando paso al miércoles de ceniza.
Bocinas que destellaban luces rojas y azules daban entrada, al ritmo de La Ruana, a un grupo de muchachos uniformados tipo militar. Algunos con armas de ficción simulaban un frente de batalla para terminar con un estruendo de confeti y risas.
Desde un templete, el alcalde Aldo Molina, vestido de Pedro Picapiedra, convocaba al griterío mientras danzaba al ritmo del trío de jovencitos que buscaban difíciles acordes para agradar a los casi dos mil asistentes en la plaza principal.
Foto:Y.Dávila
Máscaras de madera escondían caras de alegres participantes que brincaban y, en grupos, peleaban a empujones las preferencias de mujeres galantes y guapas que sólo daban vueltas evasivas para librar a sus pretendientes.
Estudiantes de la Universidad Intercultural, ataviados con largas faldas metálicas, daban giros estruendosos mientras el diablo los perseguía con látigo e incluso con alguna hacha. Siempre condescendientes para agradarlos y que su ira sea apaciguada.
Foto:Y.Dávila
Todo era motivo de fiesta, San Valentín, Carnaval y además Miércoles de Ceniza, aunque esta última no corrió con tanta suerte al permanecer vacía la iglesia que mira hacía una gran cordillera.