Fito Garza López: hombre de trabajo y gran corazón
Adolfo Antonio "Fito" Garza López se distinguió en el ámbito empresarial dejando una huella imborrable, además se le reconoce su sentido humanitario y de entrega a la sociedad
Empresario emprendedor, pero sobre todo un gran ser humano, así fue en vida Adolfo Antonio Garza López, quien falleció el 7 de septiembre a los 85 años.
"Fito", para sus familiares y sus muchos amigos, nació el 13 de noviembre de 1939 en León y vivió con mucha intensidad y gran apego a su familia.
Sus padres, Óscar Ernesto Garza Amaya y Leonor López Zertruche, quienes eran originarios de Saltillo, Coahuila, llegaron a León en los años 30, en busca de un mejor futuro para su familia.
Don Óscar y doña Leonor procrearon también a Óscar, Roberto y Armando, que junto con Fito, fueron la gran ilusión de la pareja, y a quienes les inculcaron valores y el respeto al prójimo.
En 1967, Fito contrajo nupcias con quien sería su compañera para toda la vida, su confidente y la madre de sus hijos, María Elena "Chacha" Vera.
Del amor de la pareja llegaron sus cuatro hijos, para llenar de felicidad el hogar: María Elena, María Cecilia, Adolfo y Andrea.
Su hijo Adolfo menciona que su padre, desde jóven, se distinguió como un buen estudiante y decidió abrazar la carrera de Ingeniería de Químico Administrador, misma que cursó en el Tecnológico de Monterrey, graduándose con reconocimiento.
Su carrera como ingeniero químico la inició en la refinería de Pemex, en Minatitlán, Veracruz; después prestó sus servicios profesionales en Montrose Mexicana y lo que fue la Química Central de México, en León”, señala su hijo Adolfo.
Un profesionista inquieto y con una gran iniciativa, que participó para consolidar la primera fábrica recuperadora de desperdicios de cueros en América Latina.
También fue consejero en diversas empresas, bancos e instituciones, como el Banco Internacional, Seguros del Centro, Hormas El Árbol, Hoteles Modernos, el Tecnológico de Monterrey Campus León, entre otros.
Fito también integró la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural en Guanajuato, buscando mejorar las condiciones en el campo y en apoyo a los agricultores.
Mi padre fue un empresario comprometido con la sociedad, un padre que educó a sus hijos con el ejemplo, un gran esposo, así como un hermano y amigo que siempre les tendió la mano. Una persona con un gran corazón y con un gran sentido del humor”, añade su hijo Adolfo.
Sus amigos de toda la vida fueron Rosendo Gutiérrez, Felipe Pablo Martínez, Enrique Dorantes, José Luis Morfín y Roberto Zermeño Pohls, con quienes se reunía todos los viernes, desde hace años, para conversar y platicar sus historias y anécdotas.
Mi padre fue un gran lector, le encantaba leer, viajar, caminar y convivir con toda su familia, con sus hijos, nietos y seres queridos, a los que les dejó una gran huella de valores y respeto”, acotó.
Hace unos meses se le detectó cáncer en la vejiga, y pese a los esfuerzos de los doctores y el apoyo de su compañera de vida, falleció el 7 de septiembre. Sus funerales se llevaron a cabo en la agencia Gayosso, para luego ser cremado.
Aparte de ser un gran emprendedor y amigo, era una persona muy altruista, ayudando a muchas personas y asociaciones públicas, mostrando su gran corazón y entrega a la sociedad. Deja una huella imborrable en esta vida”, dijo su amigo Roberto Novoa.
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