Llevar a Europa a una guerra será la tumba política de Vladimir Putin. También la muerte para miles de jóvenes militares que tal vez ni siquiera entiendan de qué se trata el conflicto. Los alemanes que murieron en la Segunda Guerra Mundial tenían el cerebro bien lavado por el nacionalsocialismo de Hitler. Vivían drogados con metanfetaminas, eran máquinas de destrucción.

Rusia tiene el territorio más grande del mundo, 17 millones de kilómetros cuadrados, y su población es pequeña comparada con la de China o la India. Ocho países como México caben en Rusia. ¿Para qué quiere más territorio Putin? Recursos naturales los tiene, agricultura también. En la mente de los dictadores se instala un veneno muy potente llamado poder sin límites.

Rusia puso un pie en Ucrania en las llamadas zonas rebeldes. Los rusos pierden la perspectiva de lo que es Europa, tratarán de engullir a todo el país. La retórica de Putin el lunes fue clara. "Ucrania es parte de Rusia". Más bien lo era cuando pertenecía a la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, URSS. Si la OTAN no actúa con determinación en sanciones que de verdad duelan, al tiempo Putin querrá anexarse los países Bálticos y en un descuido le da por regresar al zarismo que tenía Finlandia como su campo de descanso.

Joe Biden dice que pondrá sanciones más allá de las iniciales. "Quién en el nombre del Señor puede decir que los territorios de sus vecinos le pertenecen", comentó en un mensaje a la nación. Viene lo duro: Occidente no reconocerá los bonos de deuda rusos, cancelará las transacciones de la banca militar y del banco más grande del país. También bloquearán cualquier tipo de financiamiento. Limitarán el comercio. "No vamos a pelear con Rusia", dijo Biden, pero sí pondrán todo el peso económico de los países de la OTAN para bloquear el desarrollo del dictador.

Si Putin entra por la fuerza e invade todo Ucrania, si pone su bandera sobre Kiev, podrá esperar una guerra sorda de ocupación, donde buena parte de los ucranianos comenzarán a luchar por su libertad. Habrá una resistencia interna como la tuvo Francia con los nazis, una desestabilización como sueñan los chechenos y un malestar en Moscú por la caída económica que se espera.

Quienes más sufrirán son los oligarcas. Inglaterra podría prohibirles tener equipos de futbol y sus grandes yates no podrían atracar en los puertos del Mediterráneo. Sus enormes cuentas en la banca Suiza podrían no encontrar salida. Al tiempo, el juicio de la historia para Putin sería el mismo que para Stalin o Hitler. Pasará al basurero de la memoria.

México debe tener una postura de apoyo absoluto a Europa, Gran Bretaña y Estados Unidos. Una invasión es el rompimiento de las leyes internacionales, un acto de lesa  humanidad y un conflicto que puede poner a nuestra especie cerca de la extinción. 

Dicen que si un día fuera la historia completa del hombre, estaríamos a 10 segundos del final con el cambio de clima. Si estallara una guerra convencional que se convirtiera en nuclear sería un segundo de Homo sapiens lo que nos quedaría. 

Si el doctor Juan Ramón de la Fuente, nuestro emisario en el Consejo de Seguridad se equivoca, sería costosísimo para el país. Olvídese de Ted Cruz o de cualquier otro actor político, Estados Unidos podría revertir parte de la ira que tiene en contra de nosotros. 

Esperemos que el Presidente lo entienda esta vez. Nada de flirtear con Rusia, sería el fin de la 4T.