León, Guanajuato.- Como una excelente mamá, una abuela divertida y una bisabuela cariñosa, que tuvo en su ADN el gusto y la pasión de ayudar, no solo a su familia, sino a la comunidad que la adoptó, es como familiares y amigos recordarán a María Elena Malvido de Aguado.

María Elena nació en Orizaba, Veracruz, el 16 de agosto de 1939, fue la quinta de ocho hijos procreados por el matrimonio formado por Cristina Valverde Latour e Ignacio Malvido Reckinger; sus hermanos son Ignacio, Octavio, Carlos, Julieta, Lucía, Manolo y Cristina.

A la edad de 3 años María Elena llegó con su familia a radicar a la Ciudad de México en donde pasó una niñez feliz; en su juventud entró a estudiar para Educadora, sin embargo no terminó sus estudios ya que el 11 de abril de 1959 conoció a Víctor Manuel Aguado Arizmendi y luego de un bonito noviazgo abandonó sus estudios para casarse con él a la edad de 19 años.

De ese matrimonio nacieron cinco hijos: Víctor Manuel, José Luis, María Elena, Ana María y María de Lourdes. Luego de más de seis décadas de matrimonio, el arquitecto Víctor deja este mundo en 2021.

Su hija Mari Aguado de Cuadra recuerda que sus papás se mantuvieron unidos a lo largo de 61 años.

"Fueron el amor de la vida, uno del otro, se amaron con toda el alma, sus canciones de amor preferidas fueron: "La vida en rosa" y "Perfume de gardenia". Mi mamá amaba tanto a mi papá que se quiso ir con él, casi al año y un mes de que él partió".

Agregó que desde que María Elena se casó, dedicó su vida a ser mamá de tiempo completo, y después abuela y bisabuela.  

La familia Aguado Malvido llegó a radicar a la ciudad de León en el año de 1975, María Elena siempre estuvo al pendiente de su familia pero también fue una mujer inquieta y preocupada por su preparación.

"Mi mamá tomó varios cursos sobre todo de religión, le gustaba mucho ayudar a los demás. Ayudó en Amsif, dio cursos en Vifac durante más de 15 años y fue fundadora de Anspac en donde dio clases durante 20 años además de que fue de las iniciadoras del parto psicoprofiláctico y de La Liga de la Leche Materna en León". 

Agregó que su mamá siempre decía que uno de los mejores estados de la mujer era el embarazo y que ayudar a un bebé a nacer era una de las experiencias más maravillosas que se podían vivir. 

"Nos dio clases de parto psicoprofiláctico a sus hijas, nueras y nietas, varias de nosotras tuvimos así a nuestros bebés".

Otras cosas que realizó fue ir de misiones a la Sierra Tarahumara, ayudar a los presos e ir al templo de Santa Teresita a rezar por los enfermos.

"Disfrutaba mucho ir a misa, recibir diario la comunión, amaba la naturaleza y la cultura mexicana, le gustaba cantar y lo hacía a capella, en cualquier misa, de manera espontánea por lo que a nosotros nos conocían como los hijos de la señora que cantaba en misa".

Fue una ávida lectora y buena escritora que gustaba de escribir versos para sus nietos, nietas, amigos y amigas.

"Mi mamá nos deja el legado de una fuerte fe en un Dios bueno y amoroso; un legado de amor al prójimo en acciones y rezos; de alegría, positivismo y gusto por la vida. Le gustaba mucho estar con la familia y con su mejor amiga Lupita Aguilar, estoy segura que algo que aportó fue la conciencia de la fuerza que tienen las mujeres en la sociedad".

También fue muy amiguera, tenía a sus amigas de sus grupos de oración, de pintura y de diferentes manualidades, era buena para los deportes, en su juventud jugó voleibol y fue campeona de golf en el Club Campestre, destacó Mari Aguado.

A María Elena Malvido le sobreviven cinco hijos, cuatro hijos políticos, más de 16 nietos y 12 bisnietos quienes siempre la recordarán como una persona buena, religiosa, positiva y alegre que siempre tenía una canción para compartir, una de sus frases favoritas fue: "Haz a otros lo que te gustaría que te hicieran a ti".

Fue despedida por familiares y amigos con una misa en la Catedral Basílica Metropolitana de la Madre Santísima de la Luz, con las canciones que ella pidió a su familia antes de morir.