Algo que tienen en común los niños a nivel internacional, sin ser sujetos a excepciones, son sus derechos. Sin importar su sitio de nacimiento, raza, sexo, color de piel, condición económica o realidad social, los niños del mundo tienen exactamente los mismos derechos. Uno de ellos, importantísimo, es el de la protección a la salud, el cual engloba un entorno que identifica y refuerza componentes para proteger a estos individuos y garantizarles las oportunidades para disfrutar el grado mayor de este bien máximo.

Ahora bien, en febrero se conmemora el "Día Internacional Contra el Cáncer Infantil", cuyo lema para este año es "Lograr la curación del cáncer infantil, es posible" y esta última parte de la frase es la que hace toda la diferencia.

La realidad alrededor del cáncer infantil sigue siendo desfavorable, puesto que aún es una de las principales causas de mortalidad entre niños y adolescentes en todo el planeta, diagnosticándose de manera anual alrededor de 400,000 casos de cáncer en personas entre 0 y 19 años. En nuestra región, América Latina, alrededor de 29,000 niños, niñas y adolescentes menores de 19 años serán afectados por el cáncer de manera anual y desafortunadamente una tercera parte fallecerán a causa de ello y otro tanto resultarán con secuelas o incapacidad importante.

Esta obscura realidad se hace más evidente en países de menor desarrollo, en los cuales estas defunciones son consecuencia de la falta de diagnósticos oportunos y certeros, además de las dificultades para poder acceder a atención sanitaria (más aún de especialización en estas áreas) así como abandono de tratamientos o suspensión de los mismos por falta de acceso a medicamentos y recidivas o recaídas de la enfermedad. Es de hacer notar que solamente un tercio de los países de menor desarrollo tienen un acceso adecuado a medicamentos contra el cáncer.

Los países y regiones desarrollados tienen tasas de curación de más del 80% y al compararlos con los menos desarrollados (donde la curación es menor al 20%) es donde se infiere que se pueden tener mejores resultados si se establecen mecanismos de acción para su consecución.

Por ello, es fundamental llevar a cabo varias acciones y entre ellas están las de instaurar los instrumentos para un diagnóstico precoz, pues es lo que permite una mejor respuesta a un tratamiento eficaz, con la elevación de la probabilidad de supervivencia, disminución del agobio y sufrimiento y también disminución de costos e intensividad de tratamientos.

De la misma manera, el fortalecimiento de la atención primaria es fundamental y la educación al personal clínico y poblaciones es imprescindible. La capacidad de detección de síntomas y signos de alerta (fiebre, cefalea intensa y persistente, dolor óseo, pérdida de peso, entre otros) puede y debe fortalecerse en estos entes.

En el mismo tenor, el acceso a tratamientos de quimioterapia, cirugía y radioterapia deben garantizarse. Así mismo, la disponibilidad de equipos multidisciplinarios para dar continuidad al desarrollo físico y cognitivo de los infantes es imprescindible.

En fin, el acceso equitativo y oportuno a diagnósticos eficaces, medicamentos esenciales, servicios de laboratorio clínico, banco de sangre, anatomía patológica, radiología y radioterapia, atención psicosocial y afectiva, así como asistencia paliativa, es lo que podrá hacer que ese lema del 2022 se cumpla. Es posible lograr cambios trascendentes y transformar realidades adversas. Vamos a por ello.